Alexánder Lukashenko empieza su 6.° periodo con una ceremonia secreta
MINSK. AFP. El presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, quien se enfrenta a un impresionante movimiento de protesta en las calles tras su reelección en agosto, prestó juramento este miércoles para un sexto mandato, en una ceremonia mantenida en secreto, durante la cual dijo que la “revolución” que querían sus detractores fracasó.
Países europeos denunciaron la obstinación de Lukashenko. Alemania declaró “no reconocerlo” por falta de “legitimidad democrática”.
En un hecho excepcional, la ceremonia de investidura solo la anunció la agencia oficial Belta y la Presidencia la confirmó una vez finalizada.
Durante la mañana, medios de comunicación independientes y plataformas de la oposición habían mencionado esta posibilidad, ya que vieron el cortejo del presidente recorrer la ciudad a gran velocidad y comprobaron que la principal avenida de Minsk estaba cerrada al público, y con un importante despliegue policial alrededor de la sede presidencial.
“Esta pretendida investidura es evidentemente una farsa”, denunció Svetlana Tijanóvskaya, principal rival de Lukashenko, en un comunicado en la mensajería Telegram.
Esta novata en la política, exiliada en Lituania, volvió a reivindicar su victoria en las urnas en las elecciones presidenciales de agosto.
El portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, declaró en rueda de prensa: “No se cumplieron las exigencias mínimas para unas elecciones democráticas”.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores lituano se burló de la ceremonia. “¡Qué farsa! Elecciones fraudulentas, investidura fraudulenta”, tuiteó Linas Linkevicius.
Para los opositores y los medios de prensa independientes, esta ceremonia, que debía tener lugar legalmente antes del 9 de octubre, se organizó en secreto para que no se convirtiera en catalizador de una nueva gran manifestación.
De acuerdo con Ucrania, los embajadores no fueron invitados, como es habitual. Según la Presidencia bielorrusa, asistieron 700 personas.
En su discurso, Lukashenko afirmó que su país había resistido una “revolución de color”, apodo dado en la EX-URSS a los movimientos populares que expulsaron del poder a regímenes autoritarios desde comienzos del 2000 en Ucrania, Georgia y Kirguistán. Para Rusia y Lukashenko, fueron revueltas apoyadas por Occidente.
“Nuestro Estado enfrentaba un desafío sin precedentes (...) pero estamos entre los únicos donde la ‘revolución de color’ no funcionó. Es la decisión de los bielorrusos, que no querían la perdición de su país”, añadió.
Después, en medios oficiales, apareció con uniforme militar dando un discurso ante soldados cuadrados en formación.