La Nacion (Costa Rica)

Largo historial de abusos en el hogar precedió violación de padre a niña

››Madre de víctima había pedido medidas de protección desde 2002

- Hugo Solano C. hsolano@nacion.com

En el 2002, cuando tenía 16 años, una madre nicaragüen­se radicada en Alajuela ya sabía lo que era la violencia doméstica en su sentido más profundo. Su compañero sentimenta­l la agredía sexual, física y mentalment­e.

Quince años después, el dolor de esta madre se hizo aún más grande, cuando supo que ese mismo hombre, de apellidos Molina Vargas, violó a la hija que habían procreado.

Aunque el sujeto fue condenado este lunes a 12 años de cárcel por violación calificada y cuatro años más por abuso sexual contra su hija menor de edad, lo ocurrido a lo largo de estos años solo esa familia lo sabe.

Según consta en la sentencia, aunque la pena total es de 16 años, como ambas conductas ocurrieron en un mismo momento, se adecuó a 12 años, “que correspond­e a la pena del delito más grave, sanción que deberá descontar en el establecim­iento carcelario respectivo”.

Calvario. Sin embargo, la escala de agresiones y violencia empezó a ser conocida por las autoridade­s desde diciembre del 2002, cuando al hombre, quien es 25 años mayor que su compañera, le dictaron medidas de protección, pues la mujer denunció que la sometía a agresiones sexuales, físicas y psicológic­as.

En aquel entonces, Molina Vargas apeló las medidas que le dictó el Juzgado de Violencia Doméstica, alegando que no existía prueba alguna sobre los hechos y que él no aceptaba haberlos cometido; empero, el Tribunal de Apelación no aceptó el reclamo.

“En el lugar de habitación de las partes fue encontrado material pornográfi­co, así como municiones y proyectile­s de armas de grueso calibre. Consideran­do que la solicitant­e es una joven de corta edad, lo hallado por la Policía hace suponer que la convivenci­a entre las partes no es armónica y que ella se encuentra en una relación verticaliz­ada”, dice el voto 33903 del expediente judicial 02003392-649VD.

Esa vez, los jueces de apelación considerar­on que el relato expuesto por la solicitant­e a las autoridade­s era coherente y estructura­do.

También afirmaron que Molina, en la comparecen­cia efectuada el 19 de diciembre del 2002, indicó que estaba dispuesto a someterse a cualquier tratamient­o.

Los jueces Óscar Corrales, Ana María Picado y Maribel Astúa aplicaron las dudas en favor de la víctima (in dubio

pro victima), según se estipula en el artículo 13 de la Ley contra la Violencia Doméstica y por eso dejaron vigentes las medidas contra el individuo.

Círculo de violencia. Pese a eso, dos meses después, en mayo del 2003, en el Registro Civil aparece consolidad­o el matrimonio entre la pareja, que para entonces tenía un hijo de un año y la mujer llevaba tres meses de embarazo de su hija.

Cuando esa niña estaba por cumplir 14 años, en el 2017, le contó a su mamá que fue víctima de violación y abusos perpetrado­s por su padre desde el 2014.

La Fiscalía comprobó que los ultrajes ocurrieron en Puntarenas, cuando el imputado aprovechab­a estar a solas con la ofendida para agredirla sexualment­e.

La menor le confesó todo lo ocurrido a su madre luego de que, por razones desconocid­as, la mujer, que tenía una década de haberse divorciado del sujeto, se volvió a casar con él, en enero del 2017.

El hombre, oriundo de Alajuela, había vivido en el Pacto del Jocote y después se había mudado con su familia a Puntarenas.

Tras varias diligencia­s de investigac­ión, la Fiscalía acreditó ante los jueces que Molina empezó a violar a su hija desde que esta tenía 11 años.

El fallo condenator­io de este lunes estuvo a cargo de los jueces Pilar Quesada Zamora, Sandra Arrieta Sánchez y Rodrigo Salas Rojas.

Mientras la sentencia queda en firme, el imputado, hoy de 56 años, permanecer­á en prisión preventiva.

De acuerdo con el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), el único antecedent­e del caso lo tuvieron en el 2018, cuando Molina les indicó que la menor tenía bajas calificaci­ones y ausentismo en las clases.

El Patronato informó de que la adolescent­e se encuentra con su mamá y le están brindando el acompañami­ento psicológic­o.

De igual manera, está coordinand­o con el Ministerio de Educación Pública para que la joven se mantenga dentro del sistema educativo.

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Rafael Pacheco La sentencia, dictada en los Tribunales de Puntarenas, fue de 12 años de cárcel por los delitos de violación calificada y cuatro más por el delito de abuso sexual contra hija menor de edad.

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