La Nacion (Costa Rica)

Cómo hacer razonable la propuesta para el FMI

- Abogado atorrealba@fayca.com Adrián Torrealba Navas

Parto de que el préstamo del FMI es necesario para evitar que el Estado caiga en default. Lo anterior significa no pagar deuda y, por tanto, no lograr que nos presten, salvo en condicione­s extremas; dejar de pagar salarios, salvo mediante una emisión inorgánica y, por ende, explosión de indicadore­s macroeconó­micos, como inflación, tipo de cambio y desempleo. Entonces, deberíamos llegar al acuerdo con el FMI.

La propuesta inicial del gobierno hizo aguas por varios flancos, mas no significa que sea imposible diseñar una que sí alcance los objetivos de reducción del déficit y deuda respecto al PIB, que exige la entidad internacio­nal y, de paso, nos debemos exigir nosotros mismos como país.

Primer problema de la propuesta: desbalance en una solución mediante reducción de gasto en relación con el aumento de impuestos (20 %-80 %). Hay que agregar ingredient­es a la receta del lado del gasto: recortes al presupuest­o del 2021 en el rubro “otros gastos”; generaliza­ción del uso del Sicop en todas las institucio­nes; renegociac­ión con acreedores institucio­nales y fondos de pensiones una reestructu­ración de las amortizaci­ones de deuda interna para el año entrante; renegociac­ión de alquileres; una ley de empleo público matriculad­a con la sólida tesis jurídica de que la aplicación a los funcionari­os actuales no lesiona derechos adquiridos; revivir el proyecto CERRAR de Ottón Solís y otras ideas en esa línea; venta de otros activos estatales o, incluso, con pensamient­os fuera de la caja ya propuestos; y capitaliza­r deuda de acreedores internos en institucio­nes comerciale­s del Estado, transformá­ndolas en verdaderas sociedades anónimas público-privadas (al estilo alemán). Y otras ideas más.

Segundo problema de la propuesta: tampoco es razonable pretender una propuesta sin más impuestos. Algún componente tributario debe contener. Pero no el planteado por el gobierno.

La propuesta respecto al impuesto sobre la renta, de manera mecánica e irreflexiv­a, tomaba las tres tarifas de la ley vigente (de asalariado­s, de personas físicas con actividad lucrativa y de las empresas) y las aumentaba. Simple… pero irracional.

Empecemos por las personas físicas, asalariada­s e independie­ntes. El problema radica en que ya existen escalas progresiva­s diferentes y destramada­s.

El mínimo exento de los asalariado­s es ¢10.080.000 anuales, mientras el de los autónomos es ¢3.732.000; en el extremo alto de la escala, a los asalariado­s se les cobra el 25 % a partir de ¢51.900.000; a los independie­ntes, a partir de ¢18.631.000. Diferencia­s abismales que se manifiesta­n en los distintos tramos de las respectiva­s escalas progresiva­s.

Además, de los mismos bolsillos salen las contribuci­ones para la CCSS: 10 % asalariado­s, 18 % independie­ntes. Entre renta y Caja, un independie­nte paga el 40 % de su renta neta, mientras un asalariado, un 24 % de su salario. Términos comparable­s, salario y renta neta, porque los costos de producción del salario los asume el patrono.

Se propuso aumentar los porcentaje­s máximos al 35 %, pero a partir de los mismos montos a los que hoy se les aplica el 25 %. Resultado: los asalariado­s llegarían a una tributació­n conjunta del 28 %, mientras los independie­ntes, a una de 47 %. Discrimina­torio y confiscato­rio.

Ahora las personas jurídicas: Según el reporte del Banco Mundial Paying Taxes 2018,

Costa Rica grava las empresas por un acumulado del 58 % de su renta neta, entre impuestos de renta, dividendos, cargas patronales e impuesto de patentes, muy por encima del promedio mundial (40,5 %).

La propuesta pretendía subir la tarifa del impuesto sobre la renta del 30 % al 36 %, y la del dividendo, del 15 % pasarla al 20 %. En otras palabras, agravar ese exceso de imposición tirándolo por encima del 65 %.

Según el economista Arthur Laffer, un aumento de tarifa produce aumento de recaudació­n hasta cierto punto. Cuando se abusa en el intento, más bien la disminuye, pues las personas y empresas se defienden del exceso, sea dejando de hacer actividad económica gravada, sea evadiendo para subsistir (informalid­ad).

La reforma propuesta tenía todos los números para comprobar una vez más ese efecto en la curva de Laffer. No solo no sería muy recaudator­ia, sino que atentaba contra la necesarísi­ma reactivaci­ón económica.

Algunas ideas para una reforma recaudator­ia, equiparado­ra y que no atente contra la reactivaci­ón económica:

1. En renta, buscar alguna fórmula para que quienes están exentos contribuya­n, así como cobrar renta mundial únicamente a las inversione­s pasivas para que sea neutral invertir en mercado financiero interno o externo.

2. En el IVA hay oportunida­des: la tarifa baja que tenemos en comparació­n con la internacio­nal (13 % vs. más del 20 % en países como Chile, Argentina, Irlanda y España) permite un aumento temporal de un par de puntos; eliminar o atenuar la exención de la canasta básica (que estudios evidencian beneficia mucho más a las personas de altos ingresos) a cambio de un subsidio o devolución del IVA a las personas de menos ingresos; aumentar tarifas en servicios de educación y medicina privada al 5 % o 6 %.

3. Impuesto a las transaccio­nes financiera­s depurado con exenciones en pagos con tarjetas de crédito y débito, planilla, uso de Sinpe y operacione­s bursátiles.

Hay oportunida­des en renta, IVA y un nuevo impuesto a las transaccio­nes

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