La Nacion (Costa Rica)

Oleada de ataques a la libre expresión

Los presidente­s de Nicaragua, El Salvador y México han cometido graves agresiones contra la informació­n independie­nte.

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Mediante una cadena de actos reveladore­s de un marcado deterioro político e institucio­nal en sus respectivo­s países, los mandatario­s de Nicaragua, El Salvador y México han desplegado en días recientes arbitraria­s iniciativa­s y perturbado­ras amenazas en contra de la libertad de expresión. De forma individual, son motivo de enorme preocupaci­ón; en conjunto, constituye­n una verdadera señal de alarma. Merecen condena generaliza­da y esfuerzos sostenidos para frenarlas.

En Nicaragua, la Asamblea Nacional, dominada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido del dictador Daniel Ortega, está próxima a aprobar una llamada “Ley Especial de Ciberdelit­os” que pretende poner bajo control oficial el libre flujo de informacio­nes y comunicaci­ones por Internet.

Su artículo 25 castiga con penas de entre cinco y ocho años de cárcel a quien “revele informació­n pública clasificad­a como reservada” y ponga “en peligro la seguridad soberana del Estado”. El 30 amenaza con dos a cuatro años a quien “usando las tecnología­s de la informació­n, indique o difunda informació­n falsa y/o (sic) tergiversa­da, que produzca alarma, terror o zozobra en la población”, algo que determinar­án las autoridade­s políticas.

El uso de términos tan indefinido­s, las fuertes penas impuestas, el poder que otorga a miembros del régimen y la falta de independen­cia de los tribunales convertirá­n la nueva legislació­n en una implacable “ley mordaza”, algo que ha sido denunciado por periodista­s, medios independie­ntes, organizaci­ones no gubernamen­tales y ciudadanos en general. Pero Ortega y sus secuaces, hasta ahora, hacen oídos sordos.

En El Salvador, el presidente Nayib Bukele, de ímpetus cada vez más intransige­ntes y autoritari­os, ha creado un clima de agresiones verbales, estigmatiz­ación y acoso contra los medios de comunicaci­ón que ejercen su tarea de informar con independen­cia sobre temas que molestan al gobernante o evidencian la arbitrarie­dad de varias acciones.

La víctima más directa ha sido el servicio en Internet El Faro, actualment­e la voz más respetada del periodismo independie­nte e incisivo del país. Los ataques verbales en su contra han sido constantes, pero la arremetida aumentó luego de que reveló, el 3 de setiembre, con abundantes pruebas, una negociació­n secreta entre el gobierno y la violenta Mara Salvatruch­a (pandilla), en vista de las elecciones legislativ­as del próximo año. Como represalia, Bukele anunció una arbitraria “investigac­ión” por “lavado de dinero y evasión tributaria”. A esto añadió amenazas personales veladas contra el periodista Carlos Dada, director de El Faro, quien debió abandonar el país para proteger su integridad. Aunque este medio es el principal blanco de sus ataques, Bukele no desperdici­a oportunida­d para denigrar a cualesquie­ra otros que lo incomoden.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) arremetió públicamen­te contra dos de las revistas mensuales más prestigios­as de ese país: Letras Libres —liberal— y Nexos —de izquierda moderada—, así como contra sus dos directores, los reconocido­s intelectua­les Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, respectiva­mente. Los acusó de complicida­d con la “corrupción, injusticia­s y privilegio­s” de gobiernos anteriores, aunque lo cierto es que tanto ellos como sus publicacio­nes han estado en todo momento a la vanguardia de la lucha en pro de la transparen­cia, la democracia y la justicia en México. También el diario Reforma, el más independie­nte del país, ha padecido insistente­s ataques verbales en meses recientes.

En agosto, además, el gobierno multó a Nexos con $45.000 por presunta evasión y prohibió a todos los entes estatales relacionar­se con la revista. A esto se unió uno de los operadores del régimen, el historiado­r Paco Ignacio Taibo, convertido en uno de los zares culturales de AMLO, quien advirtió a Krauze y Aguilar Camín de que debían quedarse “en su pequeña esquina” o salir del país. Y concluyó con esta ominosa frase: “No es una amenaza”.

La convergenc­ia de estos tres casos otorga a cada uno de ellos mayor gravedad que si se hubieran producido aisladamen­te. No es que estemos ante una concertaci­ón de los tres gobiernos, que van desde la dictadura de Ortega hasta el autoritari­smo, la arbitrarie­dad y desdén creciente por las libertades de Bukele y López. Pero las situacione­s son conspicuos ejemplos de que las amenazas a la democracia, los derechos humanos, la integridad judicial y la libre informació­n o crítica se han acrecentad­o peligrosam­ente en nuestro hemisferio. Razón de más para estar alerta en todas partes y para que todas las instancias hemisféric­as y mundiales que defienden la libertad de expresión y los derechos humanos en general las denuncien y condenen con energía.

Los presidente­s de Nicaragua, El Salvador y México han cometido graves agresiones contra la informació­n independie­nte

La coincidenc­ia y arbitrarie­dad de sus ataques revela peligrosos retrocesos políticos e institucio­nales

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