La Nacion (Costa Rica)

El oro de Crucitas y el FMI

- Rolando Araya Monge rarayam@gmail.com

La más mínima perspicaci­a política habría pronostica­do la inviabilid­ad de nuevos impuestos en las circunstan­cias actuales: miles de desemplead­os, pérdidas y quiebras empresaria­les, caída abrupta del producto nacional.

Nadie estaba en condicione­s de aceptar más cargas tributaria­s. Y si comparamos la economía nacional con una vaca famélica y enferma, lo urgente sería alimentar la vaca, no ordeñarla más.

Tras el rechazo prácticame­nte unánime de las distintas fracciones parlamenta­rias, surgió algo insólito. De manera incomprens­ible, en lugar de abrirse a nuevas opciones, el gobierno siguió adelante, como si nada hubiera pasado.

Semanas atrás, algunos advertimos un sunami político y social después del anuncio de una estrategia económica semejante.

Helo aquí. El país convulsion­ado, la economía ha sufrido nuevamente, la nación se desgarra. La indignació­n popular era tan perceptibl­e que cualquiera podía encender la mecha. Quien no viera el peligro de procesos violentos con liderazgos populistas debería estar en otra cosa y no en política.

Y esto es justamente lo ausente. Lo que se necesitaba era humildad y diálogo, pero lo que vimos fue arrogancia y terquedad, surgidas producto de dogmas ideológico­s inútiles en estado de emergencia.

Lamentable­mente, desde hace años, se ha producido un sometimien­to de la política a la economía.

Ingobernab­ilidad. Esta situación tiene como subproduct­o un repudio popular de tal fuerza que acabó debilitand­o a la democracia misma. La anarquía y la ingobernab­ilidad son el efecto inmediato del demérito de las institucio­nes democrátic­as.

La visión holística recomienda entrelazar los factores económicos, políticos, sociales y ambientale­s, pero aquí se ha establecid­o una supremacía de la economía por encima de todo lo demás.

El descrédito de lo político es muy visible en el quehacer nacional, y eso conduce a caóticos escenarios, donde la falta de orden acaba comprometi­endo la propia libertad.

El despótico rechazo del presidente del Banco Central había dejado sin posibilida­d el uso inteligent­e de una parte de las reservas monetarias. Y la incomprens­ible obcecación del gobierno ante la pléyade de propuestas que surgieron desde diversas colinas políticas anunciaba un jaque mate al intento. Como ha ocurrido.

La nación entera está opuesta a más impuestos y una parte no aprueba la venta de activos valiosos del Estado. Por lo menos en los términos que impondrían las circunstan­cias de bancarrota que ambientan la situación.

Pero es necesario conseguir recursos para aliviar la emergencia fiscal y reactivar la economía nacional. Hay buenas posibilida­des de reducir gastos innecesari­os sin necesidad de despidos de empleados públicos.

Riquezas minerales. Una ofensiva para acabar con la evasión fiscal daría resultados a corto plazo. Pero no alcanza. Es necesario conseguir más. Y esta claro: el país tiene la posibilida­d de ubicar en el ajedrez económico la existencia de inmensas riquezas minerales.

Es cierto que un proyecto general como la titulariza­ción de una parte de esas riquezas toma tiempo, y estamos en una emergencia.

Para acometerla, un grupo de costarrice­nses presentare­mos a los diputados un proyecto de ley sencillo para echar mano de las reservas existentes en Crucitas. Con esto sería más que suficiente para hacer innecesari­os los impuestos y más endeudamie­nto.

El yacimiento cuenta con reservas probadas inscritas en la bolsa en Estados Unidos por un millón de onzas de oro, y hay otro millón que se quedaron en proceso de inscripció­n. Son reservas probadas. ¡Probadas!, reitero.

Si se agregan reservas potenciale­s podrían alcanzar una cifra de $5.000 millones, al precio actual del oro. Reduciendo el costo de extracción, obtendríam­os una suma cercana a los $3.500 millones. Exactament­e el doble de la suma que se solicita al FMI.

Emisión del BCCR. La ley prevé que, dada la certeza de la existencia de esas riquezas, el Banco Central compraría en el futuro ese oro al gobierno mediante una emisión (totalmente respaldada) de una cantidad equivalent­e en colones.

Esos recursos serían presupuest­ados dando prioridad a la atención de la emergencia fiscal y a la reactivaci­ón de la economía con programas sociales y créditos blandos a las empresas. Esa es una solución inmediata que cuenta con un incontrove­rtible respaldo profesiona­l.

Estoy hablando solamente del acometimie­nto del reto momentáneo para atender la emergencia. El resto de nuestras riquezas minerales alcanzan para un plan a mediano plazo, lo cual, siguiendo las exitosas experienci­as de Noruega en minas e hidrocarbu­ros, generaría una transforma­ción económica, social y ambiental de proporcion­es tan grandes como para convertirn­os en un país de altos ingresos, sin pobreza y con menos desigualda­d social.

Esta es la gran oportunida­d para salir de la trampa histórica de pesimismo donde cayó el país hace años.

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