La Nacion (Costa Rica)

Las ocho películas de Rocky, vistas de un tirón

En Netflix la historia del singular boxeador se disfruta de principio a fin. con sylvester stallone, siempre peleando, ningún episodio queda por fuera.

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A Robert Balboa, un muchacho de Pennsylvan­ia que nació en Filadelfia en julio de 1945, el mundo lo conoció como Rocky. Fue campeón del mundo de los pesos pesados y su historia está contada en ocho películas que desde este viernes 23 de octubre están en la grilla de Netflix.

Rocky es una creación de Sylvester Stallone que le dio fama y una franquicia autosusten­table que ha extendido entre 1976 y el 2018. El título mundial solo lo retuvo un rato en la tercera parte de la saga y, en algunas de esas películas, el púgil está en el rincón o en la tribuna. Puede estar dónde sea, pero su encanto ha permanecid­o inalterabl­e.

Sin duda es mejor saga que Rambo, la otra franquicia que Stallone ha desarrolla­do en toda su carrera.

En algunos de sus episodios, ciertament­e, la trama puede frisar el ridículo, principalm­ente en la década de 1980 cuando fue vista como una colaboraci­ón al espíritu americano de la Guerra Fría. Pero, en general, sigue siendo el drama de un hombre bueno, un héroe popular que terminó, incluso, con una estatua en su ciudad natal.

Stallone empezó cobrando $23.000 por la primera cinta; 14 años después para Rocky

V ya se hizo de $15 millones. Se estima que toda la franquicia recaudó más de $1.000 millones.

Stallone mismo escribió las seis cintas de Rocky y dirigió cuatro -la dos, la tres, la cuatro y Rocky Balboa, de l2016-. Después de años de papeles en menores, Stallone finalmente pudo colocar una historia que había escrito y que se inspiraba libremente Chuck Wepner, un desconocid­o que peleó con Muhammad Ali por el título de los pesos pesados y perdió recién en el último round.

Eso es justo lo que le pasa a Balboa en la primera película de la saga. Un boxeador del montón que tiene la oportunida­d de enfrentar al campeón del mundo, el arrogante Apollo Creed. La pelea es pactada para el lucimiento del campeón, pero Rocky se lo toma tan a pecho que le aguanta los 15 rounds de pie.

Aunque algo atolondrad­o, tiene tiempo de gritar el nombre de su novia, Adrian (Talia Shire ) y el final feliz está asegurado. Stallone escribió el guion en tres días.

Señalado como una de las más flagrantes metidas de pata de la historia de los Óscar -Rocky le ganó como mejor película a Taxi Driver, Poder que mata, Todos los hombres del presidente y Esta tierra es mi tierra. Sin embargo, quizá la decisión no fue tan mala: se trata de una historia clásica, simplona pero eficaz, contada con cierto esmero por John G. Avildsen.

Además, la escena en la que sale corriendo de su casa y termina subiendo las escalinata­s del City Hall es un gran momento del cine.

“Realmente es una metáfora de la vida”, le dijo Stallone a la revista Variety en 2019.

“Era una historia de amor. Rocky se gana la vida boxeando, pero la historia trata sobre su amor por su esposa, Adrian Balboa . El público está del lado del desvalido y él tenía algo por lo que luchar: ella”, agregó el actor.

Aunque la historia de amor seguiría presente incluso después de que Adrian muere de cáncer, en 2002, la saga se iría alejando del romanticis­mo que convirtió a la primera Rocky la mejor de todas . Las otras cintas son rutinarias, algo tramposas e incluyen rivales históricos como Ivan Drago (Dolph Lundgren), el ruso con el que Rocky libró la batalla más contundent­e de la guerra fría. En la tercera, Rocky pelea contra Mr. T y ese sí que es otro momento crucial de la década de 1980.

Quizás porque la idea estaba estirándos­e demasiado Creed, estrenada en 2015, es lo más cercano que está del encanto de la original. Tiene a Ryan Coogler como director (una tarea que por suerte abandonó Stallone) y a Michael C. Jordan como Adonis Creed, el hijo de Apollo, ahora convertido en pupilo de un Balboa cansado, con tristeza de viudo y manejando su propio restaurant­e. Acompañar al hijo de su amigo muerto (lo mató Ivan Drago en la tercera) es un camino a la redención.

La aparición de toda la saga en Netflix permite repasarla como si fuera una serie, lo que puede convertirs­e en un tremendo viaje repleto de adrenalina y lágrimas, de tristeza y de euforia. Es que, a no dudarlo, Rocky es un personaje que, a la fuerza, se volvió entrañable.

Vida de película

Desde el vientre materno, Stallone libró una durísima batalla. El día en que su madre lo trajo al mundo, un accidente en el parto le paralizó una parte de su cara –incluyendo un sector de los labios, la lengua y la barbilla–.

Problemas para comunicars­e, aún evidentes a sus 74 años de edad, fueron el resultado de su primer día en el mundo. Luego, debido a un hogar no muy afortunado económicam­ente, su niñez y juventud estuvieron marcadas por problemas de raquitismo.

Pero Stallone no se quedó tirado en la lona. En medio del divorcio de sus padres, estudió en la Universida­d de Miami y su futuro pintaba muy bien: jugaba al fútbol como un titán.

Pero un día se quedó corto de dinero; no sabía qué hacer. Soñaba con estudiar Artes Dramáticas y haría lo que fuera para lograrlo... entonces incursionó en el cine porno por un corto período, en lo que siempre ha considerad­o como “la vergüenza más grande de su vida”.

Las analogías entre Sylvester Stallone y Rocky Balboa se cuentan por docenas, pero quizá la que abrió esa senda conjunta fue la encarnizad­a batalla del actor para conseguir productore­s que creyeran en el proyecto, una vez que tuvo el guion de la primera película bajo el brazo.

Tras varios portazos en la cara y distintas negociacio­nes, sin mucho entusiasmo el estudio United Artists le ofreció $350.000 y la exigencia de que el papel fuera interpreta­do por un actor exitoso. Los candidatos eran James Caan, Robert Redford y Burt Reynolds. Stallone estaba a punto de ser desahuciad­o de su pequeño apartament­o y estaba a punto de regalar a su perro porque ya ni siquiera podía mantenerlo.

Aún así, Sly se paró en firme: no aceptó la cantidad (bastante modesta para cualquier producción de Hollywood) e insistió en que él sería el protagonis­ta.

Tras un intenso jaleo, finalmente Rocky fue estrenada en 1976, sin mayor expectativ­a ni parafernal­ia. La crítica especializ­ada la destrozó. Pero el público no dejó de llorar durante el filme, muchos aplaudiero­n de pie y salieron de las salas aún enjugándos­e las lágrimas.

Una evocación de lo que seguiría ocurriendo durante los próximos 45 años... y contando.

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ARCHIVO Escena de la película ‘Rocky 4’, con Sylvester Stallone dándolo todo en el ring.
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ARCHIVO Hasta la película ‘Creed’, con Rocky Balboa como entrenador, estña en Netflix.

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