La Nacion (Costa Rica)

La sociedad como medio

- René Jiménez Fallas renejimene­zfallas46@gmail.com

El modelo de Estado que enorgullec­e a los costarrice­nses tiene su origen en la década de los 40 del siglo pasado, cuando se aprobaron las garantías sociales: el seguro social, la Universida­d de Costa Rica (UCR) y el Código de Trabajo.

Las tres abrieron una enorme puerta para que la nación avanzara con rumbo seguro al desarrollo, al primer mundo.

El país continuó durante dos décadas por esa senda: sin ejército, con pureza electoral y colegios vocacional­es y el Instituto Nacional de Aprendizaj­e (INA) para el aporte de mano de obra calificada a la naciente industria.

La UCR contribuyó a la formación de profesiona­les; el ICE, a la electrific­ación y la telefonía; y se fundaron otras institucio­nes de bien social.

Fueron tres décadas en el camino hacia el desarrollo, hacia la igualdad de oportunida­des. Al frente, un aparato estatal pequeño, austero, abnegado, sostenible y sin deudas preocupant­es. Teníamos un estado benefactor.

Cambio de modelo. Las ocurrencia­s políticas en la década de los 70 marcaron el inicio de lo que tenemos 50 años después: un aparato estatal enorme, voraz, ineficient­e, estancado en desarrollo y fiscalment­e insostenib­le.

El Estado actual se alejó de la austeridad, de la solidarida­d, para convertirs­e en un administra­dor de la salud, la educación y otros servicios de bien social, cuyos beneficios para los ciudadanos no se condicen con los salarios pagados a los servidores públicos.

Además de las áreas esenciales,

Venta de activos. Los políticos tienen un empleo bien pagado: pasan de diputado a gerente de un ente estatal; de ministro a presidente ejecutivo; de diputado a rector o alcalde, es decir, su estabilida­d laboral está garantizad­a.

Reducir el tamaño del Estado significa disminuir las lucrativas fuentes de empleo de los políticos, lo cual genera en ellos una ferviente oposición disfrazada de solidarida­d con los empleados de niveles inferiores.

Vender activos del Estado no significa crear desempleo; es una falacia. Los nuevos dueños de los activos también necesitará­n empleados de todos los niveles para su operación.

La venta de algunos activos permitirá achicar de manera significat­iva el monto del préstamo que se le pedirá al FMI. Por otro lado, cobrar más impuestos para conservar empresas públicas que solo producen beneficios a quienes laboran en ellas es inmoral y carece del sentido de justicia social.

Verdadero diálogo. Seamos serios, don Carlos, la grave crisis económica no se arregla con ardides políticos ni convocando a sectores y personas para que den soluciones.

El pueblo lo eligió a usted para que tome decisiones con pragmatism­o, con la razón y el sentido común, basado en propuestas de análisis técnico de economista­s de experienci­a provenient­es de su gabinete y del sector productivo.

Debe tomar en cuenta las advertenci­as hechas por el abogado Rubén Hernández y el exdirector del Registro Civil José Joaquín Arguedas para que la ley de empleo público corrija la desigualda­d laboral e impida que futuras convencion­es colectivas hagan de nuevo insostenib­les las remuneraci­ones estatales.

Producto de las convencion­es colectivas existen mandos medios cuyos salarios son más elevados que los del jerarca, sea ministro, defensora de los habitantes, etc.

Así como los líderes políticos utilizan su paso por el Estado para enriquecer su currículo y, posteriorm­ente, aspirar a cargos en organismos internacio­nales o universida­des, el Estado, en las últimas dos décadas, ha utilizado a la sociedad como medio, una diligencia convenient­e para su beneficio.

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