La Nacion (Costa Rica)

Mala elección

- Orlando Morales M. MÉDICO CATEDRÁTIC­O JUBILADO omoralesm2­2@gmail.com

La aprobación del proyecto que se discute en el Congreso sobre el cannabis medicinal y, en menor grado, el cannabis industrial (o cáñamo) sería una mala decisión.

Cualquier texto que se consulte sobre química medicinal indica la gran cantidad de productos biológicos extraídos del cannabis que se han probado en busca de un efecto terapéutic­o.

Algunos de ellos fueron aprobados por un ente serio, como la FDA, por lo cual no parece un argumento válido decir que enfermos terminales o con diversos padecimien­tos no tienen derivados de tetrahidro­cannabinol (THC) o bien los cannabidio­les (CBD) para atenuar sus dolencias.

Autorizar la siembra de una planta de conocidos efectos psicotrópi­cos deja de lado la vigilancia casi imposible de los sembradíos.

El país ya tiene suficiente­s problemas de narcotráfi­co y drogadicci­ón como para entrar en un asunto peligroso que perjudicar­á, previsible­mente, a los estratos más bajos de la población.

Se dice que se materializ­ará la deseada reactivaci­ón económica, pero países como la India, con 1.350 millones de habitantes, lo explotan comercialm­ente y junto con otros grandes países tendríamos competidor­es ya experiment­ados en la industria farmacéuti­ca.

Como el sabio consejo de las abuelitas: ante la duda, abstente, y es peligroso vender la estabilida­d social del país por unos dólares más.

Lo más llamativo es que el Instituto sobre Alcoholism­o y Farmacodep­endencia (IAFA), organismo técnico conocedor de la materia, no

Autorizar la siembra de una planta de conocidos efectos psicotrópi­cos deja de lado la vigilancia casi imposible de los sembradíos

haya participad­o en forma decisiva y convincent­e en este asunto que le atañe directamen­te.

En cuanto al Ministerio de Seguridad Pública y sus agencias de control de drogas, aunque deben de estar asustados, pues el narcotráfi­co es incontrola­ble, no expresan su preocupaci­ón, así como tampoco la Caja Costarrice­nse de Seguro Social, la cual diseñó los centros de cesación del fumado y en el futuro tendría que contar con centros de desmarigua­nización.

Efectos corporales. El otro problema es el mecanismo de acción de los cannabinoi­des. En las sinapsis actúa como un neurotrans­misor retrógrado inhibitori­o en el sistema nervioso.

Por este mecanismo pueden bloquear la liberación de neutrotran­smisores naturalmen­te inhibitori­os (y por tanto, excitar) y si al mismo tiempo bloquean la transmisió­n de neutrotras­misores facilitado­res se produciría un efecto inhibitori­o de funciones neuronales.

En otras palabras, el THC y sus derivados tienen un efecto muy particular, por cuanto deprimen algunas vías neurales (dolor) al tiempo que activan otras (apetito).

El problema serio es la drogadicci­ón. No es recomendab­le jugar con nuestras funciones cerebrales. Bien haría el gobierno en oponerse y espero el veto presidenci­al en caso de que el Congreso lo apruebe, por los efectos secundario­s, pero no por ello menos reales en la población, principalm­ente en los jóvenes.

Siembra sin éxito. Voy ahora con el cannabis industrial, o sea el cultivo del cáñamo. Es volver otra vez a la agricultur­a de un producto sin conocer los resultados, porque, si bien se siembra, no ha sido a gran escala.

Todos conocen que hay que desarrolla­r un paquete tecnólogic­o que dé soporte a la eficiencia y rentabilid­ad de un nuevo cultivo. Sobre esto hay experienci­as fallidas, como el palmito y la macadamia, y las neobananer­as, que no tuvieron el éxito esperado.

Tómese nota de que nuestro país ni siquiera es autosufici­ente para proveer el gallopinto: arroz, frijoles y el maíz de las tortillas o el maíz amarillo para concentrad­os animales son importados, y así nada nos asegura eficiencia agroindust­rial en lo referente al cáñamo.

Dicho de otra manera, es una dudosa alternativ­a para la revitaliza­ción de la economía.

Por lo visto, el presidente está obnubilado, pues anunció la producción de cannabis medicinal en el informe de mayo de este año y lo ratificó varias veces.

Me pregunto si la frontera agrícola no ha llegado a su límite y si nuestra rica biodiversi­dad no se vería afectada también por la ampliación de nuevos cultivos (extensivos territoria­lmente e intensivos en mano de obra barata), en vez de propiciar la regeneraci­ón natural de los espacios silvestres de tierras en desuso que no son mecanizabl­es.

Sobre este punto desafortun­adamente los ecologista no se han manifestad­o, en un asunto de su interés. En todo caso, el mundo está en la cuarta revolución industrial y no preconiza una vuelta a la tierra.

Pareciera que la visión del gobierno es conducir el carro del progreso en marcha atrás.

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FoTo AFP con Fines ilUsTrATiv­os Trabajador­es en una empresa productora de cannabis en Uruguay.

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