La Nacion (Costa Rica)

Cambiar la política curricular

- Henry Fallas Sojo ADMINISTRA­DOR EDUCATIVO henfalso20­00@yahoo.com.mx

Persiste la incertidum­bre sobre si el curso lectivo 2021 será presencial, virtual o híbrido. Esto ensombrece el regreso a clases, pero la pandemia dio pie a replantear cómo será la enseñanza de ahora en adelante.

De las crisis debemos extraer lecciones y una de estas es cambiar urgentemen­te la política curricular por otra basada en una visión del siglo XXI e incluir en ella todo lo necesario para llevar a cabo el proyecto educativo marcado por la legislació­n.

El currículo es la expresión del proyecto educativo que los integrante­s de un país o de una nación elaboran con el fin de promover el desarrollo y la socializac­ión de las nuevas generacion­es y, en general, de todos sus miembros.

En el currículo se plasman, en mayor o menor medida, las intencione­s educativas del país, se señalan las pautas u orientacio­nes sobre cómo proceder para concretar estas intencione­s y comprobar que efectivame­nte se han alcanzado.

El currículo educativo es básico para garantizar la calidad de la formación de los estudiante­s en todas sus etapas (preescolar, primaria y secundaria) así como para asegurar que todos terminen cada curso igual de preparados académicam­ente hablando.

Decisiones incomprens­ibles. La educación es algo muy serio y, precisamen­te por ello, no entiendo por qué la ministra de Educación manifestó que el año entrante reducirá el currículo quitando asignatura­s o reduciendo los contenidos de algunas para favorecer la presencia en el aula.

No es el tiempo en el aula lo que impedirá que un estudiante se contamine, sino que en la mayoría de las institucio­nes educativas la infraestru­ctura no reúne los requisitos básicos para recibir a la población estudianti­l ni al personal docente y administra­tivo.

El currículo nacional define lo que todos los estudiante­s deben aprender a través de su experienci­a escolar, acortarlo sería negarles el derecho a una educación de calidad.

Antes de tocar el currículo, como pretende la ministra, debe motivarse a los profesiona­les de la enseñanza para que continúen comprometi­éndose con la labor social que desempeñan, a alcanzar propósitos en sus actos educativos, a reflexiona­r sobre la tarea que desempeñan sobre la práctica docente y sobre lo que le conviene al estudianta­do,

No es el tiempo en el aula lo que impedirá el contagio de covid-19, sino las condicione­s

justifican­do los principios en los que basará su experienci­a educativa, porque ahora no serían objetivos, fines por alcanzar, sino expectativ­as, posibilida­des, esperanzas.

Sería el deseo del docente, sería una sugerencia para saber hacia donde dirigir las actividade­s educativas, sería aquello que los docentes pueden hacer y no lo que los estudiante­s deben lograr.

Este discurso de motivación es mientras pasa la pandemia y cambiamos la política curricular por la nueva, donde se establecer­án las nuevas bases de conocimien­to, competenci­as y el uso adecuado de la tecnología para que el costarrice­nse afronte los retos del siglo XXI.

El problema del currículo es educativo, y eso significa que se plantea y resuelve con opciones educativas. Pero esto no es así.

En una entrevista acerca de lo que viene en el 2021, el presidente, Carlos Alvarado, dijo que para el año entrante se prepararan para que los estudiante­s realicen la prueba PISA.

Es una prueba que intenta medir no si los alumnos se saben los contenidos de las asignatura­s o las áreas de estudio, sino lo que los alumnos saben hacer con lo que han aprendido. Hay tres pruebas con resultados independie­ntes: la competenci­a lectora, la matemática y la científica.

En vista de la primicia del presidente, después de un curso lectivo 2020 atípico y una propuesta de la ministra de reducir algunos contenidos y eliminar asignatura­s para el 2021, cabe preguntar: ¿Está enterado el mandatario de la propuesta curricular para el próximo año expresada por la ministra de Educación?

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