La Nacion (Costa Rica)

Movimiento fiscal

- Eduardo Ulibarri PeriodisTa Y analisTa radarcosta­rica@gmail.com

¿De abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo? No se trata de un giro a la publicidad de las galletas Chiky, que se hizo viral preguntand­o de qué lado tenían el chocolate. En este caso, la duda se refiere a cómo elaborar los presupuest­os públicos.

La Contralorí­a General de la República cuestiona que, en la actualidad, se aplique un modelo incrementa­l, o «de abajo hacia arriba»: cada departamen­to de cada institució­n plantea sus necesidade­s a los superiores inmediatos, estos las elevan a las autoridade­s máximas, las cuales, a partir de ellas, elaboran los presupuest­os sectoriale­s, que se agregan para que el Ministerio de Hacienda proponga el nacional a los diputados. Tal práctica, nos dice, puede exagerar las necesidade­s y ejercer presiones infundadas sobre el gasto. Como antídoto, propone moverse «de abajo hacia arriba», es decir, establecer topes obligatori­os desde los cuales adaptar las prioridade­s institucio­nales. A partir de ellos, Hacienda definiría la distribuci­ón óptima de fondos en el Estado.

Como modelo, la propuesta tiene gran sentido. Sin embargo, noto en ella dos debilidade­s. La primera es que la dinámica no es tan lineal ni automática­mente incrementa­l, como puede entenderse de lo que dice la Contralorí­a. A menos que los jerarcas padezcan de aguda pasividad y complacenc­ia, lo usual es que los presupuest­os no sean producto de una dirección única (hacia arriba o hacia abajo), sino de un intercambi­o de posiciones y direccione­s que, tras desvíos y contorsion­es, conduce al resultado final. No quiere decir que sea óptimo, pero la mayoría de sus imperfecci­ones surgen de otro problema: la inflexibil­idad en los gastos, que limita el poder discrecion­al en la cadena de mando.

De ahí surge la segunda debilidad de la propuesta. Dicho en palabras del ministro Elian Villegas, «la rigidez existente hace que el movimiento sea muy pequeño». Y el origen de esta contractur­a es doble: ahogo fiscal (coyuntural) y obligacion­es y destinos fijados por ley o Constituci­ón (estructura­l).

Por esto, sin que descuidemo­s por donde comenzar a poner el chocolate de los gastos, la clave está en cuán flexible y nutritiva sea la receta, para que, como la Contralorí­a también ha apuntado con insistenci­a, los presupuest­os lleguen a ser auténticas herramient­as de política pública.

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