La Nacion (Costa Rica)

Atleta halló en el ‘ballet’ la clave del CrossFit adaptado

››Danza despertó en ella ‘perseveran­cia, disciplina y también resilienci­a’, afirma

- Juan Diego Villarreal jvillarrea­l@nacion.com Sin prejuicios.

Apasionada por el ballet, Amalia Ortuño participó desde los dos años en intensas sesiones con el fin de perfeccion­ar sus movimiento­s.

La ilusión de presentars­e en el teatro y bailar frente al público la hacía soñar con alcanzar sus metas. Más tarde, al dedicarse al atletismo y la natación, disciplina­s que combinaron perfectame­nte con el baile, tuvo la oportunida­d de ir a clases por la mañana y a los entrenamie­ntos y ensayos por las tardes.

Con el paso de los años, su pasión por el ballet la llevó a ser profesora de baile e incluso incursiona­r en el triatlón, donde podía combinar los deportes que siempre practicó.

Sin embargo, a los 25 años todo cambió para Amalia, luego de ser diagnostic­ada con una enfermedad degenerati­va en las caderas, lo que le ocasionó pérdida de gran parte de su movilidad en el tren inferior de su cuerpo y, por eso, tuvo que adaptar su vida a una silla de ruedas.

No obstante, su pasión por las competenci­as y la oportunida­d de superarse a sí misma la motivaron a buscar una disciplina en la que pudiera desarrolla­r todas sus habilidade­s; finalmente, la halló en el CrossFit adaptado: el deporte perfecto para alcanzar nuevos horizontes y olvidarse de los límites.

“En el ballet se desarrolla­n la perseveran­cia, la disciplina y la resilienci­a. Mis padres me enseñaron a tener continuida­d en lo que uno hace y que, a pesar de los malos momentos, hay que seguir.

”Esas cualidades me las recalcaron mientras practicaba ballet y por eso cuando el doctor me dijo, después de la operación, que no volvería a hacer deporte competitiv­o, fue como un shock para mí. Por eso me di a la tarea de encontrar un deporte que practicar, como siempre lo había hecho”, comentó Ortuño.

La atleta, quien es diseñadora de interiores, explicó que el primer obstáculo que debió vencer fue su propia mentalidad, pues debía exigirse al máximo y también dejar atrás la idea de que el CrossFit es un deporte solo para hombres, y más aún cuando se dio cuenta de que la disciplina no tenía modalidad adaptada.

“Por mucho tiempo, mi fisioterap­euta y mi hoy entrenador, Ayax García Moya, me intentaron convencer de que practicara el CrossFit.

”Al principio no era algo que me llenara porque yo estaba acostumbra­da a un nivel competitiv­o, donde me ponía metas para lograr objetivos con el fin de participar en un evento, como lo hacía en el atletismo, la natación o el triatlón”, confesó.

Todo cambió para ella cuando García logró adaptar las pruebas de CrossFit a sus condicione­s atléticas, empezando a entrenarse más duro. Posteriorm­ente, lograron encontrar la motivación para competir en el Mundial de CrossFit Adaptado en Canadá, en el 2019, cuatro años después de su operación, donde dio la gran sorpresa y consiguió el primer lugar de su categoría, gracias a su perseveran­cia por seguir adelante.

“Probé el CrossFit adaptado y me encantó. Me di cuenta de que era bastante exigente y podía explotar el tren superior, el cual yo puedo utilizar al 100%. Como dije al principio, no me llenaba, pero al ser competitiv­o, volvió esa adrenalina que experiment­é de niña y en mi adolescenc­ia. Pude ponerme metas ambiciosas porque tenía una razón para entrenarme duro, al estar enfocada en el mundial en Canadá”, afirmó Ortuño, de 36 años.

Su buena preparació­n le valió el título del planeta en el 2019, en apenas su primera participac­ión.

“El Mundial se desarrolló en cuatro días y fueron 13 pruebas que mezclan ejercicios funcionale­s, levantamie­nto olímpico y resistenci­a. Es muy exigente, pero al final logramos el primer lugar, a pesar de que nuestra expectativ­a era solo competir. Todo fue gracias al esfuerzo y la perseveran­cia”, aseguró.

 ?? JOsÉ CORDERO ?? Amalia Ortuño, hoy de 36 años, fue diagnostic­ada a los 25 con una enfermedad degenerati­va en la cadera, por lo que perdió gran parte de la movilidad en el tren inferior.
JOsÉ CORDERO Amalia Ortuño, hoy de 36 años, fue diagnostic­ada a los 25 con una enfermedad degenerati­va en la cadera, por lo que perdió gran parte de la movilidad en el tren inferior.

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