La Nacion (Costa Rica)

Adaptación al cambio climático y vulnerabil­idad de las municipali­dades

- Gerardo Ávalos Rodríguez CATEDRÁTIC­O DE LA UCR faetornis@yahoo.com

La humanidad afronta problemas para planificar y adaptarse a procesos a largo plazo, que toman cinco años o más, y la comunicaci­ón de resultados científico­s que abarquen extensos períodos a una gran audiencia.

Es muy difícil, pues la ciencia trata sobre probabilid­ades e incertidum­bres, y el gran público está acostumbra­do a respuestas dicotómica­s inmediatas, sí o no.

La ciencia establece, además, números aparenteme­nte sencillos, pero que no reflejan la complejida­d de las conexiones climáticas. ¿Qué le dice al ciudadano común que un aumento promedio en la temperatur­a global del planeta de 1,5 a 2 °C puede tener consecuenc­ias catastrófi­cas sobre el clima y, como consecuenc­ia, el aumento en la frecuencia de fenómenos climáticos extremos, como huracanes y sequías?

Un cambio promedio tan pequeño tiene altos y bajos, es decir, extremos que son los que realmente vamos a experiment­ar.

Las temperatur­as severas causarán tormentas más intensas, separadas por períodos de sequía cálidos y largos. También, es difícil comunicar que las acciones deben tomarse ahora y no dentro de 10 o 20 años, o que si de aquí al 2030 no hemos reducido las emisiones de gases de efecto invernader­o estaremos en verdaderos problemas, pues la opinión general es que 10 o 20 años están todavía muy lejos, y la gente desea mantener su estilo de vida, o las economías de los países más contaminan­tes no quieren perder dinero ahora, aunque lo perderán en el futuro si no hay acción.

Uso del territorio. Los planes reguladore­s discutidos en muchas municipali­dades, cuyo diseño implica una inversión significat­iva de recursos económicos y humanos para identifica­r riesgos y zonificar el desarrollo urbano, así como proteger los recursos naturales (especialme­nte el agua), son fundamenta­les para mitigar el cambio climático.

Los planes no solamente son debatidos, las comunidade­s locales se oponen a ellos para no ceder el derecho de vender, construir y expandirse sin control.

A lo anterior debe agregarse la debilidad institucio­nal de las municipali­dades, las cuales, al final, son las que hacen cumplir estos planes.

Somos los primeros culpables

Es necesario hacer valer las leyes que norman el desarrollo urbano comunal

de mantener en sus puestos y reelegir a alcaldes que soslayan las leyes o hacen la vista gorda a las construcci­ones ilegales que no cuentan con permisos ni la viabilidad ambiental respectiva.

Las construcci­ones ilegales causarán problemas a las mismas comunidade­s, incluida la pérdida de vidas y propiedade­s. Mantener alcaldes permisivos parece inofensivo como parte de una visión pueblerina y amigable.

Al alcalde bonachón se le puede hablar directamen­te y pedirle «un chance» para construir sin permisos, sin importar el riesgo sísmico y en lugares donde no tienen servicios públicos básicos.

Negligenci­a. El deber de las autoridade­s municipale­s es vigilar que toda obra de infraestru­ctura posea los permisos y clausurar o demoler aquellas que carezcan de estos. Pero la respuesta es más bien la inversa, es decir, se protege a quienes incumplen, construyen sin autorizaci­ón y no pagan impuestos.

Está claro que nuestra adaptación al cambio climático y la mitigación están comprometi­das. Todas las celebracio­nes que llevemos a cabo por el Día de la Tierra, Día internacio­nal del Medioambie­nte y otras son medidas cosméticas, de muy bajo impacto cuando lo que precisa es hacer valer las leyes que norman el desarrollo urbano comunal.

Las comunidade­s son las que deciden quienes las representa­n en la municipali­dad, las que deben participar más en el gobierno, ser vigilantes del respeto por las leyes y asegurar que quienes lleguen a los puestos sean personas honestas, con los atestados técnicos suficiente­s, no solamente para tomar las mejores decisiones, sino para observar las leyes y no hacer la vista gorda. Si bien hay buenas municipali­dades, la mayoría muestra estas debilidade­s.

Hay que cuestionar­se qué país vamos a heredar a nuestros hijos. ¿Será uno en donde todo cueste el doble porque la corrupción pasa una factura carísima y obtenemos obras de baja calidad que no cumplen ningún código y luego deben reconstrui­rse debido a los problemas causados?

Ser parte de la solución y ejercer nuestro derecho a participar, denunciar y defender nuestras comunidade­s es una de las claves para adaptarse al cambio climático.

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RaÚl cascaNTe Imagen con fines ilustrativ­os.

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