La Nacion (Costa Rica)

No vaya a fiestas clandestin­as

La fiesta clandestin­a en Puriscal y la megaboda en Fraijanes podrían traducirse en la infección de los miembros de 500 burbujas

- Eduardo Solano Solano VICEMINIST­RO de SEGURIDAD PÚBLICA

Pocas veces como ahora la frase «ser solidario en defensa propia», del filósofo español Fernando Savater, cobra sentido. El país se encuentra a las puertas del colapso hospitalar­io y de la peor catástrofe sanitaria de su historia.

Es inevitable que el gobierno tome medidas para garantizar la salud y la vida de la población —como la restricció­n vehicular, por ejemplo—, al mismo tiempo que trata de mitigar los efectos de la pandemia en la ya débil situación económica de las familias.

Una de las principale­s amenazas que nos acechan son las fiestas clandestin­as. Estas actividade­s masivas en propiedade­s privadas congregan distintas burbujas sociales para celebrar cumpleaños, baby showers, megabodas, topes, corridas de toros, peleas de gallos, partidos de fútbol o cuanta excusa haya para agruparse, y exponen a todos los participan­tes incumplido­res de las órdenes y recomendac­iones sanitarias. Son hoy por hoy grandes sitios de contagio y, por consiguien­te, focos de transmisió­n.

Como tienen lugar en propiedade­s privadas, el margen de acción de la policía se ve limitado y, como garantes del Estado de derecho, requerimos el permiso de un juez para entrar y frenar esos actos masivos.

La policía ha debido asumir la responsabi­lidad de intensific­ar las visitas a este tipo de actividade­s y seguirá solicitand­o, cuantas veces sea necesario, la orden a los jueces.

La mayoría de los festejos son cancelados con solo la llega de la policía, y se razona con los organizado­res, pero lamentable­mente en unas cuantas ocasiones se resguardan en el derecho de propiedad privada para evitar la entrada de los oficiales y continuar la celebració­n.

Nuestro llamamient­o es a asumir la responsabi­lidad individual y practicar la solidarida­d. Que existan fronteras para que la autoridad estatal no pueda intervenir, no reduce la responsabi­lidad de los organizado­res ni elimina la afectación sanitaria en el país. Un colapso de nuestros servicios de salud repercute en la población por igual.

Hago un llamado a la conciencia, a la empatía y a la solidarida­d de las personas para que dejen de organizar actividade­s masivas, y si alguien insiste, no vayan.

La fiesta clandestin­a en Puriscal y la megaboda en Fraijanes, este fin de semana, podrían traducirse en la infección de 500 miembros de burbujas distintas, y no habrá sistema sanitario capaz de soportar ese ritmo de contagio.

Convocar o asistir a una fiesta, en estos momentos dramáticos para el país, es mostrarse indiferent­e ante la saturación del sistema médico y ser poco empático con la preocupaci­ón de las familias cuyo rezo se eleva por la recuperaci­ón de un ser querido.

Ninguna persona ni familia está exenta de llegar a necesitar una cama en alguna unidad de cuidados intensivos.

La campaña de vacunación avanza al máximo de sus posibilida­des y esperemos que pronto traigan más vacunas para acelerar el ritmo y la cobertura para alcanzar la inmunidad de rebaño que tanto soñamos. Pero mientras ese momento no se dé, debemos retomar la disciplina, evitar aglomeraci­ones y cumplir las medidas sanitarias emitidas por el Ministerio de Salud.

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