La Nacion (Costa Rica)

A propósito de los 30 años del terremoto en Limón

- Mario Fernández Arce mario.fernandeza­rce@ucr.ac.cr

GeÓlOGO

Los más recientes descubrimi­entos geológicos revelan que un terremoto de gran magnitud ocurre también en sitios considerad­os de bajo a moderado potencial sísmico, que una falla geológica causaría uno de 8 grados —antes se creía que no— y que un gran temblor lejano origina sismicidad en todo el mundo.

El terremoto en Japón, que tuvo lugar en el 2011, sucedió en una zona que no estaba incluida entre las de mayor potencial sísmico del país y el de Indonesia, el 11 de abril del 2012, cuya magnitud fue de 8,7, lo produjo una falla geológica que luego disparó la sismicidad en diversas partes del planeta. El nuevo conocimien­to, por tanto, nos hace más resiliente­s.

El aumento de la habilidad para afrontar los eventos no solo implica prestar atención al hecho en sí mismo, sino también a los elementos expuestos a este.

Para que un terremoto sea mortal y destructiv­o, basta con la poca resistenci­a de las obras civiles a las ondas sísmicas. Si la infraestru­ctura está mal construida, es probable que no resista la vibración del suelo, resulte dañada y hasta se desplome. En Oaxaca, México, en el terremoto de setiembre del 2017, se vio, con el uso de la tecnología actual, cuando un edificio de varios pisos se derrumbaba.

Viviendas, edificios, puentes y toda obra civil debe estar bien construida para soportar sacudidas de la tierra.

La sismología origina el conocimien­to para levantar obras resistente­s, lo cual contribuye a la seguridad humana. El gran aporte de esta disciplina a la reducción de los riesgos y a la protección de la gente es el dato sismológic­o, la base de estudios de amenaza sísmica y de vulnerabil­idad asociada a los movimiento­s.

El Código Sísmico de Costa Rica vela por la construcci­ón de obras sismorresi­stentes y por la seguridad de las personas cuando acaecen terremotos. Este debería ser complement­ado con el análisis de viviendas y edificios ubicados al pie de laderas.

Durante el terremoto en Pérez Zeledón, en 1983, bloques rocosos de medio metro cúbico se desprendie­ron de una ladera, cayeron sobre el techo de la escuela de Siberia y destruyero­n un aula y una pared. Si hubiera ocurrido en un día laboral, habría causado muertes. Afortunada­mente, era domingo.

El relieve de Costa Rica es montañoso, con pendientes en su mayor parte, por lo cual muchas viviendas están ubicadas en terrenos inclinados o al pie de estos.

La situación amerita evaluar la condición y estabilida­d de esas tierras y considerar la posibilida­d de desprendim­ientos que dañarían las viviendas o construcci­ones a nivel del suelo. Es una gran tarea para las personas a cargo del manejo del riesgo cantonal.

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