Laguna cratérica del Poás alcanzó el nivel más alto de últimos cuatro años
La laguna cratérica del volcán Poás alcanzó en los últimos días el nivel más alto desde el 2017, por lo que las fumarolas del sector este quedaron casi bajo el agua.
De acuerdo con el especialista Geoffroy Avard, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), actualmente la profundidad varía entre 10 metros, en las parte de planicie y 33 en las zonas más profundas.
Por lo anterior, ahora están cubiertos algunos montículos que antes sobresalían en el lago hiperácido de ese volcán alajuelense, que está a 2.708 metros sobre el nivel del mar.
Javier Pacheco, vulcanólogo e investigador del Ovsicori, agrega que los fuertes aguaceros provocan que el nivel de la laguna aumente y que la presión hidrostática o el peso del agua, sofoque parte de la actividad de algunas fumarolas.
“Algunas de las que fueron tapadas por el agua dejaron de funcionar. Por eso la fumarola de la pared noreste, que está fuera del agua, ganó vigor y luce más activa, pues la actividad sale por ahí. Mientras tanto, el lago interactúa con el gas de las que quedan tapadas”, argumentó el científico.
Filtro natural. Ahora la cantidad de gases que las fumarolas lanzan a la atmósfera es menor, pues el agua funciona como un filtro que impide la salida libre de dióxido de azufre, hidróxido de azufre, dióxido de carbono, helio, cloruro de hidrógeno y otros.
Otra variable provocada por el agua de lluvia tiene que ver con el color de la laguna, pues los tonos verdes esmeraldas, turquesa y celestes lechosos pasan a ser grises.
La temperatura del agua cratérica es de unos 45 grados Celsius. No sube más porque el agua de lluvia se lo impide y porque en las condiciones de pasividad actuales, el volcán no emite mucho calor.
“Es un juego entre la actividad del volcán y el agua de lluvia. Si el lago se mantiene a un nivel alto, quiere decir que la actividad del volcán no es muy grande, pues si fuera grande, no importa la cantidad de agua que le llegue, se evapora y el nivel no sube”, acotó Pacheco.
De esta forma, la laguna refleja los cambios internos y permite a los expertos verificar más fácilmente lo que los instrumentos marcan.
La laguna del Poás se secó en 1989, pero semanas después se volvió a llenar. Luego volvió a secarse en 1994 y también se completó semanas después, para permanecer así durante 23 años, alcanzando en enero del 2005 una profundidad de 35 metros, el máximo pico registrado y que podría ser rebasado en esta temporada lluviosa.
Actualmente, el Poás está abierto al turismo, pues sigue sin actividad eruptiva y con tendencia al reposo.
La desgasificación es pasiva y el lago continúa llenándose por lo que las fumarolas del este pronto quedarán totalmente sumergidas.
Las concentraciones de gases en las estaciones son bajas y el viento generalmente corre hacia el oeste, de acuerdo con el análisis y valoración efectuados por los científicos.
Hay que recordar que uno de los atractivos más importantes de ese coloso es su laguna grisácea, que se puede divisar desde el mirador.