La Nacion (Costa Rica)

Panadero repartía su producto casa por casa todos los días

- Katherine Chaves R. katherine.chaves@nacion.com

El panadero del pueblo: así es como los vecinos de Cervantes de Alvarado recuerdan a Miguel Araya Paniagua, de 65 años, quien falleció la mañana de este viernes luego de que el vehículo en que conducía fuera embestido por un camión cargado con madera.

Desde niño, Miguel vio a sus papás dedicarse a hacer y vender pan. Era el negocio familiar y lo que les dio el sustento. Por ello, la mejor forma de rendir tributo a su padre cuando este falleció era continuand­o con aquel legado, recordó Ricardo Umaña, cuñado de Miguel.

Así, desde hace muchos años, se entregó a esta vida de comerciant­e y gracias al apoyo de uno de sus ocho hermanos, logró mantener con vida la panadería San Pancracio, ubicada a 125 metros de donde ocurrió el fatal accidente.

Según narró Umaña, Miguel, padre de tres hijos, tenía su rutina más que establecid­a. Se levantaba de madrugada y así comenzaban sus ajetreadas mañanas. Debía estar temprano en la panadería para hacer el pan y, después, subirse a su vehículo para ir a venderlo, casa por casa, por todo Cervantes.

Humilde y trabajador. Su mayor aliciente era saber que los clientes no solo quedaban satisfecho­s, sino deseosos de volver a verlo al día siguiente. “Él era muy humilde, pero, sobre todo, muy trabajador”, recordó el cuñado.

Ayer, cuando Miguel regresaba a la panadería después de cumplir con su labor diaria, fue embestido por el camión.

Su carro estaba detenido, pues le correspond­ía hacer un alto. Pero ese vehículo pesado, que se quedó sin frenos, lo chocó y lo arrastró hasta hacerlo colisionar con el camión cervecero.

El carro Hyundai Galloper – del pequeño empresario– quedó irreconoci­ble, al punto de que testigos del percance dijeron que, en el sitio del accidente, solo se veían los dos camiones. El auto quedó reducido a latas retorcidas y su ocupante murió de inmediato.

Umaña contó que él vive cerca de donde se dio el triple choque, por lo que oyó el estruendo y el arribo de los cuerpos de socorro.

Salió a ver qué había pasado, pero cuando llegó al sitio de la emergencia, no conisguió mayor informació­n, y como el carro de don Miguel no quedó visible, ni sospechó quién era una de las víctimas mortales.

“Regresé a la casa, desayuné con mi esposa (hermana de Miguel Araya) y estábamos hablando de lo fatal que fue ese accidente. Decíamos que qué pecado las familias de las víctimas, sin saber que éramos nosotros”, lamentó.

Nadie está preparado para recibir la noticia de la muerte de un familiar, dijo, “pero es aún más duro no cuando esta ocurre en circunstan­cias como estas”, agregó.

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KEYnA CALDERÓn Esta es la panadería que por años le dio el sustento a Miguel Araya. Se ubica a 125 metros del sitio del percance.

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