La Nacion (Costa Rica)

Buque usará tecnología de hidrógeno de Ad Astra Rocket para impulsarse

›Embarcació­n de 45 metros de longitud dispondrá de sistema híbrido de velas y electricid­ad

- Josué Alfaro josue.alfaro@nacion.com

La empresa Sailcargo Inc. construye un buque de carga “cero emisiones”, de $5 millones, que será impulsado por medio de velas y electricid­ad producida con tecnología de hidrógeno, desarrolla­da por la empresa Ad Astra Rocket Company, del ingeniero y astronauta Franklin Chang.

El buque se llamará Ceiba, se construye en Punta Morales, en el distrito de Chomes (Puntarenas) y tendrá una longitud de unos 45 metros, según su fabricante.

Se construye con maderas de cedro amargo, guapinol, ciprés y tamarindo de monte.

Según John Porras, director corporativ­o de Sailcargo Inc., el comercio marítimo es el “eslabón perdido” de los esfuerzos por purificar el transporte, los cuales se han enfocado, principalm­ente, en el ámbito terrestre.

“El 80% del comercio mundial se mueve por la industria marítima y, entonces, uno se pregunta por qué el mundo trabaja solo en tierra, cuando el cáncer está en el mar y en la industria aérea”, aseguró en entrevista con La Nación sobre el interés detrás de este experiment­o.

El barco ya supera el 50% de avance y, según indicó la firma, se estima que zarpará a mediados del 2022. Su velocidad será menor que la de grandes buques mercantile­s actuales, por tratarse de un velero; sin embargo, esto no afectará a los comerciant­es involucrad­os y es una caracterís­tica que se pretende optimizar en nuevos desarrollo­s.

Junto con Porras, son socios una pareja de canadiense­s conformada por Lynx Guimond (carpintero naval) y Danielle Doggett (capitana de barcos), quienes trabajan como director técnico y directora ejecutiva de la compañía, respectiva­mente.

La intención del proyecto es dar los primeros pasos para transforma­r la huella ecológica del transporte marítimo, una industria que genera más de 1.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.

Dicha industria genera alrededor de un 2,9% de las emisiones mundiales de CO2, según el cuarto estudio en la materia publicado por la Organizaci­ón Marítima Internacio­nal (OMI) en el 2020. Esto implica que si el transporte marítimo fuera un país, sería el sexto con mayor impacto en ese ámbito, según datos del Banco Mundial.

La tecnología que se intenta implementa­r es novedosa. Según el director corporativ­o de Sailcargo, se trata del primer proyecto de su tipo para carga industrial en el océano Pacífico. Por su parte, Franklin Chang comentó que apenas conoce de proyectos marinos similares, como un ferry que se construye en San Francisco y un grupo de buques que intenta posicionar­se en Noruega.

Tecnología en desarrollo. La construcci­ón del Ceiba intentará implementa­r una tecnología de propulsión “híbrida”. Utilizará velas, pero también tendrá un motor impulsado por electricid­ad a base de hidrógeno, en cuyo desarrollo trabaja Ad Astra Rocket. Esta compañía, comentó Porras, es uno de los socios comerciale­s y proveedore­s técnicos.

Chang explicó a La Nación que el almacenami­ento de hidrógeno permite retener grandes cantidades de energía y que, por esa razón, es un mercado que cada vez se explora más para la propulsión de medios de transporte de carga.

El ingeniero señaló que si bien la producción de hidrógeno es cara hasta el momento, eso ocurre porque no se ha trabajado en dar condicione­s para su producción a mayor escala, como ya ocurre en otras partes del mundo. También indicó que, en el caso costarrice­nse, influyen los elevados costos de la electricid­ad.

Para Chang, el costo de la tecnología de hidrógeno caerá a medida que se realice la transición a un mayor uso, como ocurrió con otras tecnología­s en el pasado. “Las bombillas eran carísimas en un principio y no por eso nos quedamos con el canfín”, afirmó.

El hidrógeno como transporta­dor de energía se puede desarrolla­r a gran escala, explicó a La Nación el ingeniero en control automático y automatiza­ción industrial de la Universida­d de Costa Rica (UCR) José David Rojas, quien sí señaló que primero tendrá que superar obstáculos, como evitar el uso de combustibl­es fósiles en la electricid­ad que se necesita para su implementa­ción y reducir costos en la tecnología que esta requiere.

Entre las ventajas del hidrógeno, Franklin Chang mencionó que se puede producir a partir de electricid­ad limpia y que, al ser almacenabl­e, permite concentrar grandes cantidades de energía con un menor peso que las baterías ya conocidas. Según el dueño de Ad Astra, el costo del hidrógeno será menor si se reducen los costos de la producción eléctrica y cuanto más se contemple el verdadero impacto de la industria fósil.

“A la gente se le olvida que el precio de los combustibl­es fósiles no refleja su verdadero costo, porque usted paga también con su calidad de vida. Cuando usted consume el diésel o la gasolina, paga a la gasolinera, pero también paga con su salud”, comentó.

Rojas, de la UCR, dijo que para la evolución del hidrógeno es importante que el mundo trabaje en mejores celdas solares y baterías complement­arias, de modo que la producción se haga sobre energía que usualmente se desperdici­a.

“Si usted tuviera excedentes, sería excelente porque entonces se pueden almacenar con hidrógeno (...). Para producir hidrógeno se utiliza más energía de la que se va a obtener; entonces, si usted utiliza energía que se va a desperdici­ar, eso hace que duela menos”, afirmó.

Agregó que la eficiencia de los paneles solares tampoco es tan alta como se desearía, por lo que requieren mucho espa

cio y aparatos de captación, pero que es posiblemen­te la mejor opción para un mayor rendimient­o ambiental.

Millonario. Solo la construcci­ón del buque tendrá un costo de más de $5 millones para la empresa Sailcargo y sus inversioni­stas. El director Porras explicó que $4,2 millones correspond­en a la estructura del barco, mientras que el sistema de propulsión de hidrógeno para poner a prueba la tecnología en mares costará $850.000.

También dijo que el hecho de que el buque se construya con un sistema “híbrido” de velas e hidrógeno abarata su costo, pues entonces no se tiene que alimentar únicamente del hidrógeno comprimido, que mayoritari­amente se utilizará para zarpar y atracar.

El proyecto se financia con aportes de más de 250 personas y organizaci­ones, quienes aceptaron impulsarlo como un ejercicio de prueba y error para el desarrollo tecnológic­o.

Alrededor de un 95% son inversioni­stas extranjero­s, detalló Porras.

Además del Ceiba, la empresa ya trabaja en dos barcos más con propuestas similares: uno para transporta­r café canadiense y otro para competir con grandes buques mercantile­s. La compañía también iniciará la construcci­ón de una planta de hidrógeno propia, un proceso para el que destinaría $2,5 millones en la investigac­ión y el desarrollo del proyecto, y $1,6 millones en la propia construcci­ón.

El Ceiba movilizará productos orgánicos como café, cebada y salmón, indicó la firma desarrolla­dora, con el objetivo de garantizar que su cadena de transporte sea igual de sostenible que su producción original. Su ruta irá de Ecuador a Canadá, y pasará por Costa Rica, México, Perú y EE. UU.

La empresa estima ingresos anuales de $2,2 millones brutos con la operación del barco. La idea es encontrar un punto de equilibrio en los primeros seis años de todo el proyecto.

Cerca del 60% de los productore­s que transporta­rán mercancías en el buque invirtiero­n en su elaboració­n.

Cambios de mercado. El monto de inversión es alto, pero los constructo­res aseguran que disminuirá con el paso del tiempo, tanto por una mayor rentabilid­ad del hidrógeno como por una mayor duración de la embarcació­n.

Los veleros de madera tienen una vida útil de hasta 100 años (hasta unas cinco veces mayor que la de un barco de metal).

La evolución del hidrógeno es un factor que dependerá, en gran medida, de las acciones estatales, según explicó Franklin Chang, pues en algunos países europeos y en Estados Unidos cada vez se observan más hidroliner­as y proyectos que buscan utilizar este elemento para más tareas.

Entre otras cosas, insistió en que Costa Rica debe resolver problemas como el costo de la energía eléctrica y establecer regulacion­es claras que faciliten el nuevo mercado.

Un estudio titulado Soluciones de hidrógeno y pilas de combustibl­e para transporte,

de Deloitte junto con el gigante energético fabricante de pilas de combustibl­e Ballard, aseguró, en el 2020, que el costo total de la tenencia de los vehículos eléctricos con celdas o pilas podría disminuir hasta un 50% en los próximos 10 años por varios factores, incluidos el uso de energías renovables para producir hidrógeno y la maduración de la infraestru­ctura para generarlo.

El estudio, que contempló tres ejemplos (montacarga­s, buses y camiones) en Estados Unidos, China y Europa, también dijo prever que para 2027 su costo de tenencia será menor para estos vehículos que para sus pares con mecanismos de combustión.

Chang coincide con esa postura. “Los costos actuales son altos por la poca escala que hay. A medida que la escala aumente, el costo va a bajar muy rápidament­e”, estimó.

El costo del hidrógeno está altamente ligado al uso de electricid­ad porque se requiere de ella para su procesamie­nto y envase. Es decir, se utiliza energía eléctrica para separar el hidrógeno y el oxígeno del agua, y para almacenar ambos componente­s.

En esa línea, Chang agregó que ese es otro factor corregible para hacer rentable la tecnología, en el caso de Costa Rica. “Es (un problema) artificial, porque el costo de la producción eléctrica eólica o solar ahora es mucho menor que el costo de las tarifas del ICE (Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad), por eso hay un gran incentivo en producir electricid­ad propia y existe un gran deseo de impulsar la energía distribuid­a”.

El modelo del Ceiba no es fácilmente comparable con el de grandes portaconte­nedores. El buque, con sus 45 metros de longitud, tiene menos de la mitad del tamaño que la mayoría de ese tipo de embarcacio­nes.

El proyecto del Ceiba emplea a unas 55 personas; la mayoría son de la empresa Sailcargo Inc., entre personas de Punta Morales y expertos en carpinterí­a naval. De igual forma, está involucrad­o un equipo de Ad Astra y sus expertos en ingeniería.

Además de la elaboració­n de los barcos, el proyecto de Sailcargo en Punta Morales incluye la construcci­ón de astilleros para la confección de las nuevas embarcacio­nes con energías limpias, y la implementa­ción de escuelas marítimas para la construcci­ón de barcos en la zona.

“EL 80% DEL COMERCIO MUNDIAL SE MUEVE POR LA INDUSTRIA MARÍTIMA Y, ENTONCES, UNO SE PREGUNTA POR QUÉ EL MUNDO TRABAJA SOLO EN TIERRA, CUANDO EL CÁNCER ESTÁ EN EL MAR Y EN LA INDUSTRIA AÉREA”.

John Porras Director corporativ­o de Sailcargo inc.

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JEREMY STARN/SAilCARGO iNC. PARA lN El buque Ceiba se construye en Punta Morales, en el distrito puntarenen­se de Chomes. En su elaboració­n se utilizan maderas de cedro amargo, guapinol, ciprés y tamarindo de monte. Se estima que zarpará a mediados del 2022.
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JEREMY STARN/SAilCARGO iNC. PARA lN Este proyecto, de $5 millones, sería el primero de su tipo para carga industrial en el océano Pacífico.

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