La Nacion (Costa Rica)

LETRAS DE CAMBIO

- Luis Mesalles ECONOMISTA lmesalles@ecoanalisi­s.org

Esta semana el Poder Ejecutivo se puso una flor en el ojal con la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el Legislativ­o hizo el ridículo durante la comparecen­cia del ministro de Salud, Daniel Salas.

Que Blinken haya escogido a Costa Rica para su primer viaje a Latinoamér­ica nos coloca en una posición privilegia­da dentro lo que parece ser una nueva estrategia de EE. UU. hacia Centroamér­ica. Luego de estar marginados durante las últimas administra­ciones, hay señales de que Biden quiere prestar más atención a la región. Dentro de esa estrategia, Costa Rica es un buen aliado para Estados Unidos. En lo comercial, en lo ambiental, en seguridad, narcotráfi­co, corrupción y migración —problemas de carácter regional—, así como en la agenda de promoción de la democracia y los derechos humanos.

El papel de líder regional que puede asumir Costa Rica en estos aspectos se ve reforzado ahora que somos miembros de la OCDE, lo que nos compromete a ser ejemplo de buenas prácticas institucio­nales para los demás países de la región. Es obvio que el gobierno de Biden quiere sacar ventaja a esta alianza con Costa Rica, al igual que nosotros debemos aprovechar la ocasión para obtener mayores réditos.

Lástima que el comportami­ento de los diputados en esta semana no sea digno de ejemplo. El show alrededor de la citación del ministro Salas a comparecer terminó siendo un ridículo. Lo convocaron, pero no se presentaro­n suficiente­s diputados para hacer cuórum. El día que lo recibieron algunos legislador­es no lo dejaron ni hablar, con un bombardeo de preguntas que más bien parecía discurso político, mientras otros jugaban con sus tabletas.

Luego varios diputados decidieron llamar a un funcionari­o de la empresa Pfizer con el objetivo de seguir el show político para que, casi de inmediato, varios de ellos se retractara­n cuando se les criticó fuertement­e en las redes sociales.

Es triste ver el espectácul­o que montan los diputados, en lugar de haber aprovechad­o el tiempo para ayudar a resolver los problemas tan urgentes que enfrenta el país.

Los costarrice­nses tenemos una enorme responsabi­lidad con respecto a quienes escogeremo­s como diputados en las próximas elecciones. Pero también debemos discutir, lo más pronto posible, las reformas del proceso de elección de los miembros del Primer Poder de la República.

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