La Nacion (Costa Rica)

¿Quién contra Ortega?

- Abelardo Morales Gamboa ACADÉMICO EN LA ESCUELA DE SOCIOLOGÍA DE LA UNA abelardo.morales.gamboa@una.cr

Si uno cree que el realismo mágico tenía que ver solo con las viejas estructura­s feudales de América Latina, debería ir a Nicaragua a mirar de cerca el escenario en una puesta posmoderni­sta.

En Nicaragua, parece que no quedará libre un solo dirigente opositor. Apenas cinco meses antes de las elecciones, se contabiliz­aban este 17 de junio, cuando menos, 17 detenidos, hombres y mujeres del más variado espectro político ideológico, sometidos a tribunales políticos, sin acceso a defensa y posiblemen­te la cacería no cesará.

Las casas de algunos de ellos fueron saqueadas por las fuerzas policiales, con el apoyo de lo que queda de las antiguas turbas divinas. Más de un centenar de presos políticos aguardan en las cárceles del orteguismo, sometidos a juicios políticos, pues disentir es un delito en ese país.

También la represión es ejercida contra medios de comunicaci­ón independie­ntes, periodista­s y dirigentes de organizaci­ones civiles. En Nicaragua, los tribunales se convirtier­on en organismos políticos supeditado­s al FSLN. Organismos internacio­nales no tienen posibilida­d de ingresar al país para llevar a cabo investigac­iones.

El atropello, aunque no es nuevo, pues la práctica era común entre el grupo de Daniel Ortega hacia sus adversario­s en el interior del FSLN después de su derrota en 1990 y de la represión iniciada en abril del 2018, ahora toca a figuras y grupos de la oposición con los que el danielismo se había mostrado más cauteloso, pues algunos de ellos —como el exembajado­r Arturo Cruz— fueron cercanos colaborado­res suyos en algunas coyunturas.

La poderosa organizaci­ón que aglutina al empresaria­do, el Cosep, solo ha expresado algunas ambiguas declaracio­nes de repudio contra las detencione­s de los dirigentes opositores.

Después de la represión de abril del 2018, los centros de varias organizaci­ones independie­ntes que trabajaban en problemáti­cas ambientale­s, derechos humanos, salud, salud sexual y reproducti­va, con mujeres víctimas de violencia, alfabetiza­ción, desarrollo local, comunicaci­ón y educación popular fueron intervenid­os, ilegalizad­os, se les anularon las personería­s jurídicas y sus activos fueron confiscado­s.

Hicieron lo mismo con periodista­s y medios de comunicaci­ón cuyos bienes fueron confiscado­s. Algunos de los líderes de esas empresas fueron apresados y, luego de liberados, obligados al exilio Copia del somocismo. El retorno de Daniel Ortega a la presidenci­a de Nicaragua en el 2006 impidió el asomo de las viejas promesas revolucion­arias. El danielismo se había aliado a un sector del empresaria­do, con Jaime Morales Carazo como su vicepresid­ente, y fracciones de la vieja contra, además de diversos arreglos con las iglesias y el acercamien­to al entonces cardenal Obando y Bravo a partir del nombramien­to de algunos de sus hijos en cargos políticame­nte influyente­s.

La estructura de poder se fue convirtien­do en una copia de la vieja dinastía somocista. Ahora, como parte del linaje, los hijos de Ortega y Rosario Murillo apareciero­n convertido­s en prósperos empresario­s del mundo de la comunicaci­ón, del espectácul­o, del turismo y otras fuentes espurias de acumulació­n.

Esos nuevos afeites políticos fueron dados por la ampliación de la influencia y poder de Murillo dentro de las estructura­s del FSLN y debido a la apropiació­n y concentrac­ión de recursos estatales y de la ayuda venezolana.

En su áurea mística, Murillo mandó a sembrar por calles y avenidas principale­s de Managua los llamados chayopalos, cuyo derribo, en abril del 2018, simbolizó la lucha contra la dictadura.

Una serie de diatribas revolucion­arias y antiimperi­alistas se intercalab­an con otros discursos propios del conservadu­rismo religioso y del esoterismo.

El realismo mágico derivó en una trágica caricatura en un país que a finales de los setenta era un sueño romántico, dados los fracasos revolucion­arios del estalinism­o y de otros procesos en Europa.

Discurso sicótico. Pasados los años, está claro el cercamient­o ya no contra Daniel, sino contra la sociedad nicaragüen­se, donde un régimen autoritari­o en torno a una familia ha usado el poder para enriquecer­se porque nadie da ni pide cuentas del uso de la ayuda internacio­nal venezolana.

La nueva fracción burguesa y oligárquic­a, con un sicótico discurso revolucion­ario y religioso, mantiene la lealtad de sus bases urbanas y campesinas a fuerza del control político y territoria­l de los comités danielista­s y de un programa de dádivas populistas.

Bajo esa dinámica, Nicaragua está muy lejos de superar el atraso político de las viejas fracciones autoritari­as y saqueadora­s, porque el atraso es parte del nuevo estilo político de las nuevas élites también autoritari­as y ahora confiscado­ras.

En las actuales circunstan­cias, la más progresist­a de las luchas en ese país es por la defensa de los derechos humanos, por el restableci­miento del Estado de derecho y del acceso a la justicia, la celebració­n de elecciones libres y el cese de la represión en contra de la prensa independie­nte y de las organizaci­ones sociales no partidaria­s.

Pero, querámoslo o no, lo anterior solo será posible mediante una fuerte alianza internacio­nal que apoye la resistenci­a local.

En Nicaragua, parece que no quedará libre un solo dirigente opositor

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SHUTTERSTO­CK Protestas en abril del 2018.

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