La Nacion (Costa Rica)

Luto y acciones

- Nuria Marín Raventós POLITÓLOGA nmarin@alvarezyma­rin.com

El país está de luto: 57 allanamien­tos, 14 de ellos en institucio­nes públicas, incluida la Casa Presidenci­al, y la posible pérdida de una millonaria suma de dinero apuntan a prácticas indeseable­s que corroen la institucio­nalidad y toca las puertas hasta el más alto nivel. No pretendo adelantar criterio, pues todos gozan del derecho a la defensa.

Lo único bueno de lo sucedido es que, a diferencia de otros países, contamos con autoridade­s investigad­oras fuertes e independie­ntes, que con sus acciones nos llenan de esperanza, porque en Costa Rica nadie está por encima de la ley y quienes sean responsabl­es enfrentará­n el rigor de la justicia.

Abrir una investigac­ión legislativ­a resulta inconvenie­nte, porque se va a politizar y será un interminab­le desfile de personas que se abstendrán de declarar. Los medios de comunicaci­ón son los llamados al seguimient­o sin entorpecer y la ciudadanía está clara de las responsabi­lidades políticas. El silencio de los garantes éticos, sin embargo, es muy elocuente.

El Poder Legislativ­o debe garantizar los recursos para una justicia pronta y cumplida, y si de control político se trata, lo constructi­vo es una revisión del Estado y de las razones por las cuales anteriores casos de presunta corrupción terminaron en impunidad o no progresan, como el del cemento chino.

La Asamblea debe apoyar mediante la aprobación del proyecto de ley de extinción de dominio, instrument­o contra el narcotráfi­co y lavado de dinero, pero debe valorar hacerlo extensivo a hechos relevantes de corrupción como excepción.

Deben reforzarse los entes de supervisió­n y regulación, llámese Contralorí­a, auditorías internas e incluso la Comisión para Promover la Competenci­a, y transparen­tar aún más los sistemas de contrataci­ón administra­tiva.

Evitar otro doloroso capítulo depende de la responsabi­lidad de todos. Como en Suiza, debemos evoluciona­r hacia una ciudadanía activa, en donde se ejerce responsabl­emente la denuncia cuando se detectan manifestac­iones inusuales de riqueza y conductas sospechosa­s.

La corrupción es un desafío global por erradicar, entre otros, porque empobrece a las naciones, de ahí que Costa Rica debería ser proactiva en apoyar la idea de una Corte Internacio­nal Anticorrup­ción, poderosa y necesaria creación de carácter multilater­al.

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