Parroquias vendieron crepas, chocolates y flores para sobrevivir
Con la pandemia, llegó la crisis económica y esta también tocó las puertas de las parroquias. A los sacerdotes les tocó ver cómo sacaban sus finanzas a flote, pero sobre todo, buscar formas de ayudar a los feligreses que se habían quedado sin trabajo.
La diócesis de Ciudad Quesada, por ejemplo, empezó preparando 400 diarios para las familias necesitadas y terminó haciendo 1.200. Todos estos apoyos debían financiarse de alguna manera. Por ejemplo, con ventas de comidas, de chocolates y hasta de arreglos florales.
“En la parroquia había que ver qué se hacía. No había plata. Me llama la contadora diciendo que no había plata para pagarme a mí y que me iban a pagar agua y luz para que no me las cortaran”, resumió Gerardo Alpízar, párroco de San Roque, en Ciudad Quesada.
Alpízar cuenta que la Municipalidad y el comité local de emergencias le pidieron las aulas de catequesis para guardar los diarios. Dos días después se metieron a robar y se llevaron la mitad de lo allí almacenado.
La estrechez económica golpeó igualmente en la catedral de esa misma diócesis. Entonces, el sacerdote Fabio Hidalgo se puso a vender chocolates para poder pagar cuentas y salarios a los colaboradores.
“Aunque la gente no venga a misa, siempre hay gastos fijos y cuentas que pagar, y comenzamos a tener una situación muy difícil”, señaló.
Por eso, ideó ese negocio. “Le compraba la materia prima a una familia de Cabaña de Guatuso, y ellos también recibían el cacao de otras familias. Entonces, así ayudaba a otras familias. Luego, comencé a ver videos para aprender a hacer chocolates rellenos”, recordó.
Los otros sacerdotes lo acompañaban a empacar. El tiempo era corto, y usaban sus noches y madrugadas para alistar los pedidos.
“A la comunidad le gustaban los chocolates. Todo lo vendimos siempre. Pero ahora, con la vuelta a la presencialidad, el tiempo es menor y no puedo desvelarme tanto como para cocinar”, manifestó Hidalgo.
“LE COMPRABA LA MATERIA PRIMA A UNA FAMILIA DE CABAÑA DE GUATUSO, Y ELLOS TAMBIÉN RECIBÍAN EL CACAO DE OTRAS FAMILIAS. ENTONCES, ASÍ AYUDABA A OTRAS FAMILIAS. LUEGO, COMENCÉ A VER VIDEOS PARA APRENDER A HACER CHOCOLATES RELLENOS”. Fabio Hidalgo Sacerdote catedral de Ciudad Quesada
Alpízar asegura que el amor por la cocina que tiene desde niño fue lo que lo sacó a flote. Comenzó, junto a un seminarista, a vender crepas de pollo en salsa blanca. Luego se les unió una vecina chef.
“Empezar a emprender, porque había que hacer algo para sostener la parroquia. Yo dije, voy a hacer unas 50 crepas, y con que se vendan 25, yo ya tengo. Y terminé haciendo 300 crepas. Tuve que ir al supermercado a comprar pollo de los que venden ya asados, porque no me daba tiempo de cocinarlos. ¡Y a desmenuzar pollo!”, relata. La semana siguiente comenzó a diversificar el menú: incluyó lasaña y arroz con pollo.
Cuando hubo más apertura, un grupo de señoras comenzó a ayudarle y, para este Día del Padre, hicieron botellas de rompope... y no alcanzaron.
“Al día de hoy, lo que sostiene la mitad de la parroquia son las ventas de comida”, recalcó.
El sacerdote creó grupos de WhatsApp y listas de distribución para compartir el menú de cada semana.
Alpízar, quien confiesa que siempre ha tenido espíritu emprendedor, recordó que en agosto del año pasado, supo que había floricultores de Cartago con problemas para vender su producción y las flores que corrían el riesgo de perderse. Los contactó a través de la Pastoral Social y, para el Día de la Madre, puso una floristería.
“Fue un colapso de pedidos que hasta quedé mal con las entregas. El 15 de agosto, ya no quedaba nada”, rememoró.
Con esto, Alpízar asegura que no solo se ha sostenido la parroquia, sino que también se ha podido seguir ayudando a muchas familias.
El padre Hidalgo también destaca ese sentido de solidaridad para con los que menos tienen. “La gente ha ayudado mucho; con diarios, acompañamiento de las personas que están con ataques de pánico. Incluso, cuando no había nada presencial, la gente siempre tuvo tiempo para unirse y para ser solidaria. Se unieron en oración y también estuvieron dispuestos a compartir los bienes”, agregó.