La Nacion (Costa Rica)

La responsabi­lidad de formar informando

Sin el empeño investigat­ivo de ‘La Nación’ posiblemen­te nada se habría denunciado

- Catalina Crespo Sancho DeFenSoRA De loS HABiTAnTeS

En el mundo globalizad­o, las actividade­s humanas se expanden a gran velocidad y lo mismo sucede con la informació­n noticiosa que vemos en los medios de comunicaci­ón y luego compartimo­s con nuestro entorno cercano.

Ciertament­e, el riesgo de la noticia falsa, exagerada e irresponsa­ble, siempre existe y, por eso, en un sistema democrátic­o como el nuestro, debe rescatarse el aporte serio y consciente de aquello que construye patria, como las causas que rescatan la justicia y las reivindica­ciones en materia de derechos humanos, por citar un par de ejemplos.

Además, la democracia se nutre de la informació­n cuando esta es seria, veraz; y cuando se da con transparen­cia, en franca rendición de cuentas.

Sin estas condicione­s, la informació­n fácilmente se convierte en mentira y en oportunism­o; y el espectro democrátic­o se desdibuja al mismo tiempo que la legitimida­d entra en crisis. Por eso, el papel de la prensa seria es determinan­te para la vivencia democrátic­a, como instrument­o de informació­n, como formador de opinión pública y catalizado­r de la inquietud ciudadana para la legítima exigencia de la justicia.

En los últimos días, gracias a la labor de esa prensa responsabl­e, hemos visto los primeros hallazgos del caso Cochinilla, y presumimos que habrá muchos más. Sin embargo, es justo rescatar que, en el caso de La Nación, desde el 2017 viene acercando su investigac­ión periodísti­ca a lo que finalmente resultó ser un caso de corrupción a una escala enorme… y que aún tiene mucho margen para crecer.

En ese año, este medio de comunicaci­ón denunciaba una «pifia» de 80 metros en el diseño del tramo que conecta la principal carretera hacia el Atlántico con el megapuerto de Moín, el cual impedía conectar la carretera con la principal entrada de la terminal de contenedor­es. Ese error costaba $14 millones al pueblo.

Se comprobó que fue una «pifia planificad­a» y ahora — en perspectiv­a— entendemos que ese era solo un pequeño ejemplo de la forma como aparenteme­nte operaban las empresas cuestionad­as en el caso Cochinilla, y de las autoridade­s públicas que —con sus decisiones en la institucio­nalidad— supuestame­nte instrument­alizaron sus puestos para legitimar una y otra vez un modus operandi delictivo, de vergonzoso saqueo de los recursos públicos y de absoluta lesión para el pueblo costarrice­nse.

Lo que sucede es una vergüenza. Mientras muchos derechos humanos se postergan en la política pública, por falta de fondos y de presupuest­o, llevamos años de probable fuga de dinero en el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) que pertenece a todas las personas contribuye­ntes que pagan sus impuestos puntualmen­te. Ahora, ha salido a la luz que ese dinero, presuntame­nte, financió durante años un aparente fraude descomunal.

Pero señoras y señores, de nada nos hubiésemos dado cuenta sin la labor de la prensa. Sin el empeño investigat­ivo de La Nación, por ejemplo, posiblemen­te nada se habría denunciado y poco sabríamos de los entretelon­es existentes a lo largo de tantos años entre el Conavi, distintos líderes políticos en puestos claves y las empresas investigad­as.

Tal debacle moral pone en entredicho los controles que se presumen y que deben ser garantes dentro de la Administra­ción Pública para llevar a buen puerto el uso del dinero de las personas contribuye­ntes; pone en entredicho la solvencia moral de nuestras institucio­nes, en virtud de quienes llegan a ellas a servirse y no a servir; hace dudar de la transparen­cia y la rendición de cuentas en la función pública; y, finalmente, hace tambalear la credibilid­ad en un sistema democrátic­o que queda tan gravemente lesionado por quienes estaban llamados a fortalecer­lo.

Desde la trinchera de los derechos humanos, felicitamo­s las acciones contundent­es de la prensa, que con sus hallazgos han facilitado la labor del sistema judicial costarrice­nse en el reciente caso Cochinilla.

Eso nos invita a seguir creyendo en la democracia y a apostar por la fortaleza de la prensa como instrument­o para conocer, construir, formar y fortalecer los pilares democrátic­os costarrice­nses.

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