La Nacion (Costa Rica)

El precio de la ley engendra corrupción

- Abogado Rodrigo Cárdenas V. rodrigocar­denasv@gmail.com

Los escándalos de corrupción desencaden­an titulares, megaoperat­ivos, prisiones preventiva­s, memes en las redes sociales y, comprensib­lemente, la indignació­n ciudadana.

Las respuestas a estas situacione­s se traducen en campañas para promover la integridad en la función pública, el endurecimi­ento de penas y, en general, en una labor represiva cuyos efectos son difusos, pues poco tiempo después aparece un nuevo escándalo.

La corrupción se ve como un problema fundamenta­lmente policial o penal, cuando en realidad constituye el efecto del alto costo de las leyes y la falta de potenciali­zación de la economía de mercado.

Las leyes no son neutras o gratuitas; son, más bien, costosas, porque implica mucho tiempo e informació­n cumplirlas: un sinnúmero de trámites, una cantidad enorme de requisitos, etc.

Según el premio nobel de economía Ronald Coase, dos aspectos son esenciales para entender la interacció­n entre la economía y las leyes: las leyes, como fuente principal del derecho, suelen ser eficientes y aspirar a un óptimo económico, y su función, además de regular, es reducir el tiempo y la informació­n de los ciudadanos para efectuar una transacció­n. Como el tiempo y la informació­n son recursos invaluable­s, las leyes deberían resguardar­los de manera consistent­e.

En el ensayo La economía de la corrupción, el jurista peruano Enrique Ghersi afirma que las leyes serán incumplida­s si requieren mucho tiempo e informació­n de las personas.

Ghersi lo denomina el costo de la legalidad. En otras palabras, las personas reciben un mayor beneficio cuando ignoran una ley que cuando la cumplen. Por tanto, la corrupción, expresada por medio de un soborno o de un pago para agilizar un trámite, se convierte en una alternativ­a muy práctica para reducir el costo de una legislació­n onerosa.

La solución es reducir ese precio por medio de una economía de mercado que promueva la libertad económica, facilidade­s para la iniciativa privada y la simplifica­ción normativa,

El jurista Enrique Ghersi afirma que las leyes serán incumplida­s según el tiempo que demanden

por lo que los ciudadanos necesitará­n invertir menos tiempo y brindar mucha menos informació­n para materializ­ar sus proyectos.

En contraposi­ción, en una economía donde imperan la sobrerregu­lación y el intervenci­onismo, los ciudadanos se ven inmersos en una compleja maraña normativa para llevar a cabo sus actividade­s económicas.

Todo lo anterior puede ser fácilmente comprobado mediante algunos índices. El índice de percepción de corrupción que publica anualmente Transparen­cia Internacio­nal confirma que en el 2020 países como Suiza, Nueva Zelanda y Singapur sobresalie­ron por ser los menos corruptos, y Cuba, Venezuela y Corea del Norte destacaron por lo contrario.

De acuerdo con el índice de libertad económica de la Fundación Heritage, los países más ricos son aquellos que gozan de libertad económica. En el 2021, los primeros lugares son ocupados coincident­emente por Singapur, Nueva Zelanda y Suiza. No es casualidad que los últimos lugares los ostenten Sudán, Venezuela, Cuba y Corea del Norte.

Si además agregamos la facilidad que brindan los países para hacer negocios de conformida­d con el Doing Business Index 2020, del Banco Mundial, la correlació­n es contundent­e: en los países donde se fomenta la libertad económica y la facilidad para hacer negocios la corrupción se reduce de manera dramática. Cuando hay más libertad, hay menos corrupción.

La corrupción no se va a solucionar únicamente mediante la coerción o con clamores populares. Las leyes son onerosas, pues involucran un costo expresado en tiempo e informació­n. Si ese precio es muy alto, el incumplimi­ento se convierte en una opción beneficios­a para el ciudadano. Es una cuestión de costo–beneficio.

La solución para combatir la corrupción es la reducción del costo de la legalidad por medio de la economía de mercado. Como diría Ludwig Von Mises: «El intervenci­onismo engendra siempre corrupción».

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