LUCIANA ALVARADO
Gimnasta inició camino a olimpiada aún en pañales Empezó a los dos años en el gimnasio de su madre, hoy su entrenadora
Para ella era solo un juego, era pura diversión y la mejor forma de pasar los días con su mamá, sus dos hermanas, sus primas y sus amigas.
Brincar de un lado a otro en una colchoneta y dar giros eran algunas de sus aventuras cotidianas. Sus ojos se llenaban de asombro al ver a su madre y a otras niñas de mayor edad mientras ejecutaban movimientos milimétricos, se elevaban en las barras o lograban una serie de piruetas en el aire.
Solo tenía dos años, pero justo entonces se inició el camino en la gimnasia artística para Luciana Alvarado Reid. Aún con pañales y sin tan siquiera imaginarse lo que la vida le tendría preparado para su futuro, empezó a construir, en su lugar de juegos, lo que 16 años después se convirtió en la gesta olímpica de todo un país.
Luciana creció y tuvo como segundo hogar el club gimnástico Gymstars, propiedad de Sherlly Reid, entrenadora, madre de Alvarado y gimnasta profesional, quien incluso fue campeona centroamericana.
En el 2004, Reid fundó un sitio que su pequeña hija vio como esa gran sala de diversiones, donde podía disfrutar sin parar, pero que luego de mucho esfuerzo fue la cuna de la que salió la primera gimnasta costarricense en clasificarse a unos Juegos Olímpicos.
“Al inicio pasaba todo el día en el gimnasio jugando con mis hermanas; siempre vi la gimnasia como algo normal, un pasatiempo en el trabajo de mi mamá, y es que en todo momento la acompañábamos.
”Nunca sentí la gimnasia como algo extra o como un peso, tampoco como algo a lo que mis papás me llevaban porque debía hacer algún deporte. Más bien era un juego y algo para disfrutar muchísimo”, contó la atleta.
Más allá de que este deporte implica una disciplina total y grandes sacrificios para rozar la perfección, ella no puede esconder que ella siempre ha visto lo que hace como una pasión que le genera alegría.
Además, es algo que trae en su ADN, ya que en su núcleo familiar prácticamente todos lo hacen y su padre, Alejandro Alvarado, es también un amante del deporte y profesor de artes marciales.
“Siempre tenía algo que hacer en el gimnasio; llegaban mis compañeras, mis primas, mis hermanas, y nunca pasamos un momento aburridas. Siempre jugábamos y disfrutábamos mucho del deporte, que al final es muy importante en la vida de un niño. Creo que todo esto nos enseñó mucho sobre la disciplina y el disfrutar de lo que uno hace sin sentir un peso extra de tener que dar resultados en esto o en aquello”, dijo en entrevista con La Nación.
Decisiones importantes. Aunque la gimnasia empezó como un juego para Luciana Alvarado, con el pasar del tiempo fue demostrando que tenía el nivel y las habilidades para dar el salto y convertirse en una atleta profesional.
A muy corta edad tuvo que tomar la decisión, aunque esto implicaba más esfuerzos para sobrellevar la carga académica y, lógicamente, debía redoblar horas de prácticas, porque en su cabeza estaba fija la meta de hacerlo en grande.
No lo dudó, pues significaba encaminarse a buscar el sueño de su mamá, el de sus hermanas y el de ella misma. La meta era una sola: llegar a los añorados Juegos Olímpicos.
“Como a los 12 o 13 años decidí que me iba a dedicar a esto. En gimnasia, a estas edades ya se es gimnasta juvenil y hay que prepararse para convertirse en élite, así que uno debe empezar a meter más elementos, incluir más dificultades y entrenar más horas. Dar este paso fue lo que hizo que me diera cuenta, aún más, que es lo que me apasiona”, contó la joven gimnasta.
Entrenar casi seis horas al día hizo que a Alvarado se le complicara cumplir con las obligaciones del colegio, y justo entonces se inclinó por pasarse al sistema de educación abierta del Ministerio de Educación Pública (MEP).
“Cuando tenía 13 y estaba en sétimo, se me empezó a volver más complicado el tema del estudio (...) y decidí pasarme a la modalidad de estudio en casa. Hice mis exámenes con una tutora”, relató.
Hoy en día cursa generales en la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y apunta a entrar a la carrera de Filología Inglesa en la Universidad de Costa Rica (UCR), porque escribir y leer son otras de sus pasiones, además del cine.
Al lado de su madre, como entrenadora, superó todos los obstáculos que se le pusieron enfrente en la gimnasia artística. Incluso, derribó la barrera que tenía el país de no poder llevar a una atleta en esta disciplina a los Olímpicos.