Baja contaminación al circular menos autos, según UNA
››Expertos: incide limitación al tránsito, teletrabajo y las clases a distancia
Entre las muchas angustias que ha deparado la pandemia, surge una noticia alentadora. La calidad del aire que respiran los pobladores, trabajadores y visitantes del centro de San José, ha mejorado con los cambios obligados por la emergencia sanitaria.
La permanencia de miles de personas en sus casas, desde donde trabajan o estudian virtualmente, además de las limitaciones al tránsito, habrían contribuido con el descenso del 20% en la concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) en el ambiente.
Este gas contaminante, que es emitido principalmente por los vehículos de combustión interna, es dañino para la salud humana. En niveles extremos, puede llegar a ocasionar lluvia ácida.
La mejora la evidencian los datos preliminares del último estudio elaborado por el Laboratorio de Análisis Ambiental de la Universidad Nacional (UNA), que a través de un monitoreo pasivo del aire recoge información en 28 distintos puntos del cantón Central josefino.
De acuerdo con el químico industrial del Laboratorio, Víctor Hugo Beita, gran parte de esa mejora está relacionada con los cambios en los patrones de movilidad de las personas, justamente ocasionados por la pandemia de coronavirus.
“La concentración promedio anual de este contaminante en el aire estaba por encima de los 37,6 microgramos por metro cúbico aproximadamente. En 2020 esa concentración disminuyó cerca de un 20%.
”Tenemos una reducción que para nada es despreciable y que está muy relacionada con la parte de las emisiones vehiculares. Eso se puede asociar directamente con los cambios en los patrones de movilidad que hemos vivido y que podemos reforzar en 2021.
”Todavía no podemos concluirlo, porque estamos hablando de datos a abril de este año, pero, por lo menos, en este primer cuatrimestre el comportamiento es muy similar”, indicó Beita.
Debido a los peligros ocasionados por la alta presencia del contaminante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niveles de concentración de ese gas no sobrepasen la media
” TENEMOS UNA REDUCCIÓN QUE PARA NADA ES DESPRECIABLE Y QUE ESTÁ MUY RELACIONADA CON LA PARTE DE LAS EMISIONES VEHICULARES. ESO SE PUEDE ASOCIAR DIRECTAMENTE CON LOS CAMBIOS EN LOS PATRONES DE MOVILIDAD QUE HEMOS VIVIDO Y QUE PODEMOS REFORZAR EN 2021”. Víctor Hugo Beita Químico industrial, unA
anual de 40 microgramos por metro cúbico (µg/m³).
No obstante, la concentración de dióxido de nitrógeno en el aire josefino sobrepasó ese nivel durante tres años consecutivos. Ese gas es uno de los criterios que permiten a los especialistas medir el nivel de contaminación del aire.
Durante 2016 se registró una media anual de 41,9 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico. Un año después se alcanzó la cifra más alta hasta entonces, con 48,1 µg/m³, mientras que en 2018 el registro fue de 41,4 µg/m³.
“Es un asunto de salud pública, por supuesto. Todo este tipo de contaminantes afectan a personas vulnerables por padecimientos respiratorios, con asma o enfermedades en los bronquios. Esto viene a intensificar esos padecimientos”, señaló Beita.
Posteriormente, en 2019, se regresó a tener índices por debajo del tope señalado por la OMS, con un importante descenso en el año de pandemia, cuando se registraron 30,2 microgramos de NO2 por metro cúbico.
Incluso, los datos preliminares muestran que durante el primer cuatrimestre de 2021, la concentración del contaminante mostró un comportamiento similar al año anterior.
“La pandemia tuvo un efecto indiscutible”, dijo Beita.
“Qué tan concluyente podamos ser a nivel de datos anuales (de 2021) todavía sería un poco aventurado decirlo, porque se necesita ver cuál es el comportamiento durante este segundo año”, afirmó.
Sin embargo, las primeras evidencias son alentadoras, sobre todo al considerar, las otras devastadoras huellas de la pandemia en la ciudad, como el grave impacto en el comercio y el empleo, así como el aumento de la indigencia por efectos económicos.
Álvaro Muñoz, un propietario de uno de esos pequeños puestos comerciales en las esquinas del centro de San José, aseguró que para él es muy difícil percibir una mejora en el aire que respira, sobre todo, afirmó, por el uso de mascarilla.
No obstante, reconoció que es un tema que le preocupa por su salud.
“Es muy difícil saber si ha mejorado o no, en especial porque ahora uno usa mascarilla. Pero algo que sí he visto es menos humo, por supuesto, porque hay menos carros o al menos eso parece.
”A uno le preocupa, por supuesto. Yo tengo como 10 años aquí respirando humo. Y se habla mucho sobre los daños en los pulmones”, manifestó el comerciante.
Futuro pospandemia. Mientras nos acercamos al regreso a la normalidad, con el avance de la campaña de inmunización contra la covid-19, la pregunta que surge inevitablemente es ¿qué tan sostenible va a ser esa mejora en el aire lograda durante la crisis sanitaria?
Por ahora es difícil predecir una respuesta. No obstante, tanto para el investigador y docente de la Escuela de Ciencias Ambientales de la UNA, José Félix Rojas, como para el planificador urbano y director de Rutas Naturbanas, Federico Cartín, mucho va a depender de nuestro comportamiento pospandemia.
Ambos estiman que muchas de las transformaciones ocurridas durante la crisis serán heredadas a la nueva vida.
“Regresar a la normalidad no es volver al pasado. Creo que es contundente que esto va a tener implicaciones, principalmente en la manera cómo nos movemos”, manifestó Car
tín.
La permanencia del teletrabajo o las jornadas mixtas como opciones viables para las empresas, ayudarían a disminuir la movilidad de las personas, principal responsable de las emisiones contaminantes.
“El teletrabajo, por lo menos en algunos trabajos, porque no todos se pueden hacer de forma remota. Pero lo que sí vamos a ver, posiblemente, son reducciones de la jornada presencial. Ambas modalidades, presencial y virtual, van a ser parte de la receta”, añadió el planificador urbano.
Si esto ocurriera, explicó Rojas, es probable que la calidad del aire, al menos, no regrese a los altos índices de contaminación reportados previo a la pandemia.
“Todo va a depender mucho de lo que quede de esos cambios en las formas de trabajar. Si lográramos sostener estos avances en materia de teletrabajo y que, además, el Gobierno pueda incentivar esa modalidad, es posible que cuando lleguemos a la nueva normalidad tengamos niveles más bajos de contaminación del aire.
”Quizás no tan bajos como los que logramos cuando las restricciones fueron mucho más fuertes, pero sí por lo menos mejor calidad del aire que teníamos previo a la pandemia, donde la presencialidad en los trabajos era de un 100%, donde la restricción vehicular estaba limitada al área metropolitana de San José”, afirmó el investigador.
Para la nueva normalidad, coinciden los especialistas, todavía perdurarán problemas estructurales que siguen sin resolverse y que son una verdadera barrera para lograr una mejora sostenible en la calidad del aire que respiramos y para reducir las emisiones contaminantes.
Estos están relacionados con la ausencia de un sistema de transporte público masivo, interconectado, moderno y eficiente, que logre desincentivar el uso de vehículo privado como medio de movilidad tradicional entre los costarricenses.
A esto se suma la poca infraestructura de calidad que motive realmente a las personas a incluir desplazamientos caminando o en bicicleta como parte de su rutina diaria en la ciudad.
“También hay decisiones importantes sobre cómo utilizamos la naturaleza a nuestro favor para poder ayudar a limpiar el aire en la ciudad. Esta es una de las áreas donde creo que tenemos que poner mucha atención, en particular por los efectos de los gases invernaderos, como la subida de temperaturas, entre otros.
”A través de la arborización se puede lograr implicaciones no solo en la calidad del aire, sino también en las temperaturas (percibidas en aceras, por ejemplo) y en nuestra misma decisión de si caminamos o no. Si está a 40 grados, le aseguro que nadie va a querer caminar a la pulpería o al súper que le queda a tres o cuatro cuadras”, consideró Cartín.