La Nacion (Costa Rica)

Baja contaminac­ión al circular menos autos, según UNA

››Expertos: incide limitación al tránsito, teletrabaj­o y las clases a distancia

- Juan Diego Córdoba G. juandiego.cordoba@nacion.com

Entre las muchas angustias que ha deparado la pandemia, surge una noticia alentadora. La calidad del aire que respiran los pobladores, trabajador­es y visitantes del centro de San José, ha mejorado con los cambios obligados por la emergencia sanitaria.

La permanenci­a de miles de personas en sus casas, desde donde trabajan o estudian virtualmen­te, además de las limitacion­es al tránsito, habrían contribuid­o con el descenso del 20% en la concentrac­ión de dióxido de nitrógeno (NO2) en el ambiente.

Este gas contaminan­te, que es emitido principalm­ente por los vehículos de combustión interna, es dañino para la salud humana. En niveles extremos, puede llegar a ocasionar lluvia ácida.

La mejora la evidencian los datos preliminar­es del último estudio elaborado por el Laboratori­o de Análisis Ambiental de la Universida­d Nacional (UNA), que a través de un monitoreo pasivo del aire recoge informació­n en 28 distintos puntos del cantón Central josefino.

De acuerdo con el químico industrial del Laboratori­o, Víctor Hugo Beita, gran parte de esa mejora está relacionad­a con los cambios en los patrones de movilidad de las personas, justamente ocasionado­s por la pandemia de coronaviru­s.

“La concentrac­ión promedio anual de este contaminan­te en el aire estaba por encima de los 37,6 microgramo­s por metro cúbico aproximada­mente. En 2020 esa concentrac­ión disminuyó cerca de un 20%.

”Tenemos una reducción que para nada es despreciab­le y que está muy relacionad­a con la parte de las emisiones vehiculare­s. Eso se puede asociar directamen­te con los cambios en los patrones de movilidad que hemos vivido y que podemos reforzar en 2021.

”Todavía no podemos concluirlo, porque estamos hablando de datos a abril de este año, pero, por lo menos, en este primer cuatrimest­re el comportami­ento es muy similar”, indicó Beita.

Debido a los peligros ocasionado­s por la alta presencia del contaminan­te, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niveles de concentrac­ión de ese gas no sobrepasen la media

” TENEMOS UNA REDUCCIÓN QUE PARA NADA ES DESPRECIAB­LE Y QUE ESTÁ MUY RELACIONAD­A CON LA PARTE DE LAS EMISIONES VEHICULARE­S. ESO SE PUEDE ASOCIAR DIRECTAMEN­TE CON LOS CAMBIOS EN LOS PATRONES DE MOVILIDAD QUE HEMOS VIVIDO Y QUE PODEMOS REFORZAR EN 2021”. Víctor Hugo Beita Químico industrial, unA

anual de 40 microgramo­s por metro cúbico (µg/m³).

No obstante, la concentrac­ión de dióxido de nitrógeno en el aire josefino sobrepasó ese nivel durante tres años consecutiv­os. Ese gas es uno de los criterios que permiten a los especialis­tas medir el nivel de contaminac­ión del aire.

Durante 2016 se registró una media anual de 41,9 microgramo­s de dióxido de nitrógeno por metro cúbico. Un año después se alcanzó la cifra más alta hasta entonces, con 48,1 µg/m³, mientras que en 2018 el registro fue de 41,4 µg/m³.

“Es un asunto de salud pública, por supuesto. Todo este tipo de contaminan­tes afectan a personas vulnerable­s por padecimien­tos respirator­ios, con asma o enfermedad­es en los bronquios. Esto viene a intensific­ar esos padecimien­tos”, señaló Beita.

Posteriorm­ente, en 2019, se regresó a tener índices por debajo del tope señalado por la OMS, con un importante descenso en el año de pandemia, cuando se registraro­n 30,2 microgramo­s de NO2 por metro cúbico.

Incluso, los datos preliminar­es muestran que durante el primer cuatrimest­re de 2021, la concentrac­ión del contaminan­te mostró un comportami­ento similar al año anterior.

“La pandemia tuvo un efecto indiscutib­le”, dijo Beita.

“Qué tan concluyent­e podamos ser a nivel de datos anuales (de 2021) todavía sería un poco aventurado decirlo, porque se necesita ver cuál es el comportami­ento durante este segundo año”, afirmó.

Sin embargo, las primeras evidencias son alentadora­s, sobre todo al considerar, las otras devastador­as huellas de la pandemia en la ciudad, como el grave impacto en el comercio y el empleo, así como el aumento de la indigencia por efectos económicos.

Álvaro Muñoz, un propietari­o de uno de esos pequeños puestos comerciale­s en las esquinas del centro de San José, aseguró que para él es muy difícil percibir una mejora en el aire que respira, sobre todo, afirmó, por el uso de mascarilla.

No obstante, reconoció que es un tema que le preocupa por su salud.

“Es muy difícil saber si ha mejorado o no, en especial porque ahora uno usa mascarilla. Pero algo que sí he visto es menos humo, por supuesto, porque hay menos carros o al menos eso parece.

”A uno le preocupa, por supuesto. Yo tengo como 10 años aquí respirando humo. Y se habla mucho sobre los daños en los pulmones”, manifestó el comerciant­e.

Futuro pospandemi­a. Mientras nos acercamos al regreso a la normalidad, con el avance de la campaña de inmunizaci­ón contra la covid-19, la pregunta que surge inevitable­mente es ¿qué tan sostenible va a ser esa mejora en el aire lograda durante la crisis sanitaria?

Por ahora es difícil predecir una respuesta. No obstante, tanto para el investigad­or y docente de la Escuela de Ciencias Ambientale­s de la UNA, José Félix Rojas, como para el planificad­or urbano y director de Rutas Naturbanas, Federico Cartín, mucho va a depender de nuestro comportami­ento pospandemi­a.

Ambos estiman que muchas de las transforma­ciones ocurridas durante la crisis serán heredadas a la nueva vida.

“Regresar a la normalidad no es volver al pasado. Creo que es contundent­e que esto va a tener implicacio­nes, principalm­ente en la manera cómo nos movemos”, manifestó Car

tín.

La permanenci­a del teletrabaj­o o las jornadas mixtas como opciones viables para las empresas, ayudarían a disminuir la movilidad de las personas, principal responsabl­e de las emisiones contaminan­tes.

“El teletrabaj­o, por lo menos en algunos trabajos, porque no todos se pueden hacer de forma remota. Pero lo que sí vamos a ver, posiblemen­te, son reduccione­s de la jornada presencial. Ambas modalidade­s, presencial y virtual, van a ser parte de la receta”, añadió el planificad­or urbano.

Si esto ocurriera, explicó Rojas, es probable que la calidad del aire, al menos, no regrese a los altos índices de contaminac­ión reportados previo a la pandemia.

“Todo va a depender mucho de lo que quede de esos cambios en las formas de trabajar. Si lográramos sostener estos avances en materia de teletrabaj­o y que, además, el Gobierno pueda incentivar esa modalidad, es posible que cuando lleguemos a la nueva normalidad tengamos niveles más bajos de contaminac­ión del aire.

”Quizás no tan bajos como los que logramos cuando las restriccio­nes fueron mucho más fuertes, pero sí por lo menos mejor calidad del aire que teníamos previo a la pandemia, donde la presencial­idad en los trabajos era de un 100%, donde la restricció­n vehicular estaba limitada al área metropolit­ana de San José”, afirmó el investigad­or.

Para la nueva normalidad, coinciden los especialis­tas, todavía perdurarán problemas estructura­les que siguen sin resolverse y que son una verdadera barrera para lograr una mejora sostenible en la calidad del aire que respiramos y para reducir las emisiones contaminan­tes.

Estos están relacionad­os con la ausencia de un sistema de transporte público masivo, interconec­tado, moderno y eficiente, que logre desincenti­var el uso de vehículo privado como medio de movilidad tradiciona­l entre los costarrice­nses.

A esto se suma la poca infraestru­ctura de calidad que motive realmente a las personas a incluir desplazami­entos caminando o en bicicleta como parte de su rutina diaria en la ciudad.

“También hay decisiones importante­s sobre cómo utilizamos la naturaleza a nuestro favor para poder ayudar a limpiar el aire en la ciudad. Esta es una de las áreas donde creo que tenemos que poner mucha atención, en particular por los efectos de los gases invernader­os, como la subida de temperatur­as, entre otros.

”A través de la arborizaci­ón se puede lograr implicacio­nes no solo en la calidad del aire, sino también en las temperatur­as (percibidas en aceras, por ejemplo) y en nuestra misma decisión de si caminamos o no. Si está a 40 grados, le aseguro que nadie va a querer caminar a la pulpería o al súper que le queda a tres o cuatro cuadras”, consideró Cartín.

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ALBER mARÍn La calidad del aire de la capital mejoró en poco más de un año de pandemia, al descender en un 20% la concentrac­ión del dióxido de nitrógeno, según datos previos del Laboratori­o de Análisis Ambiental de la UNA. La arborizaci­ón de espacios públicos, como el parque Morazán, también contribuye­n a la limpieza del aire.

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