La Nacion (Costa Rica)

Carta abierta a Miguel Díaz-Canel

- Carlos Alberto Montaner PERIODISTA Y ESCRITOR

FIRMAS PRESS. A nadie, salvo a los psicópatas, les gusta ser percibidos como los inductores del terror. Eso fue lo que cambió abruptamen­te el domingo 11 de julio. Regresaron, volando, Esteban Ventura y Conrado Carratalá, dos famosos asesinos de Batista, y se confundier­on con los revolucion­arios.

Se modificó sustancial­mente el relato. Los revolucion­arios pasaron de ser los protagonis­tas de una historia gallarda de resistenci­a frente a la adversidad, a ser percibidos como unos abusadores que les pegan, hasta matarlos, a jóvenes desarmados que pedían libertad.

El estallido social se veía venir. El Movimiento San Isidro y la canción Patria y vida fueron los puntos de inflexión. Su gobierno, presidente, no supo responder. Como siempre han hecho, dieron un do de testículo sin advertir que las circunstan­cias son otras. Fue un error no conversar con esos jóvenes. El 11 de julio del 2021 todo comenzó a cambiar en Cuba. No es el final, pero sí el comienzo del final. Lo dijeron, antes de que ocurriera, entre otros, muy preocupado­s, Yoani Sánchez en 14yMedio, y el cura José Conrado Rodríguez a todo el que lo quisiera oír. Esta vez sería distinto. No era una crisis habitual.

Los cubanos llevan décadas subaliment­ándose en casas semiderrui­das por la incuria de sus gobernante­s. Con frecuencia, tienen que evacuar sus viviendas porque se vienen abajo. La educación y la sanidad son del tercer mundo (menos para los mayimbes, claro).

Las ropas, los zapatos y los teléfonos móviles son objetos tan preciados que te pueden matar para quitarte unos tenis o un celular. El transporte es del cuarto mundo. Internet va y viene según el criterio de los jefazos. Y, sin embargo, nada pasaba.

¿Qué ocurrió el 11 de julio? Sucedió que Fidel murió a finales del 2016 y Raúl, aparenteme­nte, se había retirado. Sucedió que casi se acabaron los alimentos. Las manipulaci­ones oficiales con la moneda terminaron de hartar a la sociedad porque era una estafa tras otra.

Nada irrita más al trabajador que le paguen en una moneda sin poder adquisitiv­o y le vendan en una divisa que vale 20 o 30 veces más que su magro salario. Sucedió el calor del espantoso verano cubano y la ausencia de abanicos eléctricos y mucho menos de aires acondicion­ados.

Sucedió la pandemia de covid-19. Ustedes, presidente, gestionaro­n muy mal esa crisis. Las vacunas Abdala ni siquiera tienen el visto bueno de las autoridade­s sanitarias cubanas o venezolana­s. Solo han llegado a un porcentaje minúsculo de la totalidad de los habitantes de la Isla, mientras 12 millones de vacunas han ido a parar a Venezuela.

Se han atrevido a decir que su eficacia es del 92 %, tras tres dosis. ¿Por qué ese 92 %? ¿Para no ser menos que la vacuna rusa? Con la vida de las personas no se juega, presidente. La secretivid­ad no es una virtud en estas cuestiones. Ya sabe, porque lo dijo Martí, que no se manda en una república como si fuera un campamento militar.

Ustedes carecen de verosimili­tud, presidente. Ni dentro ni fuera del país les creen una palabra. No se puede mentir a la gente durante tanto tiempo. Fidel juró que no era comunista al principio de la revolución.

Luego se contradijo y aseguró que se hizo marxista leninista en la etapa universita­ria. Acusó a Estados Unidos de todos los males que afectaban a Cuba. Incluso, de mandarle los ciclones.

Llamaba «bloqueo» al «embargo», unas medidas que limitaban las transaccio­nes comerciale­s entre los dos países, producto de las confiscaci­ones de empresas norteameri­canas sin pagar un céntimo de indemnizac­ión.

Estas confiscaci­ones comenzaron durante el gobierno de Eisenhower y se intensific­aron en los mil días de Kennedy. Pero cuando Obama restableci­ó relaciones en el 2014 y trató de allanar el camino entre ambas naciones, lo acusaron de imperialis­ta y de tener intencione­s ocultas de anexar a la Isla, tendencia que, supuestame­nte, estaba presente en Estados Unidos desde comienzos del siglo XIX, a partir de la presidenci­a de Thomas Jefferson.

Usted, presidente, si no quiere provocar un golpe militar, tiene que abrirse al diálogo con la sociedad. Ya se han dado de baja miles de personas. Los más conspicuos son los artistas que todos conocemos: Chucho Valdés, los Van-Van, Leo Brouwer (sobrino nieto de Ernesto Lecuona) y Silvio Rodríguez (se lo está pensando).

Pero hay un general, viceminist­ro del Ministerio del Interior, llamado Jesús Manuel Burón Tabit, muy disgustado con el cariz que han tomado los atropellos en Cuba, de acuerdo con Juan Juan Almeida y publicado en ABC de Madrid. Aunque si este no fuera, otro lo sustituirí­a.

Raúl, a sus noventa años, está muy viejo y ha vivido para complacer a Fidel. No tiene remedio. Incluso, después de enterrado el Comandante gravita sobre todos ustedes. ¿Qué dijeron en las reuniones? Se preguntaro­n qué hubiera hecho Fidel Castro. Pero Fidel no entendía nada del mundo actual, y murió entretenid­o dedicado a la producción de Moringa.

Podía vencer, pero no convencer. La democracia sirve, entre otras cosas, presidente, para evitar la violencia. Es verdad que usted puede perder el poder, pero ¿de qué le sirve el gobierno si usted es universalm­ente repudiado?

La Revolución cubana fue ejemplar en sus comienzos, pero el proceso fue rechazado paulatinam­ente. Los últimos vestigios de lozanía los perdió el 11 de julio pasado. A partir de entonces han quedado como asesinos y matones. Ese rol, presidente, no le gusta a nadie. Continuará­n las desercione­s.

Es verdad que usted puede perder el poder, pero ¿de qué le sirve el gobierno si usted es universalm­ente repudiado?

 ?? AFP ?? Represión contra manifestan­tes en La Habana el 11 julio del 2021.
AFP Represión contra manifestan­tes en La Habana el 11 julio del 2021.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica