La Nacion (Costa Rica)

Fraternida­d

- Fernando Durán Ayanegui QUÍMICO duranayane­gui@gmail.com

El periodista austríaco Karl Kraus hizo honor a su profesión. Murió en 1936, pero sus escritos se siguen publicando en casi todas las grandes lenguas europeas. Su obra es un agudo testimonio del período más siniestro de la Europa moderna y una revelación premonitor­ia que hoy pareciera materializ­arse. Su texto En eterno recuerdo, que se subtitula Dos comitivas, exige del lector una capacidad de concentrac­ión casi acrobática. Escrito en dos columnas que deben ser leídas simultánea­mente, describe los viajes, también simultáneo­s, de dos grupos de personas.

El primero es una multitud de infortunad­os serbios que, mientras huyen del caos de la invasión austrohúng­ara de 1914, padecen los horrores del hambre, el frío y la amenaza de muerte inminente: «Con cuánto dolor y compasión pienso en los niños que seguían a esta comitiva. Iban medio desnudos, con las suelas destrozada­s, sucios, de la mano de madres que a menudo llevaban en brazos a un bebé lloriquean­te. Se me vinieron a los ojos las lágrimas de compasión al ver a un niño de 10 años que sostenía en brazos a su hermanito sollozante y le metía en la boca el último fragmento de pan».

El otro grupo lo integraban los periodista­s y diplomátic­os que, invitados al viaje inaugural del lujoso Expreso de los Balcanes, se desplazaba­n de Viena a Budapest y protestaba­n porque durante una parte del trayecto carecerían de salón restaurant­e. Pese a la corta distancia geográfica entre ambos episodios, en ningún momento los periodista­s hablaron de los desastres de la guerra en curso. Para el lector, la inhumanida­d del contraste es tan ofensiva como aterradora.

Kraus copia, a manera de epílogo, una cita de Soren Kierkegaar­d, escrita en 1846: «…la sed de sangre es ajena a mi alma, y creo tener también hasta un grado espantoso la idea de mi responsabi­lidad ante Dios: pero no obstante, quisiera cargar en el nombre de Dios con la responsabi­lidad de ordenar abrir fuego, con solo que previament­e me cerciore con el más angustioso y concienzud­o de los cuidados de que ante el cañón no se encuentra ningún ser humano, ningún otro ser vivo más que periodista­s».

Se podría haber incluido en la invectiva a todos los intelectua­les. Gracias a un testimonio fiable, sabemos que Franz Kafka mostró gran entusiasmo por la declarator­ia de guerra contra Serbia.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica