La Nacion (Costa Rica)

Emprendamo­s proyectos sociales que apoyen a niños y adolescent­es

- ABOGADA Marcela Allón Zúñiga allonmarce­la@gmail.com

Hablar de los derechos de los niños y adolescent­es parece trillado, porque muchas veces se da por sentado que es un asunto casero, o bien, no parece importar, ya que, como sea, llegarán a grandes y, como todos, deberán sobrevivir.

Persiste en el ideario colectivo que cuidarlos es una faena que compete a los progenitor­es, como si su desarrollo fuera una cuestión de provisión de pan y techo.

No parece tener relevancia que el desarrollo de una sociedad esté en franca simetría con el de sus habitantes. Una sociedad de personas mal nutridas en su infancia, con escaso acceso a formación académica, cultural, musical o a actividade­s físicas o recreativa­s, difícilmen­te competirá con las que desde hace mucho comprendie­ron la significac­ión de propiciar una niñez y adolescenc­ia que «crezca en desarrollo».

Los menores de edad soportan la minusvalía que les genera el ser dependient­es. En el hogar, son dependient­es de las decisiones de sus progenitor­es y arrastran, por ello, la vida de estos.

En muchos casos, a temprana edad, enfrentan el desapego, el abandono, el alcoholism­o o la drogadicci­ón de alguno de ellos, así como violencia intrafamil­iar, abuso sexual y una serie de problemas más que dolorosame­nte afectan sus vidas.

En el ámbito público, su círculo escolar se presenta como otro lugar de amenaza. El bullying pulula en los centros educativos de toda categoría, y causa desastres en sus vidas, sin que pareciera interesar lo suficiente como para originar alertas y planes de contingenc­ia, o atención ante la mínima manifestac­ión de agresión.

El desarrollo de los niños y adolescent­es no es un asunto doméstico; nos atañe como sociedad civilizada que debe buscar lo mejor para quienes la integran, en todos los campos de la cotidianid­ad.

Por eso, las limitacion­es o agresiones de las que son objeto debe importarno­s a todos, y, en la medida de lo posible, motivar a emprender acciones que apoyen esta causa.

Las olimpíadas son solo una evidencia cercana de la limitada posibilida­d que tiene nuestra niñez y adolescenc­ia de contar con infraestru­ctura, pero sobre todo con una supraestru­ctura para competir en esas lides.

Esta es una reflexión para que, como sociedad, emprendamo­s proyectos sociales que apoyen a niñas, niños y adolescent­es, con el fin de ayudarlos a «crecer en desarrollo», lo que involucra promover la defensa de todos sus derechos.

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