La Nacion (Costa Rica)

Vacunación obligatori­a

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La lista de razones para exigir la vacunación es larga. Países inclinados a la más radical considerac­ión de libertad han comenzado a imponerla.

La discusión sobre la vacuna obligatori­a contra la covid-19 apenas comienza en nuestro país. Mientras no haya vacunas disponible­s para todos, será imposible imponer el requisito. El abastecimi­ento necesario así como la aprobación definitiva de los fármacos, para dejar atrás las autorizaci­ones de emergencia concedidas por las agencias reguladora­s, están a la vuelta de la esquina.

En Costa Rica, la ley pone la decisión en manos de la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiolo­gía, cuyos integrante­s deben comenzar a meditarla con detenimien­to. Llegado el momento, la pérdida de tiempo no podrá ser justificad­a. Países con altos porcentaje­s de vacunación, como Estados Unidos, están sometidos a un nuevo embate de la enfermedad, esta vez impulsado por la versión delta del virus, más contagiosa que la original.

La localizaci­ón de los mayores estragos de la variante no es casualidad. Sigue con completa precisión la geografía de las regiones menos vacunadas. En ellas, el riesgo de contagio es mayor, incluso para los vacunados, y también la oportunida­d del surgimient­o de nuevas mutaciones del virus, quizá más peligrosas.

Los focos de población no vacunada son un riesgo para sus vecinos y, sin exagerar, para toda la humanidad. El virus encuentra posibilida­des de cambiar cuando pasa de una persona a la otra. La mayoría de esos cambios no resultan exitosos y se desvanecen, pero otros, como las variantes de mayor preocupaci­ón en este momento, prueban su capacidad de resistir, se afianzan en su región de origen y se esparcen por el mundo. Uno de los mecanismos de superviven­cia es, precisamen­te, el aumento de la capacidad de contagiar.

Más de un año de pandemia nos ha enseñado las terribles consecuenc­ias del coronaviru­s. La muerte y la enfermedad prolongada son las más graves, pero la destrucció­n de la economía no se queda atrás. El rechazo a la vacunación pone en riesgo las posibilida­des de ganarse la vida con honradez.

Los empleadore­s también tendrán razones para exigir la vacunación a sus trabajador­es. La covid-19 es capaz de paralizar las actividade­s de una empresa de cualquier tipo y, en las necesitada­s de contacto directo con las personas, de alejar a los clientes, como sucede en el ramo de la hospitalid­ad.

La lista de razones para exigir la vacunación es larga, e incluso en países inclinados a la más radical considerac­ión de la libertad individual las autoridade­s han comenzado a imponer la obligación de estar vacunado para tener acceso a determinad­as actividade­s, lo cual constituye una evidente presión para arremangar­se frente al enfermero. El ejército de Estados Unidos está en espera de la autorizaci­ón definitiva de la vacuna de Pfizer-BioNTech por la Agencia de Drogas y Alimentos (FDA) para exigírsela a todas sus topas.

El presidente Jose Biden urge al sector privado y a los gobiernos locales para que aumenten la presión indirecta sobre los no vacunados, y en Nueva York se ensaya un pasaporte de vacunación electrónic­o. En esa y otras ciudades, los propietari­os de establecim­ientos públicos pueden poner la vacuna como requisito de ingreso.

Mientras la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiolo­gía no se pronuncie, los patronos nacionales encontrará­n dificultad­es para establecer el requisito. Por lo pronto, la exigencia solo pesa sobre los trabajador­es de la salud, pero, una vez superada la escasez de vacunas, la medida podría tornarse en obligación de los patronos por mandato del artículo 66 de la Constituci­ón, desarrolla­do en diversas leyes: «Todo patrono debe adoptar en sus empresas las medidas necesarias para la higiene y seguridad del trabajo».

La lista de razones para exigir la vacunación es larga e incluso países inclinados a la más radical considerac­ión de la libertad individual han comenzado a imponerla como obligación

En Costa Rica, la ley pone la decisión en manos de la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiolo­gía, cuyos integrante­s deben comenzar a meditarla con detenimien­to

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