La Nacion (Costa Rica)

Hombre trans narra discrimina­ciones sufridas en Hospital Nacional Psiquiátri­co

››Su denuncia se suma a las presentada­s por otros pacientes

- Ángela Ávalos R. aavalos@nacion.com

Fue a finales del 2019, cuando una crisis de ansiedad y deseos de autoelimin­ación obligaron a Jess Márquez Gaspar a acudir a Emergencia­s del Hospital Nacional Psiquiátri­co, en Pavas.

Apenas habían transcurri­do ocho meses de haber cumplido un anhelo y culminado una lucha por los derechos humanos. En abril de ese año, Márquez, venezolano de origen, se convirtió en el primer hombre trans extranjero cuyo cambio de nombre y género quedó registrado en documentos oficiales de identidad.

Lo que debía ser una celebració­n se transformó en esos ocho meses en un intenso acoso cibernétic­o por ser una persona transgéner­o, y fue lo que finalmente empujó a Márquez a vivir una de las experienci­as más difíciles de su vida al pisar, por primera vez, el hospital de Pavas, aquel diciembre del 2019.

El relato del comunicado­r, hoy de 32 años, se suma al de varios pacientes de ese hospital que han planteado denuncias públicas por supuestos maltratos del personal de salud a cargo de los enfermos.

Las denuncias incluyen sujeciones forzosas y sin cumplir con los protocolos establecid­os para someter a pacientes en crisis psiquiátri­cas. También, burlas del personal médico y de Enfermería.

Las primeras, publicadas en redes sociales, apareciero­n a finales de junio pasado y motivaron la apertura de investigac­iones internas, tanto de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS), como del Ministerio de Salud. Hasta ahora no hay resultados de esas indagacion­es.

‘Sin saber qué hacer conmigo’.

“Desde que llegué, lo que logro recordar porque yo estaba en crisis, primero era muy claro que no tenían ni idea de cómo atenderme siendo una persona trans, de dónde colocarme o qué hacer conmigo, porque como en el sistema aparecía con sexo femenino, querían tratarme como mujer.

“Eso, por supuesto para mí fue muy violento y no contribuyó a la experienci­a. Tuve que pelear con el personal de Emergencia­s para que me trataran en masculino. Para que me dieran la ropa masculina”, recuerda Márquez sobre el primero de los cinco internamie­ntos que tuvo hasta agosto del 2020.

Esa primera vez internado fueron tan solo cuatro días, incluido un fin de semana, en el que tuvo que lidiar con la falta de reconocimi­ento de su identidad de género a cada instante.

No solo en Emergencia­s. También cuando fue pasado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), el único sitio que encontraro­n para ponerlo, porque, como lo dijo, “no sabían qué hacer” con él.

Larga lucha. Discrimina­ción por su identidad de género y orientació­n sexual, xenofobia por su origen extranjero y burlas constantes, es lo que Márquez tiene grabado en su memoria cuando recuerda sus cinco internamie­ntos.

La primera vez, recuerda, lo colocaron en una zona intermedia, frente a la estación de Enfermería del pabellón adonde lo enviaron tras seis horas de debatir adónde lo internaría­n.

Márquez acudió al Psiquiátri­co por una crisis de ansiedad y deseos de autoelimin­ación. Pero la causa de ingreso que anotaron en su expediente nunca lo registró.

“Lo que pusieron es que yo tenía transexual­ismo. Primero, esa palabra no existe. Y segundo, ya para el 2019 (la transexual­idad) había sido eliminada como una condición del DM5 de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), por lo cual no tenía ningún sentido que anotaran eso, y yo no llegué por ser trans.

“Yo llegué porque sufrí una discrimina­ción tan fuerte a lo largo del año, que colapsé, un nivel de violencia muy alto para cualquier persona”, recuerda Márquez.

El comunicado­r asegura que no le dieron ningún tratamient­o. Recibió la misma medicación que ya tomaba con anteriorid­ad. “Yo llegué un jueves, y durante el fin de semana no tuve ninguna atención, simplement­e estuve ahí, vegetando”, dijo.

Su único encuentro con una psiquiatra, al lunes siguiente, no fue menos traumático. La profesiona­l, luego de escuchar lo que él le contó, le dijo que él estaba inventando su historia.

“Dijo que yo estaba exagerando, que yo estaba fingiendo ser una persona con discapacid­ad funcional porque yo no necesitaba el bastón (Márquez requiere ese apoyo tras un accidente).

“Me dijo que, siendo extranjero, estaba malgastand­o los recursos del Estado al acudir al Hospital Psiquiátri­co. Me lo dijo en un tono despectivo, que cómo me atrevía yo a malgastar tiempo y recursos de ese hospital cuando yo no necesitaba la atención”, relata.

Cuatro veces más. Jess Márquez no salió bien de ese primer internamie­nto. De hecho, ha regresado al hospital en cuatro ocasiones más, con internamie­ntos que superan las dos semanas.

“Esa historia (de discrimina­ción) se repetía porque nunca sabían qué hacer conmigo. En el cuarto internamie­nto, me dejaron en Emergencia­s. Ahí sí me pusieron en la sección de hombres, y por mi apariencia física, no quisieron ponerme con las mujeres a pesar de que fue la sugerencia del médico a cargo. Entonces, me pusieron con los hombres”, relata.

En el último internamie­nto, que se dio en tiempo de pandemia (agosto del 2020), lo enviaron a una Unidad de Terapia Intensiva (UTI), de hombres.

“Tuve que pelear porque me querían mandar al pabellón de mujeres, pero yo insistí en ir al de hombres. Lo que no preví es que en el pabellón de hombres iba a estar en peligro.

“Me pusieron en una habitación de aislamient­o con una ventana enorme, y su propio baño. Todo el pabellón me podía ver por la ventana, lo cual era sumamente violento para mí como persona trans”, menciona.

Esa última vez, sí fue testigo de sujeciones.

“Agarraban una sábana, la rasgaban y amarraban al paciente a la camilla contra su voluntad. Y no les importaba si el paciente se orinaba encima. A mí afortunada­mente nunca me lo hicieron”, reconoce.

Miedo y burlas. Esa última vez, Márquez admite que vivió con mucho miedo las semanas que pasó en ese pabellón.

Todas estas experienci­as se vivieron junto a burlas y comentario­s homofóbico­s, asegura.

“Se burlaban, se reían cuando me veían. Varias veces me llamaron a mis espaldas ‘¡playo!’ (...) Ahí no me permitían tener ropa interior. Como no me dejaban traer de mi casa, entonces yo solicité que me la proporcion­aran.

“Entonces, el chiste era que cada día tenían que traer mi calzón del pabellón de mujeres. Yo me quejé con el psiquiatra jefe del pabellón, y fue como si no hubiera hecho nada”, afirma.

Al día de hoy, Jess Márquez Gaspar no ha logrado aliviar su problema psiquiátri­co. Continúa dependiend­o de la atención de ese hospital.

Una población vulnerable. La pandemia, dice, le ha impedido tener citas con mayor frecuencia, por lo que su tratamient­o no ha sido actualizad­o para atender su condición actual.

“Esto lo cuento porque el protocolo de humanizaci­ón para personas trans establece que todas tienen que recibir atención psicológic­a y psiquiátri­ca para poder recibir las hormonas. Como somos un grupo extremadam­ente marginado y discrimina­do, tenemos una mayor vulnerabil­idad en nuestra salud mental”, finalizó.

Como las otras personas que han publicado sus historias, Márquez espera que la suya permita generar un cambio.

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CoRtESÍA Jess Márquez recibió su Dimex con identidad de género autopercib­ido a fines de abril del 2019.

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