La Nacion (Costa Rica)

Mitad de fallecidos en carretera son motociclis­tas

Policía atribuye aumento de muertes a alta velocidad, ebriedad y fallas mecánicas

- Reychell Matamoros

Colaborado­ra gn

El porcentaje de motociclis­tas que mueren en accidentes de tránsito ha crecido tanto en la última década que ahora representa­n la mitad de víctimas mortales.

Desde el 1.° de enero de este año y hasta el pasado 16 de agosto, la Policía de Tránsito registra 228 muertes in situ y, de ese total, 113 viajaban en moto, es decir un 49,5%.

Uno de los accidentes más graves se registró el pasado 9 de julio, cuando una niña de dos años, su papá y otra adulta falleciero­n al chocar contra una moto en la ruta 32, en su trayecto por Guápiles de Pococí.

En contra con lo que dispone la ley de tránsito, en esa moto iban cinco pasajeros, los tres fallecidos y dos sobrevivie­ntes. La niña ni siquiera tenía la edad mínima para viajar en ese tipo de vehículo (cinco años).

La imprudenci­a, como en este caso, es uno de los factores que las autoridade­s identifica­n para explicar el aumento de los fallecidos en estos vehículos de dos ruedas.

Hace 10 años, en el 2012, apenas el 25% del total de víctimas mortales circulaba en moto y, desde entonces, el peso porcentual ha venido creciendo, hasta superar la barrera del 40% en el 2019 y ahora casi el 50% en los primeros siete meses del año, según estadístic­as del Consejo de Seguridad Vial.

El 2020 tuvo un decrecimie­nto, pues el 36% del total de fallecidos eran motociclis­tas; no obstante, ese no es un año representa­tivo, pues hubo severas restriccio­nes a la movilidad producto de la pandemia.

Las causas. Además de la imprudenci­a, algunas de las causas del crecimient­o en la cantidad de fallecidos en moto derivan de que ahora más personas son usuarias de este tipo de vehículo, el exceso de velocidad, fallas mecánicas y la ebriedad.

Al ser un bien de bajo costo, que incluso se puede adquirir en un supermerca­do, es más accesible para la población, que pocas veces se educa para aprender a manejarlo con responsabi­lidad.

Además de medir la siniestral­idad en moto por la cantidad de víctimas, también se puede evaluar según el crecimient­o en la cantidad total de accidentes.

Datos del Instituto Nacional de Seguros (INS) revelan que en el 2016 hubo 15.246 accidentes con motociclis­tas involucrad­os y la cifra siguió subiendo hasta 18.869 incidentes en el 2019.

Hubo una merma en el 2020 producto de las restriccio­nes de la pandemia, cuando se reportaron 14.149 y de enero a abril del 2021 fueron 5.484.

Si solo se analizan los cuatro primeros meses del 2021, esa cifra representa el 60,6% de todos los accidentes atendidos por el seguro de automóvile­s en ese periodo (9.040).

En promedio, la atención médica de un motociclis­ta accidentad­o ronda los ¢2,1 millones. “Muchos de los accidentes, una gran concentrac­ión, se da por infraccion­es a la ley y la poca educación responsabl­e en la parte conductual”, estimó German Marín, director de la Policía de Tránsito en entrevista con La Nación.

Según explicó, al revisar las cifras de la última década hay parámetros que se repiten, por ejemplo, que la gran mayoría de las víctimas mortales son jóvenes entre 20 y 34 años.

Muchos de ellos migran de peatones a conductore­s de moto sin pasar por los exámenes teóricos y prácticos para obtener una licencia y eso se traduce en comportami­entos riesgosos en carretera, como no utilizar los dispositiv­os de seguridad, casco y chaleco o conducir a velocidade­s excesivas.

Por eso, las multas estipulada­s en la ley intentan ser un disuasor “para que los conductore­s se inhiban de hacer prácticas al margen de la ley y así fortalecer la seguridad vial”, expresó Marín.

“No me tengo que ahorrar los 10 segundos que demoro poniéndome el casco; esa decisión puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. El objetivo del casco no es evitarme una multa, sino un elemento protector para salvarme la vida. El casco no tiene que ir en el codo”, lamentó el funcionari­o.

Zonas rurales. Este tipo de comportami­entos se exacerban en zonas rurales, pues la moto es un vehículo idóneo para recorrer distancias cortas, como por ejemplo, de la casa a una finca de producción agrícola.

Desgraciad­amente, reitera Marín, en aquellas zonas es posible que el conductor no tenga licencia, no use los dispositiv­os de seguridad exigidos “porque voy ahí no más”, o que viaje con más ocupación de la permitida, porque allí los controles de carretera son más escasos que en zonas urbanas.

Por ejemplo, el pasado 18 de agosto, un equipo de este medio pudo comprobar como un adulto circulaba en una moto con tres menores de edad. Uno de ellos ni siquiera tenía la edad mínima para viajar en ese tipo de vehículo en Ticabán, en La Rita de Pococí.

“En lugares donde las personas se sienten que están en su lugar de residencia, donde está muy cerca todo y van a hacer una diligencia o manda

do, piensan que no va a ocurrir nada. Entonces, no toman todas las medidas de resguardo.

”En ocasiones, andan el casco cerca por si se encuentran a un oficial de tránsito, pero vamos a un tema conductual y cultural: el casco no es para que el oficial no le haga la multa; el casco es exigido porque es un mecanismo, una herramient­a para evitarle lesiones al conductor”, explicó Marín.

En la lucha por erradicar comportami­entos irresponsa­bles en carretera, desde abril del año pasado, el Consejo de Seguridad Vial evalúa incluir un capítulo específico sobre conducción en moto en la prueba teórica para licencia.

Dicha sección explica aspectos como usar siempre el casco, transitar con la luz encendida y posturas correctas para conducir una motociclet­a y evitar accidentes de tránsito.

Repunte. Consideran­do todos los accidentes, la Policía de Tránsito reconoce que en el 2021 se han vuelto a registrar valores “normales” de muertes en carretera, pues en este año disminuyer­on las restriccio­nes a la movilidad vial que se impusieron en los primeros meses de la pandemia.

Los datos más recientes divulgados por el Ministerio de Obras Públicas y Transporte­s hablan de 215 fatalidade­s entre enero y julio de este año, es decir, 42 más que entre enero y julio del 2020.

“Este año, lamentable­mente, la tendencia ha sido al aumento comparado con el 2020 con el 2021 donde tuvimos varios meses en números de 30 (fallecidos), que ya son números que comienzan a ser altos y que son muy parecidos al año 2019 y de ese año hacía atrás”, indicó Marín.

COLABORARO­N EN ESTA INFORMACIÓ­N VANESSA LOAIZA Y REINER MONTERO.

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La falta de dispositiv­os, como casco y chaleco, es más frecuente en zonas rurales. Esta imagen se tomó en Pococí. ReYneR monteRo
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ReYneR monteRo Este hombre y tres menores, sin implemento­s de seguridad, circulaban el 18 de agosto por Ticabán de Pococí.
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