La Nacion (Costa Rica)

Cómo mejorar la educación primaria

- Daniel Rodríguez Segura dr8kr@virginia.edu

El país debe enfocarse en los resultados y la eficiencia en relación con el costo de sus políticas

Costa Rica se enorgullec­e de sus cuantiosas inversione­s en educación. Como país, en primaria, ha logrado la alfabetiza­ción casi total y el acceso en todo el territorio.

Aun así, encara complejos desafíos —más visibles durante la pandemia— en lo relativo al aprendizaj­e básico y las desigualda­des sociales. Para que Costa Rica continúe creciendo educativa y económicam­ente, debe dar prioridad al fortalecim­iento de la primaria a través de políticas públicas eficaces, coherentes y eficientes en relación con el costo.

Tradiciona­lmente, hemos medido la calidad del sistema educativo y el interés político calculando cuánto invertimos. Nuestro gasto en educación ronda el 7 % del PIB, muy por encima del 5 % en el resto de Latinoamér­ica y aún mayor que el mismo porcentaje finlandés o belga. Invertimos alrededor de $2.500 anuales en cada estudiante de primaria, mucho más que el promedio mundial.

Desafortun­adamente, la calidad de un sistema no se mide solamente por los recursos que consume. Un auto será bueno en términos de qué tan lejos puede llevar al conductor. Es así como la calidad educativa no se mide por el porcentaje del PIB dedicado a sostenerla, si no por los resultados y a qué precio.

En Costa Rica, según el Banco Mundial, uno de cada tres estudiante­s en edad escolar no lee competente­mente. El número es peor que en otros países de ingresos similares, a pesar de que la mayoría de los niños residentes en Costa Rica sí están en la escuela y la lectura del español es relativame­nte sencilla de enseñar.

Por esto, el país necesita enfocarse en los resultados y eficiencia en relación con el costo de sus políticas. En otras palabras, en cuán mejor están nuestros estudiante­s producto de iniciativa­s específica­s y a qué precio. Propongo tres pilares respaldado­s por evidencia científica y políticame­nte viables para diferentes tendencias ideológica­s con el fin de mejorar nuestra educación primaria:

1. Enfoque curricular en las habilidade­s tempranas de lectoescri­tura y aritmética. Los estudiante­s deben ser capaces de leer y comprender textos de dificultad apropiada al concluir el primer ciclo.

Otros países son exitosos en fortalecer estas habilidade­s, especialme­nte en estudiante­s más vulnerable­s, al dedicarles más tiempo de clase a costa de otras materias menos cruciales en esta etapa del desarrollo infantil.

2. Educación personaliz­ada y focalizada. La repetición escolar no soluciona las carencias de aprendizaj­e de los niños que no logran dominar la materia. Es caro para el Estado y las familias, y aumenta la estigmatiz­ación y la probabilid­ad de una salida temprana del sistema.

Deshacerse de la retención escolar —como ya se ha tratado antes— tampoco es la respuesta: en muchos casos, solo retrasa la repetición en otros grados. Una alternativ­a mucho más eficiente es la identifica­ción temprana de estas dificultad­es y una tutoría individual o en grupos pequeños para atender las dificultad­es antes de que se agraven.

Las tutorías, incluso conducidas dentro o fuera de tiempo escolar y por no especialis­tas, son sumamente eficaces para minimizar el rezago académico en estudiante­s de primer ciclo.

3. Una cultura de datos y evidencia. Primeramen­te, necesitamo­s un sistema longitudin­al para seguir la trayectori­a académica, individual y completa de cada niño. Muchos países, incluso la vecina Guatemala, cuentan con esta herramient­a, la cual les ayuda a reducir la deserción escolar mediante la identifica­ción sistemátic­a de estudiante­s ausentes.

Segundo, necesitamo­s una medición del aprendizaj­e continua, estandariz­ada y de cada alumno. Los resultados de las pruebas son necesarios para diagnostic­ar problemas en el sistema, no para castigar a estudiante­s o maestros.

Empezar las pruebas en quinto grado es muy tarde. Necesitamo­s sistematiz­ar las evaluacion­es rigurosas de los programas educativos nuevos. Países, entre estos Perú, establecie­ron sus propias unidades de investigac­ión científica dentro de sus ministerio­s, a través de las cuales colaboran con expertos internacio­nales en el estudio y mejora de su sistema educativo.

Fortalecer nuestra educación primaria se traducirá en beneficios en la calidad de vida de los estudiante­s y la economía nacional.

Por ello, es nuestra responsabi­lidad asegurarno­s de que la gran inversión anual produzca excelentes resultados, equitativo­s y rentables para todos. ■

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KeYNa CalderÓN Fotografía con fines ilustrativ­os.

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