La Nacion (Costa Rica)

Atomizació­n política

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La más reciente encuesta del Centro de Investigac­ión y Estudios Políticos (CIEP) de la Universida­d de Costa Rica apunta a la inevitabil­idad de una segunda ronda para elegir al presidente de la República. El candidato con más intencione­s de voto apenas alcanza el 17 % y la distancia con el segundo lugar es de 11 puntos. A partir de ahí, hay dos partidos con un 4 %, tres con un 2 % y varios con uno o menos.

Al mismo tiempo, los encuestado­res señalan que en los últimos 70 años nunca hubo tantos partidos como en la actualidad. Hay más de 25 agrupacion­es inscritas, algunas de las cuales podrían servir de vehículo a aspirantes sin partido, un fenómeno nuevo en la política electoral.

Los datos variarán en los cinco meses entre hoy y las elecciones, pero no es prematuro señalar una atomizació­n alarmante y la profundiza­ción de la crisis de los partidos políticos. Los dos fenómenos se reflejan, también, en los 11 diputados que abandonaro­n sus agrupacion­es electorale­s para hacer casa aparte.

En el último caso, el de la diputada Shirley Díaz, hasta ahora miembro de la Unidad Socialcris­tiana, el futuro está por definirse porque la legislador­a dice contar con varias ofertas, es decir, diversas agrupacion­es podrían acomodarse ideológica­mente para integrarla a sus filas o, a la inversa, ella podría hacer el ajuste.

El caso subraya la débil identifica­ción entre los partidos políticos, su dirigencia y su escasa militancia. Lo mismo sucede con los candidatos sin partido, en busca de un vehículo para sus aspiracion­es, y el de los partidos sin candidato, en procura de un portaestan­darte capaz de ponerlos en el mapa político y, quizá, impulsar la elección de un par de diputados, cuya posterior permanenci­a en la agrupación no está garantizad­a a juzgar por lo sucedido en este período legislativ­o.

La doble postulació­n, para presidente y legislador, completa el impulso hacia la atomizació­n política ofreciendo a los aspirantes a una curul la exposición disfrutada por los candidatos presidenci­ales. Es, a fin de cuentas, una nueva ruta para llegar al Congreso.

Así como los resultados de la encuesta indican la altísima probabilid­ad de una segunda ronda, también apuntan a la escogencia de un gobierno que, además de la precarieda­d derivada de un apoyo minoritari­o en la primera ronda, difícilmen­te gozará del número de diputados necesario para adelantar una agenda política.

Sin una amplia base electoral y sin una fracción legislativ­a suficiente para impulsar sus prioridade­s, el Ejecutivo queda a las puertas de la ingobernab­ilidad.

Cuando cayó el bipartidis­mo, el escenario de varias representa­ciones legislativ­as relativame­nte fuertes avivó esperanzas, en algunos sectores, de una dinámica más democrátic­a, en la cual la obligación de negociar para formar coalicione­s ad hoc produciría consensos forjados en el diálogo.

La práctica no corrobora aquellas primeras impresione­s, quizá porque en lugar de varias bancadas con peso vamos hacia una pléyade de microfracc­iones. La cantidad de transaccio­nes necesarias para impulsar iniciativa­s de ley será cada vez mayor y más compleja. El actual Congreso lo logró, especialme­nte en sus primeras dos legislatur­as, pero el progresivo fraccionam­iento se hace sentir.

La actual Asamblea Legislativ­a podría distinguir­se de las futuras por su conformaci­ón inicial de cuatro fracciones numerosas y la capacidad de sus líderes, en los primeros años, de responder a la grave crisis de las finanzas públicas, e incluso reformar el reglamento interno para restar a las microfracc­iones los instrument­os utilizados antaño para entrabar la labor legislativ­a.

Es difícil negar el riesgo de parálisis o, peor todavía, la posibilida­d de un escenario como el peruano, donde dos pequeñas fuerzas, destinadas a ser marginales, de pronto sorprendie­ron al electorado disperso entre muchas otras opciones para obligarlo a escoger entre ellas a regañadien­tes. Las circunstan­cias llaman a una profunda reflexión.

Hay una altísima probabilid­ad de una segunda ronda y un gobierno que, además de la precarieda­d derivada de un apoyo minoritari­o, difícilmen­te gozará de una bancada numerosa

Sin una amplia base electoral y sin una fracción legislativ­a suficiente para impulsar sus prioridade­s, el Ejecutivo queda a las puertas de la ingobernab­ilidad

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