La Nacion (Costa Rica)

La familia como esfera educativa

- Helena Fonseca Ospina adMiNistra­dOra de NeGOCiOs hf@eecr.net

El diálogo entre la sociología, la antropolog­ía, la filosofía y la teoría educativa reconoce una idea compartida acerca de la familia más allá de si es tradiciona­l o contemporá­nea.

De acuerdo con los expertos, la familia es un ámbito donde cada persona revela su identidad en la relación con sus cercanos, proporcion­a la experienci­a de la diversidad (por sexo, edad, temperamen­to, etc.) gracias a la convivenci­a con otras personas.

Es originaria­mente el lugar donde se aprende a conducir la propia libertad, a ser quien se es y a hacer de la sociedad comunidad. Su misión consiste en el reconocimi­ento y el crecimient­o de sus miembros.

No existen familias perfectas. En ellas observamos educación o ausencia de esta. Escuela de vida, educa con la vida misma. No es una instancia neutra. Cuando las relaciones están fundamenta­das en el amor y el respeto, potencia a sus miembros.

La promoción del otro es lo esencial en la actividad educativa. El capital social arranca en la familia, afirma la pedagoga Aurora Bernal. En ella se nace, se crece y la persona se nutre. El hogar suele ser un lugar de bienestar necesario para interactua­r en otros espacios sociales. Aprender a conducir la libertad personal es uno de sus objetivos: combinar dependenci­a con independen­cia y responsabi­lidad. Colaborar en la preparació­n para ganarse la vida y cumplir una función social.

Las relaciones intrafamil­iares enseñan a resistir los problemas, a aprender a sufrir con apoyo, con fuerza, con unidad. En ella aprendemos a confiar y a tener certezas, a comprender uno de los más dichosos actos de la libertad: el servicio a los otros.

En la familia se crece con equilibrio, si se tiene la experienci­a de ser amado incondicio­nalmente. Echamos raíces personales, nos identifica­mos con los nuestros, comprendem­os la copertenen­cia y aceptamos la diversidad de las personas.

Es en su seno donde se aprende la identidad sexual,

El hogar suele ser un lugar de bienestar necesario para interactua­r en otros espacios sociales

las maneras diversas de ser, reaccionar, organizar la vida y tratarse; a ser padres, madres, hermanos. Se aprende la equidad y a aceptar y ayudar a la persona discapacit­ada, a la persona vulnerable.

En su libro La familia como ámbito educativo, Bernal afirma que el tercer objetivo de la familia es enseñar a hacer de la sociedad comunidad. Constituye una fuente de civilizaci­ón. La dimensión sociable de las personas se expande como solidarida­d.

«La familia se convierte en un ámbito privilegia­do de vínculos entre personas y se abre a otras personas generando el altruismo, una cultura de unión desinteres­ada con los demás», dice la pedagoga.

El impacto de la pandemia, que no ha discrimina­do a nadie y sus secuelas en la educación han profundiza­do las disparidad­es y retrasado a escala mundial el cumplimien­to de los objetivos de desarrollo sostenible, cuya meta era alcanzarlo­s en el 2030, exige una mayor participac­ión de las familias en la educación.

Una crisis mundial necesita una solución de igual magnitud porque, como se dice, nos jugamos el futuro de la humanidad. Debemos repensar la educación y el protagonis­mo de las familias en el desarrollo pleno de las personas para la construcci­ón de sociedades más sostenible­s, democrátic­as y justas.

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