La Nacion (Costa Rica)

Lamentable­s excusas sobre la función de las auditorías internas

- Gustavo Fernández Q.

Tristeza e indignació­n provoca el campo pagado del 4 de setiembre en La Nación, firmado por auditores internos de 12 municipali­dades para justificar por qué no hacen bien su trabajo para combatir la corrupción.

Sus argumentos se resumen en dos puntos: que nos se les asignan suficiente­s recursos y que los jerarcas incumplen o desatiende­n sus recomendac­iones. Entonces, como niños incomprend­idos, solicitan a la opinión pública que no los censure por dejar pasar las irregulari­dades en sus institucio­nes.

Quizá es cierto que la auditoría interna de un municipio promedio no cuente con suficiente­s recursos, pero ¿acaso con un buen salario a tiempo completo (que lo tienen provisto de todas las garantías sociales), escritorio y computador­a con Internet, una o dos personas no son capaces de investigar actos que resulten sospechoso­s? Los gobiernos locales costarrice­nses suelen ser entidades pequeñas, donde casi todo se sabe.

Para llevar a cabo la labor auditora no se requieren vehículos de lujo u oficinas con jacuzzi. A lo sumo, viáticos para efectuar el trabajo de campo, y no creo que eso se les niegue. Además, la Ley General de Control Interno concede a las auditorías un inmenso poder, que no ostenta cualquier ciudadano, de consultar todos los documentos necesarios y, por tanto, acumular las pruebas pertinente­s.

Para ejercer ese poder, no son necesarias sumas millonaria­s, solo voluntad y esfuerzo de investigac­ión en su tiempo laboral de por lo menos 40 horas semanales.

El segundo aspecto de verdad da vergüenza. Los buenos auditores saben bien que si un jerarca, en este caso un alcalde, ignora sus observacio­nes, les es posible acudir a los concejos municipale­s y, si ocurre lo mismo, tienen el respaldo de la Contralorí­a General de la República, o bien, de otras instancias como la Procuradur­ía de la Ética, el Ministerio Público e incluso los tribunales de justicia.

Para llevar a cabo la labor auditora no se requieren vehículos de lujo u oficinas con jacuzzi

No es de recibo decir que obviaron denunciar la corrupción porque el jerarca no los atendió o hizo la vista gorda. Lo que ocurre, y en eso tienen razón, es que dependen de la administra­ción activa para recibir recursos de operación y tal hecho, lamentable­mente, muchas veces genera compadrazg­os, como acceso a buenos vehículos, oficinas mejor acondicion­adas, capacitaci­ones dentro y fuera del país, etc.

Por ello, en eso coincido, debe erradicars­e tal vínculo presupuest­ario de las auditorías internas, no porque estén en la precarieda­d (porque no lo están), sino para que los auditores operen con mayor independen­cia y eviten ser complacien­tes con los jerarcas de turno u otros funcionari­os de planta.

El espacio pagado que los 12 alcaldes publican, lejos de ser un llamado a la conciencia para que no los señalemos, genera enojo por la ventilació­n de excusas estériles. Entonces, si están tan limitados, ¿para qué sirven las auditorías internas?, ¿no es mejor, en ese caso, buscar otras formas de fiscalizac­ión y control?

En un país con una tasa de desempleo que ronda el 17%, agradezcan que tienen un puesto estable y privilegia­do y pónganse a trabajar con valentía y compromiso. Ya pasó el tiempo del «pobrecito».

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