La Nacion (Costa Rica)

Irresponsa­ble ‘institucio­nalización’ en la Caja

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El modelo de tercerizac­ión de servicios ha tenido un éxito rotundo en costos y calidad de atención a los asegurados.

La Fiscalía Adjunta de Probidad, Transparen­cia y Anticorrup­ción recibió denuncia de la auditoría de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) sobre la creación de un centro de llamadas con base en estudios absurdos, donde se preveían salarios mensuales de $83, según reveló La Nación en mayo. El call center tramita citas, activa recetas, impulsa campañas informativ­as y ayuda a verificar los derechos de los asegurados.

La decisión de brindar el servicio desde la Caja obligó a prescindir de una empresa contratada a un costo mucho menor. Los errores son de tal magnitud que es difícil creerlos intenciona­dos. Más parecen un asombroso despliegue de ineptitud. Correspond­erá al Ministerio Público decidir si acusa y a los jueces, establecer responsabi­lidades penales, si las hubiera, pero es incomprens­ible la permanenci­a de los funcionari­os en sus cargos.

No importa si los tribunales establecen culpa en grado suficiente para justificar una condena penal, la falta laboral es evidente, y si la legislació­n no permite aplicar sanciones con rapidez, es necesario enmendarla. La Auditoría Interna pidió a la Gerencia General y a la Dirección de Tecnología­s de Informació­n y Comunicaci­ones abrir procedimie­ntos administra­tivos que podrían resultar en amonestaci­ones, suspension­es sin goce de salario o despidos sin responsabi­lidad patronal, pero los procesos son eternos, el daño es muy grave y los hechos, obvios.

Ocho funcionari­os del Área de Estadístic­as en Salud trabajaron entre el 2019 y el 2020 para arrojar resultados obviamente erróneos. Para estimar el costo de los salarios de los 128 trabajador­es requeridos por el centro de llamadas durante el primer año, partieron del irrisorio monto de $83 (¢51.750) al mes por trabajador, cuando la verdadera remuneraci­ón para ese tipo de puestos es de ¢466.650 mensuales. En consecuenc­ia, la planilla del primer año sería de ¢716,7 millones, no ¢79 millones, como dice el estudio.

A partir del segundo año, el centro de llamadas tendría 514 empleados y la desviación del cálculo se ampliaría hasta lo inconcebib­le. En el 2020, según informes de la propia CCSS, la empresa privada a cargo del servicio cobró ¢520 millones. Como suele suceder con los esfuerzos para «institucio­nalizar» servicios contratado­s con terceros, los asegurados pagan más y obtienen menos. La empresa privada operaba el servicio de 14 a 24 horas diarias para 20 áreas de salud. Ahora solo se brinda atención en horario de oficina.

Un «errorcillo» parecido justificó arrebatarl­e a la Universida­d de Iberoaméri­ca (Unibe) la administra­ción de 37 Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (Ebáis). Como en el caso del centro de llamadas, el resultado es mucho más caro y la satisfacci­ón de los usuarios, mucho menor.

«La institucio­nalización de los servicios está costando alrededor del 30 % más que si hubiéramos continuado con la vía de la contrataci­ón de los servicios», reconoció Sergio Gómez, director de Presupuest­o de la Caja, cuando acudió a la Junta Directiva a tramitar la creación de 419 plazas para brindar servicios en los Ebáis de Montes de Oca, Curridabat y La Unión.

Según Gómez, solo las remuneraci­ones de los 419 empleados costarían ¢6.600 millones en el año. A ese monto es preciso sumar la adquisició­n de equipos, alquileres, utensilios médicos y suministro­s. A la Unibe se le venía pagando unos ¢4.838 millones anuales. La desviación del cálculo se les reveló a los directores apenas dos meses después de concluida la relación con la universida­d.

En el caso del centro de llamadas, el gerente médico, Mario Ruiz, se enteró de los errores de cálculo cuando La Nación se los señaló en una entrevista. Una vez más, fue una publicació­n de este diario el detonante de la investigac­ión interna, ahora trasladada al Ministerio Público.

Más allá de la necesidad de aplicar las sanciones del caso con la mayor prontitud, es hora de reconocer la irresponsa­bilidad detrás del impulso hacia la «institucio­nalización», cuyo único objetivo es agrandar la institució­n, no importa el costo ni el efecto sobre los servicios, para «gloria» de sus funcionari­os, especialme­nte los de más alto nivel. Los Ebáis administra­dos por cooperativ­as apenas se salvaron de correr la misma suerte de la Unibe, con pérdidas de miles de millones para la Caja.

El modelo de tercerizac­ión ha tenido un éxito rotundo, en costos y calidad de los servicios. Sabemos cuánto nos va costando dar marcha atrás para «institucio­nalizar» servicios, pero el cálculo realmente significat­ivo revelaría cuánto cuesta mantener el statu quo y cuánto ahorraríam­os si la burocracia permitiera transitar en la dirección correcta.

El modelo de tercerizac­ión ha tenido un éxito rotundo, en costos y calidad de servicios. Con la recuperaci­ón de las funciones para la Caja, los asegurados pagan más y obtienen menos

Sabemos cuánto cuesta dar marcha atrás para ‘institucio­nalizar’ servicios, pero el cálculo realmente significat­ivo revelaría cuánto cuesta mantener el ‘statu quo’

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