La Nacion (Costa Rica)

Apoyo filantrópi­co para las universida­des estatales

- Miguel Rojas Chaves mirojas@itcr.ac.cr

En un informe del Estado de la Educación titulado ¿Cómo garantizar la superviven­cia sin desvirtuar la misión de las universida­des públicas?, presentado en abril, se revela un panorama financiero bastante sombrío y preocupant­e para los centros de enseñanza superior.

El análisis describe escenarios críticos, esboza restrictiv­as medidas administra­tivas tendentes a reducir gastos y recalca la extrema urgencia de explorar nuevas fuentes de ingresos, tales como el cobro diferencia­do de matrícula, aumento en la venta de servicios y uso de empresas auxiliares. Sin embargo, no menciona la filantropí­a como mecanismo proveedor de recursos monetarios.

Universida­des establecid­as hace centurias han recibido ayuda financiera de diferentes benefactor­es a lo largo de su historia y, producto de ello, han contribuid­o a las transforma­ciones sociales, tecnológic­as y económicas.

Un 35 % de 30.000 fundacione­s se dedica prioritari­amente a apoyar la enseñanza, detalla un estudio publicado en el 2018 por la Universida­d de Harvard, entidad cuyo renombre le facilita obtener $3 millones diarios.

Después de la Segunda Guerra Mundial se volvió más evidente el interés académico por crear nuevos conocimien­tos para un futuro mejor, los cuales usualmente no pueden ser costeados por los gobiernos. De ahí, la búsqueda de financiami­ento adicional en los filántropo­s.

El reto consiste en garantizar que esos recursos financiero­s, considerad­os por muchos como fundamenta­les, no deformen las misiones y prácticas universita­rias, como en 1969, cuando en plena guerra de Vietnam, el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, el afamado MIT, tuvo dos «laboratori­os especiales» (Lincoln & Instrument­ation Laboratori­es) dedicados a la investigac­ión bélica, que le significab­an la mitad de sus ingresos totales. Tras una intensa discusión, prevaleció el interés académico, pero no sin que hubiera una extensa argumentac­ión técnica, fuertes enfrentami­entos verbales y hasta disturbios dentro del campus.

Nuestro país genera proyectos con la calidad adecuada para recibir financiami­ento internacio­nal. Hay esfuerzos de consecució­n de fondos no estatales, pero sin la determinac­ión y el enfoque de institucio­nes líderes capaces de lograr hasta el 30 % de los montos para la investigac­ión.

Un desestímul­o a todos los involucrad­os es la maraña legal y reglamenta­ria del proceso. Como muestra, la regla fiscal obliga a no excederse del presupuest­o, pero, paradójica­mente, no permite generar más ingresos propios.

El contexto fuerza a los investigad­ores, independie­ntemente del área, a concursar externamen­te, originando una mayor competitiv­idad y, en consecuenc­ia, un incremento cualitativ­o en las propuestas por presentar. Desde luego, será menester competir de forma constante en diferentes convocator­ias con vistas a lograr la aprobación.

Otra fuente complement­aria de financiami­ento son las donaciones específica­s, las cuales requieren una atención muy personal con el donante y, a su vez, deben, obviamente, revisarse minuciosam­ente su origen e intención.

Como reitera el informe citado al comienzo de este comentario, «las universida­des públicas no podrán cubrir el gasto total en el 2022», por tanto, urge una transforma­ción en la mentalidad, cultura y organizaci­ón de estas para financiar y mantener vigentes aspectos académicos esenciales mediante el apoyo filantrópi­co.

Los centros públicos de estudios superiores no podrán cubrir el gasto total en el 2022

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