La Nacion (Costa Rica)

Tiempo perdido

- Economista José Luis Arce jlarce@fcscapital.cr

Luego de semanas de postergaci­ón y dudas por parte de Presidenci­a, a finales del año pasado se negoció con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) un programa para acompañar el ajuste en las finanzas gubernamen­tales necesario para restaurar la sostenibil­idad de la deuda. Dicha decisión fue clave para que la política económica recuperara espacios de confianza y, sobre todo, para que se abrieran espacios para la financiaci­ón gubernamen­tal.

El tiempo no pasa en vano, a casi un año de dicha decisión se está, justamente en estos días, realizando la primera revisión del cumplimien­to de los compromiso­s asumidos por el país en dicho acuerdo. Por donde se mire, el balance difícilmen­te será positivo, pues en lo estructura­l, con una notable excepción, muy poco se ha recorrido.

Con excepción del avance en la discusión legislativ­a sobre empleo público, el resto de la agenda necesaria para el ajuste se estancó en medio de un juego político infantil.

Mientras el tiempo pasaba, las reformas para el ajuste fueron abandonada­s a su suerte por Hacienda y Presidenci­a que no buscaron acercarse con transparen­cia y voluntad políticas al Legislativ­o para negociar. Este patético y miope juego, al final resultó muy útil para una oposición legislativ­a que al calor de los fuegos electorale­s y sus disputas internas, fue transfigur­ándose y mostrando altas dosis de irresponsa­bilidad, falta de visión y populismo.

Entre tanto, Hacienda y el Ejecutivo apuestan a que los resultados fiscales de los primeros meses de este año permitirán salvar la revisión.

Sin embargo, más allá de la aritmética presupuest­aria y de las buenas subastas, debiese ser claro que dichos resultados pueden atribuirse a eventos extraordin­arios no repetibles en el caso del aumento en los ingresos gubernamen­tales, a una dudosa contención del gasto en el sentido de si efectivame­nte se están gestionand­o responsabl­emente los recortes presupuest­arios o si serán sostenible­s políticame­nte en los siguientes meses, y a condicione­s muy particular­es y temporales en los mercados financiero­s locales.

Jugar con el cronómetro, dejando correr el tiempo, puede ser una estrategia políticame­nte útil para el Ejecutivo y para las agrupacion­es políticas, en especial, cuando se trata de evitar discutir temas complejos; pero además de arriesgada, es irresponsa­ble e indignante desde la perspectiv­a ciudadana.

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