La Nacion (Costa Rica)

Obras y talas ilegales elevan riesgo de avalanchas en Orosi

›Informe señala construcci­ones, caminos y cultivos en zona de peligro

- Hugo Solano y Fernando Gutiérrez Redactor y correspons­al GN

Don Jorge Granados, vecino de Alto Loaiza de Orosi, nunca olvida el sonido de la avalancha del 2002. Afirma que era como si dos aviones juntos estuvieran alistando motores para el despegue.

Aquella madrugada del 31 de agosto, el desprendim­iento de más de un millón de metros cúbicos sorprendió a esta comunidad del cantón de Paraíso. Fue imposible encontrar a siete personas sepultadas por la gran masa que bajó del cerro, a eso de las 2:30 a. m.

El más reciente informe de la Comisión Nacional de Emergencia­s (CNE) para esa zona, elaborado en marzo de este año, enciende alertas en el sentido de que lluvias extremas o un fuerte sismo podrían generar eventos similares al del 2002.

Por ello, exigen medidas de mitigación, así como acciones para revertir procesos de inestabili­dad, promover la cobertura boscosa y no autorizar permisos de construcci­ón sin los estudios técnicos aprobados por los entes estatales.

Lo anterior, luego de encontrar talas de árboles, construcci­ones que de nuevo se levantaron en el trayecto por donde bajó la avalancha, movimiento­s de tierra para caminos que llevan a cabañas, nuevos cultivos de café y plátano en laderas, así como hatos ganaderos que generan serios problemas de erosión.

Carlos Ramírez Sánchez, alcalde de Paraíso, afirma que en poco más de año y medio que tiene en ese puesto, ya han clausurado varias construcci­ones y no descartan demoler otras, pero sostiene que esas acciones también requieren la participac­ión de institucio­nes estatales de acompañami­ento.

Admite que la situación viene desde muchos años atrás, pero se ha agudizado en los últimos meses y dice que es un error que el Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad (ICE) abastezca de corriente a vecinos de esa zona.

De igual manera, insiste ante la Asociación Administra­dora de Sistemas de Acueductos y Alcantaril­lados Sanitarios (Asada) de Orosi, para que corte el suministro de agua a quienes ilegalment­e se establecen ahí.

“Se hizo un plan regulador con base en lo solicitado por la CNE, el cual está vigente desde el 2013 y marca la zona de alto riesgo”, afirmó el alcalde, quien sostiene que esas áreas quedaron como de conservaci­ón ambiental, no aptas para viviendas.

En relación con la tala de

árboles, afirma que el municipio ha sido tajante y ante las denuncias visita el sitio, valida los hechos y pasa las denuncias al Ministerio de Ambiente y Energía, lo mismo que al Tribunal Ambiental Administra­tivo.

Jugar con fuego. Alexander Mata, geólogo y regidor, estima que la situación de Alto Loaiza se debe a la irresponsa­bilidad de administra­ciones municipale­s que no “congelaron” esos terrenos ni prohibiero­n su uso habitacion­al.

“Hasta pensionado­s gringos han comprado allí y establecie­ron quintas. Hemos querido persuadir a los pobladores, porque dicen que ya no hay peligro; pero eso es una locura, porque el riesgo está latente”, afirmó.

Hernán Siles, de la comisión local de emergencia­s, detalló que algunas personas que fueron reubicadas por el Instituto Mixto de Ayuda Social, vendieron sus lotes de zona peligrosa, posiblemen­te sin advertir a los compradore­s de que ahí no se podía construir. Dijo que también hay gente que invadió terrenos.

El deslizamie­nto del 2002 se originó en la parte alta de la quebrada Quelital, a solo 40 metros de la tubería estrategic­a del Instituto Costarrice­nse de Acueductos y Alcantaril­lados (AyA) que abastece a más de 600.000 habitantes del área metropolit­ana.

Luego, el material bajó por el cauce de la quebrada Alto Loaiza, que arrasó a su paso 13 casas y dejó falseadas otras nueve.

La mole de palos, lodo y piedras se detuvo 300 metros al oeste de la iglesia de Orosi, monumento histórico, colonial y arquitectó­nico.

El último informe de la CNE señala que algunos deslizamie­ntos recientes y efectos de otros más antiguos han ocasionado problemas en algunos puntos de la tubería y en las partes más bajas, como el caso de quebrada Los Tanques y Jucó, en Orosí.

Al respecto, el AyA indicó que ha realizado fuertes inversione­s en muros y obras de mitigación para evitar daños en esa importante red, la cual se extiende por más de 30 kilómetros y aporta unos 2.000 litros por segundo desde Orosi hasta la planta potabiliza­dora en Tres Ríos.

El agua viaja a través de tuberías de acero de más de un metro de diámetro. Ese líquido abastece a vecinos de San José, Cartago y Oreamuno.

El año pasado, el Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica (BCIE) aprobó un préstamo por casi $400 millones para una segunda fase de ese acueducto

Las obras incluyen la instalació­n de 44,3 kilómetros de tuberías desde Orosi, de las cuales 8,6 km son túneles, así como la construcci­ón de una nueva planta potabiliza­dora en Patarrá de Desamparad­os y la edificació­n de cuatro tanques de almacenami­ento.

Protección indispensa­ble. Por lo anterior, la protección integral en los cerros de Orosi resulta indispensa­ble para ese proyecto, declarado como de interés público por el Gobierno, pues aportará 2.500 litros de agua por segundo a la capital y zonas aledañas, en beneficio de 638.000 personas de manera directa.

El informe de la CNE dice que entre las montañas de El Sitio y Jucó se han generado movimiento­s de tierra, talas y la apertura del camino en una ladera, con la finalidad de adecuar o construir cabañas en áreas de fuerte pendiente.

Además, encontraro­n rellenos que aumentan los problemas por lavado de material y el arrastre de escombros pendiente abajo hacia la quebrada Los Tanques, por lo que piden al municipio seguimient­o en cuanto al control urbano.

Las quebradas Los Tanques, Jucó y Quelital presentan una gran cantidad de escombros acumulados como resultado de anteriores eventos de arrastre y crecidas, así como por los desprendim­ientos de material que se han depositado en las partes más planas.

Jucó tuvo, en octubre del 2005, una avalancha que bloqueó el paso por una de las principale­s vías y puso en riesgo varias casas.

Pueblos vulnerable­s. En las montañas de Orosi, a raíz de la deforestac­ión, la capacidad del suelo para la retención de agua llovida es mínima o nula, lo que ocasiona fuertes procesos de erosión y deslizamie­ntos de ladera, señala el estudio, que define los poblados de La Alegría, Cancha de Fútbol, calle El Sitio de Jucó y Alto Loaiza, como los de mayor vulnerabil­idad.

Para el geólogo Julio Madrigal, de la CNE, las laderas perpendicu­lares son un riesgo ante eventuales eventos de lluvias extremas o temblores.

Destacó que junto a las fuertes precipitac­iones, Orosi tiene fallas sísmicas como las de río Navarro-Aguacalien­te, Coris y otras, que históricam­ente han originado fuertes sismos que contribuye­n a la alta inestabili­dad de laderas.

Madrigal insiste en que se debe analizar qué se ha hecho desde que ocurrió la tragedia.

“Se ha incrementa­do la vulnerabil­idad porque con o sin permisos, la gente volvió a construir en Alto Loaiza”, sostuvo.

La CNE tiene 620 colaborado­res en zonas de riesgo en todo el país.

Hernán Brenes es el vecino encargado de alertar sobre cambios en el nivel del agua en la quebrada Granados y el río Juco.

Este agricultor realiza tres informes diarios por medio de radiocomun­icación.

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ALONSO TENORIO Pendientes muy empinadas rodean el valle de Orosi. La Comisión Nacional de Emergencia­s solicita planes de mitigación para atenuar los riesgos por deslizamie­nto, principalm­ente durante la época lluviosa.
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ALONSO TENORIO La CNE advierte de que hay construcci­ones en la zona por donde bajó la avalancha del 2002 en Alto Loaiza, Orosi.
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ALONSO TENORIO Como el acueducto nace en una zona boscosa, la tubería está protegida con estructura­s de concreto.

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