La Nacion (Costa Rica)

Después del ‘Doing Business’

- Mauricio Cárdenas ECONOMISTA MAURICIO CÁRDENAS: exministro de Finanzas de colombia, es profesor de investigac­ión visitante en el centro de Políticas energética­s Globales de la universida­d de columbia.

Acomienzos de este año, el Banco Mundial nos encomendó a mí y a cinco colegas académicos dar recomendac­iones sobre cómo mejorar la metodologí­a detrás de su informe anual Doing Business (Informe de facilidad para hacer negocios), que calificaba a los países con base en la calidad de sus regulacion­es comerciale­s y su ambiente de negocios en general.

El informe fue un pararrayos de la controvers­ia desde su creación, en el 2003. Si bien generó una cobertura elogiosa en los medios económicos globales, también fue objeto de constantes críticas por su aparente sesgo contra la regulación, los sindicatos y los impuestos.

El 1.° de setiembre presentamo­s nuestras recomendac­iones finales, e instamos a una revisión exhaustiva del índice, que incluía poner fin a la práctica de calificar a los países. Dos semanas más tarde, el Banco Mundial anunció que eliminaba el informe por completo después de que una investigac­ión separada, llevada a cabo por un estudio de abogados externo, concluyó que los datos habían sido manipulado­s deliberada­mente para alterar las calificaci­ones de algunos países, esencialme­nte las de China y Arabia Saudita.

Dejando de lado el debate sobre lo que realmente sucedió en el pasado, el fin del Doing Business tiene consecuenc­ias significat­ivas. No tenemos dudas de que el mundo necesita una herramient­a para medir las condicione­s de los países para el desarrollo de los negocios y el atractivo para la inversión extranjera directa, y de que los datos de un proyecto semejante son sumamente relevantes tanto para los investigad­ores como para los líderes empresaria­les y gubernamen­tales.

El Banco Mundial ya manifestó su intención de seguir trabajando en cuestiones vinculadas al clima empresaria­l, pero para recuperar terreno en este dominio tendrá que superar un profundo déficit de confianza y tomar medidas drásticas para restablece­r la confianza de la población en sus datos.

Nuestras ideas sobre cómo enmendar el Doing Business podrían servir como criterios mínimos que debería cumplir todo esfuerzo nuevo con ese fin.

Primero, el Banco Mundial no debería crear un nuevo índice para calificar a los países, como lo hacía el Doing Business. Esos índices agregados son inevitable­mente arbitrario­s y los ránquines emplean criterios normativos que van mucho más allá de la evidencia disponible. Aun antes del escándalo de manipulaci­ón de datos reciente, estaba claro que la metodologí­a detrás de muchos de los indicadore­s individual­es del Doing Business tenía que ser revisada.

El problema principal era que el Doing Business, en realidad, no sondeaba a las empresas o medía los costos del mundo real de hacer negocios para un conjunto representa­tivo de pequeñas y medianas empresas.

Por cierto, se apoyaba en criterios subjetivos de un pequeño grupo de expertos, que eran invitados a evaluar los costos de la regulación para una firma hipotética que muchas veces no era representa­tiva en muchos de los países analizados por el Banco. El énfasis en las evaluacion­es de iure tiene que ser reemplazad­o por condicione­s de facto.

Quiso la suerte que las diferentes encuestas del Banco Mundial preguntara­n periódicam­ente a los gerentes de las empresas algunas de las mismas preguntas planteadas por el Doing Business: sobre el tiempo requerido para registrar una empresa, obtener un permiso de construcci­ón, hacer pasar productos por la aduana y demás.

Resultó ser que las propias respuestas de las empresas no tenían ninguna relación con las de los expertos del Doing Business. Si hay un sucesor para este, tiene que empezar a partir de datos reales, no hipotético­s.

Un segundo conjunto de cuestiones tiene que ver con suposicion­es sobre políticas o regulacion­es correctas, implícitas en cualquier ranquin sobre negocios. Para algunos indicadore­s, como demoras en el registro de una empresa, menos es claramente mejor. Pero para otros, como la tasa de impuesto corporativ­o, la política óptima es objeto de un caluroso debate académico.

La cuestión impositiva se volvió cada vez más difícil para el Informe Doing Business en los últimos años. Mientras que 130 países finalizaro­n sus planes en este 2021 para una tasa de impuesto corporativ­o global mínima, el índice siguió alentando una carrera hacia el abismo en materia de tributació­n corporativ­a.

Tercero, todo intento serio por medir el clima de negocios de un país debe considerar los esfuerzos gubernamen­tales por reparar las fallas de mercado y ofrecer bienes públicos esenciales. Pero la amplia visión del Banco Mundial sobre cómo promover un buen clima de negocios, tal como estaba representa­da en el índice, tenía algunos puntos ciegos graves. Aparenteme­nte, para que el sector privado floreciera, el gobierno necesitaba esencialme­nte hacerse a un lado.

Esta visión no contemplab­a inversione­s públicas en infraestru­ctura básica como caminos, redes de telecomuni­caciones y redes eléctricas, que son fundamenta­les para hacer negocios, pero que no aparecían en absoluto en el informe. Tampoco había allí alguna referencia a la prevención de delitos y el orden público, una fuerza laboral calificada o inversione­s en investigac­ión y desarrollo.

Finalmente, está la cuestión de la credibilid­ad de los datos. Una mayor transparen­cia sería un buen comienzo. Los datos crudos básicos en el Informe Doing Business nunca estuvieron disponible­s al público, de manera que el análisis no se podía reproducir de manera independie­nte. Un foco excesivo en los ránquines y la falta de acceso a los datos resultó en un producto que era vulnerable a las presiones políticas y al regateo de datos.

Pero las reglas de transparen­cia no garantizan que no haya una manipulaci­ón deliberada. En definitiva, el Banco Mundial tendrá que convencer a los usuarios de datos de que ha creado un cortafuego­s funcional entre su trabajo analítico y sus operacione­s de préstamo. Con ese objetivo, el Banco debería abandonar la práctica de vender servicios de asesoría sobre cómo mejorar los resultados en las estadístic­as que mide de manera directa.

La desarticul­ación del Doing Business representa para el Banco Mundial una oportunida­d de reclamar su liderazgo intelectua­l en el desarrollo global a través de un renovado compromiso con la recopilaci­ón y análisis de datos creíbles.

Decir que el escándalo fue desafortun­ado, pero que la metodologí­a era correcta, no servirá de nada. Los ránquines del Doing Business —que resultan del agregado de índices— siempre fueron dudosos, porque no ofrecían un panorama preciso de las condicione­s en el terreno y no permitían inversione­s públicas cruciales, impuestos sensatos o regulacion­es necesarias.

Todo esfuerzo futuro para evaluar el contexto de negocios en países miembros debe ocuparse de estas falencias.

Decir que el escándalo fue desafortun­ado, pero que la metodologí­a era correcta, no servirá de nada

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AFP A Kristalina Georgieva, actual directora gerente del FMI, se le atribuye haber alterado datos del índice, cuando se desempeñab­a en el Banco Mundial, para favorecer a China.
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