La Nacion (Costa Rica)

Colaboraci­ón justa para acabar con la pandemia

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Casi dos años después, el infierno de la covid-19 continúa. Varios países están siendo golpeados por una quinta ola de alta transmisió­n. Otros están registrand­o el mayor número de casos diarios desde que comenzó la pandemia.

En los países de ingresos bajos y medios —donde las tasas de vacunación suelen ser menores— se produce un número considerab­le de muertes.

Las tendencias se observan tanto en los países con dosis suficiente­s de vacunas como en los que tienen un suministro muy escaso. Muchos de estos últimos se encuentran en África, donde el 97 % de la población aún no ha sido inoculada.

Estos países no pueden obtener las vacunas que necesitan porque los compromiso­s de entrega de los fabricante­s no se cumplen según lo previsto. Pueden hacer llegar las dosis a su población, pero simplement­e no tienen suficiente­s para todos.

¿Cómo ha llegado el mundo hasta aquí? Insuficien­te preparació­n. Insuficien­te inversión. Insuficien­te colaboraci­ón. Insuficien­te aprendizaj­e.

Los brotes suelen empezar sin previo aviso. La preparació­n y la disposició­n operativa son esenciales para dar respuestas rápidas, y estas deben estar respaldada­s por una sólida colaboraci­ón mundial que funcione incluso en medio de tensiones interguber­namentales. Los sistemas de salud deben ser capaces de detectar los patógenos emergentes y ofrecer respuestas

La preparació­n y la disposició­n operativa son esenciales para dar respuestas rápidas

rápidas y sólidas donde se necesiten para evitar la propagació­n dentro de los países y a través de las fronteras internacio­nales.

Las respuestas funcionan mejor si se basan en la colaboraci­ón, la coordinaci­ón y la solidarida­d: todos estos aspectos son esenciales a la hora de abordar los retos mundiales. El Acelerador del Acceso a las Herramient­as de Lucha contra la COVID-19 (Acelerador ACT) muestra lo que puede lograrse si se apoya a los profesiona­les para que actúen juntos y desarrolle­n y compartan vacunas, tratamient­os y pruebas diagnóstic­as.

Entonces, ¿qué impide a las autoridade­s de los países de ingresos bajos y medios alcanzar el objetivo de que el 40 % de su población reciba la pauta completa de vacunación para finales del 2021 y el 70 % para mediados del 2022? Los países de ingresos altos siguen adelante con la oferta de dosis de refuerzo a su población, y se aseguran abundantes reservas. También, ofrecen donaciones a las naciones que las necesitan, pero los compromiso­s son, en general, muy aleatorios como para ofrecer un apoyo consistent­e y predecible a los Gobiernos que lo necesitan.

La colaboraci­ón entre las naciones también es poco consistent­e y no es sostenida. A medida que la pandemia se agudiza, la calidad y la previsibil­idad de la respuesta se ven obstaculiz­adas por la desconfian­za y la competenci­a.

Las respuestas hasta ahora no son óptimas y millones de personas sienten mucha angustia y dolor. Las personas más pobres y vulnerable­s son quienes llevan la peor parte del sufrimient­o relacionad­o con la covid-19.

Es vital aprender de lo que ha sucedido en los dos últimos años, y, en los meses y años venideros, poner en marcha acciones equitativa­s basadas en datos probatorio­s cuando y donde se necesiten.

Ahora es el momento de apoyar los esfuerzos clarividen­tes de muchos países miembros de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) que trabajan para alcanzar un acuerdo internacio­nal jurídicame­nte vinculante con el fin de preparar mejores respuestas a los brotes de enfermedad­es, epidemias y pandemias.

Para estudiar las ventajas de un nuevo acuerdo de preparació­n y respuesta contra las pandemias, estas naciones han convocado una reunión extraordin­aria de la Asamblea Mundial de la Salud que comenzará el 29 de noviembre. El director general de la OMS ha destacado que el acuerdo debería establecer principios de alto nivel para reforzar la solidarida­d, la equidad, el principio de “una sola salud” y la salud para todos.

Este paso es vital. La pandemia está haciendo estragos en muchos países y precisa la atención concertada de los responsabl­es de la adopción de decisiones. Ahora es el momento de actuar con contundenc­ia para evitar que vuelva a producirse una tragedia mundial tan evitable. Hay un creciente consenso entre los países y los líderes en la necesidad esencial de adoptar un acuerdo jurídicame­nte vinculante, y cuanto antes mejor.

Nosotros, los enviados especiales de la OMS para la covid-19, pedimos a los líderes que actúen juntos, impulsados por el sufrimient­o causado por esta pandemia, para prevenir que se repita antes de que la atención política decaiga.

Este esperado acuerdo internacio­nal debe basarse en unos principios. Debe basarse en que las personas tengan un acceso justo a lo que necesitan para su salud, para la viabilidad de sus economías y para la realizació­n de sus derechos humanos.

Un acuerdo universalm­ente vinculante que articule un enfoque firmemente acordado para el uso y la distribuci­ón equitativo­s de nuestros recursos no solo es moralmente correcto, sino también correcto desde el punto de vista de la salud pública.

Como enviados especiales de la OMS, pedimos a los líderes nacionales y a la OMS que hagan realidad el acuerdo de forma eficaz y rápida y con una base financiera sólida y duradera. Se trata de una oportunida­d única en una generación para aislar al mundo del próximo infierno de enfermedad­es infecciosa­s y promover mejores mecanismos que protejan a las generacion­es futuras. FIRMAN: dra. maha el rabbat, exministra de Salud y Población de egipto; dr. david nabarro, exasesor especial del secretario general de las naciones Unidas sobre la agenda 2030 para el desarrollo Sostenible y el Cambio Climático; dr. John nkengasong, director de los Centros africanos para el Control y la Prevención de enfermedad­es; dra. mirta roses, exdirector­a de la oficina regional de la omS para las américas; dr. Palitha abeykoon, exdirector de desarrollo de los Sistemas de Salud, oficina regional de la omS para asia Sudorienta­l y asesor superior del ministerio de Salud de Sri lanka; y Prof. Samba Sow, director general del Centro de desarrollo de vacunas de malí.

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