La Nacion (Costa Rica)

Coca-Cola reconoce el aporte de los pulperos a la vida social y económica del país

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Los barrios son el corazón de un país y las pulperías son el corazón de un barrio. En esos lugares de comercio minorista los vecinos tejen historias comunes, comparten alegrías y diluyen penas; intercambi­an noticias, dan ejemplos de solidarida­d y construyen la identidad de sus comunidade­s.

Por ello, la empresa Coca-Cola lanzó una compaña que reconoce y distingue el aporte de las pulperías a la vida social y económica de Costa Rica. Porque “ir a la pulpe” es una experienci­a que va más allá de simplement­e entrar a comprar productos.

“Para el Sistema Coca-Cola este es un tema importantí­simo”, explicó William Segura, Gerente de Asuntos Públicos, Comunicaci­ón y Sostenibil­idad de Coca-Cola Centroamér­ica. “El canal tradiciona­l, lo que conocemos como pulperos, siguen siendo un sector de gran relevancia a lo largo de todo el territorio nacional”, añadió.

A través de su robusto enjambre de distribuci­ón, Coca-Cola abastece a 31.000 puntos de venta minoristas, ubicados en los 82 cantones del país. Sus productos llegan a cada rincón, y ahí los agentes repartidor­es de la empresa pueden comprobar en persona lo que ya la experienci­a indica: que las pulperías son un gran centro de interacció­n en pueblos, ciudades y barriadas.

Estos locales reafirmaro­n su importanci­a a lo largo de la actual pandemia. Mientras la mayoría del comercio lamentable­mente se enfrentaba a cierres y limitacion­es, los sitios de abarrotes levantaron la guardia para mantener abastecida­s a las familias.

Durante todo este tiempo, a través del Sistema Coca-Cola les recordamos a las personas en Costa Rica y otros países que estos locales permanecía­n abiertos y eran seguros para acceder a alimentos y otros artículos de primera necesidad, sin tener que recorrer grandes distancias ni exponerse a la enfermedad”, indicó Segura.

Todas las personas tienen recuerdos asociados a una pulpería. Ya sea las travesuras de ir a hacer mandados, la emoción de ver productos nuevos o la curiosidad de toparse por primera vez con el vecino recién llegado. También es muy común que algunos niños aprovechen para hacer durante la tarde quehaceres escolares en el local, ya sea los hijos del pulpero o de alguna casa cercana. “Cuando era pequeño yo hacía tareas en el quicio de la pulpería del barrio”, rememoró el propio Gerente de Asuntos Públicos de Coca-Cola Centroamér­ica. “Así que pueden servir hasta como lugares de educación. Por eso queremos reconocer todo ese aporte a través de la campaña que lanzamos este noviembre”.

Tender una mano

Coca-Cola también cuenta con programas de apoyo a los minoristas. Una de esas iniciativa­s consiste en un plan de capacitaci­ón que les permite aprender destrezas blandas y temas relacionad­os con la gestión del negocio:

• Comunicaci­ón efectiva

• Técnicas de negociació­n con clientes.

• Cómo mantener el inventario

• Asignarse un salario, de forma que la caja de la pulpería no sea la caja chica de toda la familia.

• Desarrollo de herramient­as tecnológic­as.

Estos planes también se aplican en países vecinos. Segura recordó el caso de doña Emérita Solís, una señora de Nicaragua ya en sus 70 años, que sacó adelante a su familia gracias a la pulpería que regentó durante décadas. Nunca había recibido ningún tipo de educación, pero se inscribió en el plan de capacitaci­ón de Coca-Cola: fue la primera vez en su vida que le abrieron las puertas de un aula.

Gracias a estos programas, muchos pulperos lograron migrar de la tradiciona­l libreta hacia otros métodos de registro digitales. Y es que la libreta ha sido una de las claves en este tipo de negocios, donde el fiar se convierte en confiar para dar tiempo a los vecinos que no pueden pagar en el momento.

También está el caso de Vivian Chinchilla, quien tenía un negocio en el sector de La Sabana que se vio muy afectado, como tantos otros, por el descalabro económico asociado a la pandemia.

“Luego de llevar las capacitaci­ones de CocaCola, no solo consiguió mantener a flote su local, sino que lo diversific­ó. Pasó de tener un restaurant­e a una soda pero además imparte clases de repostería. Así traslada ese aprendizaj­e a otras personas que también podrían tener su propio negocio. Esa es la resilienci­a que todos deberíamos tener en estos momentos”, detalló Segura.

Como parte de este programa, los pulperos establecen redes entre ellos para intercambi­ar experienci­as y consejos, de manera que también haya una transferen­cia de conocimien­to horizontal. Las capacitaci­ones continuará­n el año próximo, en el entendido de que por lo general quienes participan aprovechan muy pronto los beneficios de esa instrucció­n.

El Sistema Coca-Cola reconoce a estos lugares como actores indispensa­bles en el engranaje económico y social. Incluso en plena era de las redes sociales, muchas personas todavía prefieren ir a interactua­r a la pulpería del barrio. Ahí, entre los estantes y el mostrador, continúan siendo un punto de referencia para la vida en comunidad.

Según estudios de la firma Nielsen, las bebidas no alcohólica­s representa­n un 27% del peso de las ventas de pequeños comercios, como sodas o pulperías. Son productos muy importante­s para la subsistenc­ia de esos negocios.

La Compañía Coca-Cola capacitó este año a 400 dueños de pequeños comercios en Costa Rica. El programa se hizo de manera virtual, como medida de seguridad en época de pandemia.

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Vivian Chinchilla. Dueña comercio minorista.
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