Ojos internacionales puestos en nuestro futuro
Desde que me mudé a vivir fuera de Costa Rica y empecé a experimentar mi país a través de los ojos de otros, han surgido sentimientos encontrados dentro de mí. Mi amor por mi país civilista y mi orgullo de pertenecer a una patria de paz y respeto por la naturaleza se confrontan con el enojo y frustración al ver que, con tanto potencial, no logramos comunicarnos unos con otros y acordar urgentes y diversas metas de desarrollo y sostenibilidad.
Se avecinan elecciones y es necesario que, dentro de esta locura de mascarillas, alcohol en gel, preocupaciones derivadas del trabajo (o por la falta de uno) y cifras de hospitalizaciones, nos detengamos a reflexionar acerca de qué queremos ver en la agenda de nuestro próximo gobierno y seamos exigentes con quienes aspiran a la presidencia.
Muchos de los comentarios que me han hecho durante estos años se relacionan con la belleza de nuestro país, sus riquezas naturales y la amabilidad de los costarricenses. Los turistas que nos visitan tienen —en su mayoría— buenas experiencias, las cuales comparten con familiares y amigos; admiran a nuestro país. Esto me provoca un orgullo increíble, pero, como costarricense, sé que no es la realidad completa.
Toda esta riqueza natural, nuestra “conciencia ambiental” y nuestros discursos en el escenario internacional pueden ser, a veces, una cortina de humo detrás de la cual escondemos el hecho de que nuestros patrones de consumo no están alineados a los intereses del medioambiente y el modelo de crecimiento sigue siendo extractivista y explotador.
En un artículo de investigación, publicado el 18 de noviembre en el diario Nature Sustainability, titulado “El déficit social y el rebasamiento ecológico de las naciones” (The social shortfall and ecological overshoot of nations), investigadores de instituciones como la Universidad de Leeds y el Doughnut Economics Action Lab analizaron las trayectorias históricas (1992-2015) de 140 países, basados en 11 indicadores sociales, como, por ejemplo, esperanza de vida, nutrición, saneamiento, calidad democrática y pobreza, entre otros, junto con indicadores biofísicos: emisiones de carbono, huella ecológica, huella material, uso de la tierra, etc.
Del estudio se desprende que, en promedio, los países alcanzan una meta social adicional a costa de transgredir un límite biofísico. Además, ningún país ha sido exitoso en satisfacer las necesidades básicas de su población manteniendo un nivel sostenible del uso de los recursos.
De hecho, la tendencia es quebrantar la mayoría de los límites biofísicos antes de alcanzar un número considerable de indicadores sociales.
Cabe resaltar que, de acuerdo con los investigadores, Costa Rica es el país más eficiente en la transformación sistemática de los recursos naturales en logros sociales.
Sin embargo, advierten que nuestro modelo sigue la tendencia general presente en otros países, a saber, una creciente transgresión de los límites biofísicos a lo largo del tiempo. En palabras simples, presentamos una trayectoria prometedora necesitada de varios ajustes para ser sostenible.
Si nos lo proponemos, podemos convertirnos en ejemplo mundial al ser de los primeros en desacoplar el progreso social y económico de la completa destrucción ambiental.
Desafortunadamente, continuamente, caemos en la trampa de seguir cacareando los esfuerzos de nuestros antepasados para justificar nuestros éxitos de hoy.
Es hora de proponernos nuevas metas, tan ambiciosas como las que se plantearon nuestros predecesores a mediados del siglo pasado, y trabajar fuertemente, todos juntos, para alcanzarlas.
El estudio citado indica que todavía no nos movemos completamente de conformidad con lo que predicamos en escenarios internacionales. Necesitamos más compromiso y ambición para cumplir los objetivos que nos propusimos en documentos como las contribuciones nacionales determinadas y el plan de descarbonización.
¿Tienen los candidatos y las candidatas presidenciales en sus planes cómo abordar estas problemáticas? Con base en estos estudios, pensemos muy bien por quién vamos a votar.
Ha quedado bastante claro que es imposible desligar el progreso social, el progreso económico y la sostenibilidad ambiental. Seamos exigentes, demandemos agendas de gobierno que combinen exitosamente estos tres aspectos con planes que no sean solo palabras, sino hojas de ruta que lleven a acciones concretas. Es la única estrategia que nos asegura un futuro digno para nosotros y las siguientes generaciones.
Costa Rica merece líderes conscientes, honestos y comprometidos con el futuro del país. Ser exigentes deberá ser nuestra tarea en los próximos meses para decidir por quién votar.
Los candidatos y las candidatas deberían tener en sus planes las problemáticas ambientales