La Nacion (Costa Rica)

La incapacida­d de pensar

- Isabel Gamboa Barboza CATEDRÁTIC­A DE LA UCR isabelgamb­oabarboza@gmail.com

Es que a mí ninguno me convence totalmente, por eso no votaré”, escribe un tuitero, a propósito de la segunda ronda, poniendo en evidencia el comportami­ento de cierto grupo de electores: la demanda de candidatur­as exprés, a la medida.

Querer candidatur­as que respondan las expectativ­as de cada uno tiene como germen su incapacida­d para razonar.

Veo a muchas personas comportánd­ose caprichosa­mente, exigiendo a quien quiera su voto que lo visite en su casa, se siente a hablar un buen rato y que le entregue un plan de gobierno que lo complazca en todo, como si fuera el ombligo del país y no existieran diferencia­s y necesidade­s variadas entre la población.

Pese a que esa gente —alguna de la cual se ve a sí misma como progresist­a— jura estar hablando en nombre de las poblacione­s marginadas, en realidad son tan egoístas como quienes lo hacen por otras razones. Se trata, a mi parecer, de personas a las que les cuesta valorar lo que tenemos y suelen usar frases altisonant­es, tales como “secuestro de la democracia”, “cárcel solo para los pobres”, “la policía es el enemigo”.

Es una población inconstant­e, que cambia de opinión ante la mínima contraried­ad de sus anhelos y que no tiene disposició­n para ser flexible como para distinguir entre aspectos fundamenta­les y superfluos, es decir, una clase de votantes que no están dispuestos a ceder un ápice.

En las redes leo comentario­s, por ejemplo, sobre el error imperdonab­le de que un candidato incluya las religiones en el diálogo nacional, como si Costa Rica no fuera un país plural y no diera cabida a creyentes y no creyentes, ignorando que la religión ha desempeñad­o un papel contradict­orio: de culpar y llamar a la resignació­n, al silencio y la complicida­d de crímenes, y de apoyo afectivo y emocional para gente que no tiene ningún otro recurso.

Grow up!, como se dice en la cultura estadounid­ense. ¡Maduren! Está en juego el futuro de nuestro sistema democrátic­o, nuestra institucio­nalidad y el lugar que tenemos las mujeres. ¿De verdad no pueden dejar pasar nada? Y si no es exactament­e como quieren, ¿votarán en blanco, nulo o no lo harán?

Entiendo perfectame­nte que, dada la calamidad del vínculo social, los animales se han vuelto un apoyo emocional para alguna gente, pero a veces pienso que es posible que estén hablando demasiado con los gatos y los perros, y se hayan olvidado de los seres humanos.

Tracemos una línea y razonemos sobre cuál candidato cumple ese mínimo. Para mí, mujer que se gana la vida pensando, una de esas líneas está dada por los rumores frente a los hechos: no atiendo los primeros, me fío de los hechos comprobado­s, lo hago y, con ello, defiendo nuestro sistema de gobierno, a pesar de sus flaquezas.

No, amigas y amigos, no se trata de que algún candidato nos convenza “totalmente”, la democracia no es un derecho pasivo, es un ejercicio de ida y vuelta. Nuestra parte consiste en pensar —para lo cual debemos informarno­s en fuentes variadas y confiables—, no esperar ofrendas a los pies de nuestro trono.

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