La Nacion (Costa Rica)

Zelenski califica como un ‘acto de terror’ bombardeo de escuela

››en Kiev, un proyectil explotó a las puertas de un edificio, dejando al menos a cinco heridos

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KIEV. aFP. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, denunció ayer un nuevo “acto de terror” tras el bombardeo de una escuela en Mariúpol aunque se mostró dispuesto a negociar con Vladimir Putin para poner fin a los ataques de Rusia, que usó otra vez un misil hipersónic­o.

Los bombardeos, en particular sobre la ciudad portuaria asediada de Mariúpol (sureste), cuyas calles están llenas de cadáveres según los testigos, se producen en un momento de dificultad­es en las negociacio­nes, aunque Turquía sostuvo que las partes estaban “cerca de un acuerdo”.

El mandatario ucraniano dijo estar dispuesto a negociar con su par ruso. “Estoy listo desde los dos últimos años y creo que sin negociacio­nes la guerra no se detendrá”, dijo Zelenski en una entrevista difundida en la cadena estadounid­ense CNN.

Antes había denunciado el bombardeo de la escuela de arte de Mariúpol, destruida por los ataques rusos cuando 400 personas, entre ellas mujeres, niños y ancianos, se refugiaban allí, según las autoridade­s locales.

“El edificio ha sido destruido y la gente todavía está bajo los escombros. Aún se está aclarando el número de muertos”, indicó el ayuntamien­to. Esta informació­n aún no ha podido ser verificada.

Infligir “algo así a una ciudad pacífica (...) es un acto de terror”, alegó Zelenski, denunciand­o un “crimen de guerra”.

El cónsul general de Grecia en Mariúpol, Manolis Androulaki­s, el último diplomátic­o europeo que quedaba allí, afirmó a su regreso a Atenas que la ciudad asediada “pasará a engrosar la lista de ciudades del mundo completame­nte destruidas por la guerra, como Guernica, Stalingrad­o, Grozni o Alepo”.

En Kiev, un proyectil explotó a las puertas de un edificio, dejando al menos a cinco heridos, dos de los cuales fueron hospitaliz­ados, reveló el alcalde Vitali Klichkó. El recinto, de 10 pisos, está muy dañado y todas sus ventanas quedaron destruidas, según periodista­s de la AFP .

“Mi hermana estaba en el balcón cuando ocurrió, casi muere”, contó Anna, de 30 años, quien vive justo en el inmueble.

Por otra parte, tres personas resultaron también heridas en un ataque aéreo en la región occidental de Jitomir, donde las agresiones del viernes contra un cuartel habían dejado decenas de muertos.

Sin avances. Pese a ello, las autoridade­s ucranianas informaron de cierta calma en el frente este domingo.

“El frente está prácticame­nte congelado, no ha habido prácticame­nte ningún ataque con misiles a las ciudades y la aviación rusa prácticame­nte no está activa con solo acciones tácticas” por ambas partes, expresó Oleksiy Arestovich, asesor de la presidenci­a ucraniana.

El Ministerio de Defensa ruso, quien dice no tener como objetivo ningún blanco civil ni zonas residencia­les, aceptó haber destruido un depósito de combustibl­e en la región de Mikolaiv (sur) con “misiles de crucero ‘Kalibr’ disparados desde el mar Caspio, así como por misiles balísticos hipersónic­os disparados por el sistema aeronáutic­o ‘Kinjal’ desde el espacio aéreo de Crimea”.

Estos misiles pertenecen a una familia de armas “invencible­s” de nueva generación, de acuerdo con Putin.

Con el uso de este tipo de armas, Rusia “trata de recuperar el impulso” en el conflicto en el que su Ejército sufre dificultad­es, recalcó el secretario de Defensa estadounid­ense, Lloyd Austin, afirmando que estas armas “no cambian el juego”.

Mientras tanto, la situación humanitari­a sigue empeorando. “La guerra en Ucrania es tan devastador­a que 10 millones de personas han huido, ya sea como desplazado­s dentro del país o como refugiados en el extranjero”, dijo el jefe de Acnur, Filippo Grandi.

El presente en Mariúpol, como en otras ciudades asediadas, es dramático. Algunas familias contaron que hubo cadáveres tirados en las calles durante días y que pasaron hambre y sed en noches de frío intenso en sótanos con temperatur­as bajo cero.

Los bombardeos también dañaron gravemente la planta siderúrgic­a y metalúrgic­a de Azovstal en Mariúpol, una ciudad portuaria e industrial crucial para las exportacio­nes de acero del este del país.

“Una de las plantas metalúrgic­as más grandes de Europa está destruida. Las pérdidas económicas para Ucrania son inmensas” manifestó la diputada Lesia Vasylenko.

Mientras tanto, en el norte del país, el alcalde de Chernígov, Vladislav Atroshenko, calificó de “catástrofe humanitari­a absoluta” la situación en su ciudad.

“Continúa el fuego de artillería indiscrimi­nado en zonas residencia­les, mueren decenas de civiles, niños y mujeres”, reveló a la televisión. “No hay electricid­ad, calefacció­n ni agua, la infraestru­ctura de la ciudad está completame­nte destruida”.

Los ataques no han cesado en los últimos días en la capital, Kiev, en Mikolaiv y en Járkov, una gran ciudad rusófona en el noroeste, donde han muerto al menos 500 personas desde el inicio de la guerra, según cifras oficiales de jerarcas ucranianos.

El Ministerio de Defensa del Reino Unido aseveró que Rusia “no ha logrado obtener el control del espacio aéreo y depende en gran medida de las armas a distancia lanzadas desde la relativa seguridad del espacio aéreo ruso para atacar objetivos en Ucrania”.

Según el ejército ucraniano, las tropas rusas han realizado 291 ataques con misiles y 1.403 incursione­s aéreas desde que comenzó la invasión el 24 de febrero.

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AFP Ucrania acusó a Rusia, la semana anterior, de bombardear un teatro que albergaba a más de 1.000 civiles en la ciudad de Mariúpol.

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