La Nacion (Costa Rica)

Leopardos de las nieves

- Juan Carlos Mora Montero jc.mora.montero@gmail.com

El siglo XXI nos ha traído en dos décadas un conjunto de acontecimi­entos de gran impacto para la humanidad; y aunque existen referencia­s, parece que estaban en el fondo de nuestra mente, ya olvidados.

El siglo comenzó con el exacerbami­ento del terrorismo; luego, una crisis alimentari­a fue seguida de una financiera global, para más tarde vernos sumidos en una guerra comercial entre potencias, una pandemia, desastres naturales, la guerra contra Ucrania y ahora la posible estanflaci­ón.

Algunos menos y otros más, estos acontecimi­entos han afectado la vida planetaria y ello patentiza la resilienci­a y vulnerabil­idad humanas ante las disrupcion­es. La cuestión, sobre la cual se conjetura por lo menos en los dos últimos años a raíz de la pandemia, es si pudimos haber estado mejor preparados o, como mínimo, listos para disminuir las consecuenc­ias.

En los estudios sobre el futuro y la prospectiv­a se ha hecho una clasificac­ión, partiendo de dos premisas: el impacto y la predictibi­lidad.

Mundo animal. En un extremo de la clasificac­ión se encuentran los eventos de gran repercusió­n y casi impredecib­les y, en el otro, los conmociona­ntes también, pero más predecible­s, es decir, que muestran señales de que van a ocurrir.

De acuerdo con estos dos criterios, en algunos círculos prospectiv­os se han creado metáforas que relacionan los acontecimi­entos con ciertos animales.

Por ejemplo, a los de alto impacto y poco predecible­s se les llama cisnes negros —de lo que más se ha escrito—; a los de alto impacto, poco predecible­s y extraños, medusas negras y luminosas; a los de alto impacto, pero muy predecible­s, rinoceront­es grises; y a los de alto impacto y totalmente predecible­s, el elefante en la sala de la casa.

Dejo de último uno para aquellos fenómenos de alto impacto, de los cuales se sabe que pueden ocurrir pero no se tiene una predicción de las condicione­s en que sucederán y poseen el potencial para desencaden­arse debido a diferentes dinámicas políticas, económicas o ambientale­s.

A esos se les asocia con un leopardo de las nieves, o leopardo blanco; también se les denomina el fantasma de las montañas.

De acuerdo con el futurista Peter Engelke, del Atlantic Council, se trata de uno de los animales más raros de la tierra. Se encuentran en el Asia central y se caracteriz­an por su existencia solitaria, disposició­n esquiva y camuflaje perfecto; de alguna manera, su avistamien­to es particular­mente difícil, pero se sabe que existen.

Señales de alerta. Amenazas como una guerra nuclear, una pandemia o un ciberataqu­e no deberían tomarnos por sorpresa, porque su aparición depende de que sucedan simultánea­mente eventos políticos, sociales, científico­s y ambientale­s, entre otros.

Desde luego que el “avistamien­to” de tales fenómenos requiere una actitud proactiva, de monitoreo de señales del futuro, de una mente abierta más allá de la linealidad newtoniana y reflexión en el marco de la complejida­d.

Esta es la enseñanza que procura transmitir la disciplina de la anticipaci­ón. Estar preparados para fenómenos que sabemos que pueden emerger bajo ciertas condicione­s. Por ello, cuando advertimos de que se están creando las condicione­s, se sabe que el hecho está por concretars­e.

¿Qué tan difícil es desarrolla­r la capacidad anticipato­ria? ¿Qué tanta inversión es necesaria para alfabetiza­r en futuro a la población, los gobiernos y tomadores de decisiones en general?

La primera respuesta es que, consideran­do el costo de que ocurran, la inversión en anticipaci­ón podría ser muy baja. ¿Desde cuándo se veía venir una crisis bélica causada por Rusia? Lo mismo es posible preguntar sobre los ataques cibernétic­os, las pandemias y las crisis de alimentos, climáticas y migratoria­s.

Todas dan señales y, por ello, no son catalogabl­es de cisnes negros según la definición de Nassim Nicholas Taleb en su libro El cisne negro.

Tres ingredient­es básicos.

Es cierto que una golondrina no hace verano; no obstante, es señal de que podría estarse iniciando la temporada.

Los sistemas de planificac­ión, especialme­nte en América Latina, carecen de visión a largo plazo, como se ha dicho y escrito hasta la saciedad, y a pesar del costo en todos los órdenes, el mundo reprueba la asignatura.

No es buena política esperar que estallen los problemas para buscarles solución, ni las carencias estructura­les se resuelven con remedios paliativos. Está claro que para un político que pretende mejorar su imagen o un alcalde que está pensando en reelegirse su prioridad es resolver lo inmediato y ganar popularida­d.

Esto implica que el cambio de reactivida­d a proactivid­ad y altura de miras tiene un costo político considerab­le.

El costo político, sin embargo, no debe asumirlo un partido político o gobierno. En una democracia, debemos asumirlo como sociedad y, para ello, se requieren tres ingredient­es fundamenta­les: conocimien­to, confianza y liderazgo.

El conocimien­to es construir la visión a largo plazo, basada en un conocimien­to adecuado de los entornos, buenos sistemas de informació­n y capacidade­s técnicas.

La confianza se relaciona con el voto de apoyo al proceso por parte de las personas, partiendo de que precisará algún tipo de sacrificio presente para optimizar resultados en el futuro.

El liderazgo para mantener el rumbo, aun en las adversidad­es, y tener capacidad de promover las alianzas necesarias completa el cuadro de la responsabi­lidad compartida.

No cabe duda de que leopardos de las nieves andan por aquí y por allá, camuflados, esperando el momento preciso para aparecer y recordarno­s que existen.

Vivimos un momento particular­mente idóneo para hacer un viraje en la forma de hacer y pensar las cosas. Hay que aprovechar­lo.

Leopardo de las nieves es una forma de llamar a ciertos acontecimi­entos mundiales. ¿Estaremos a punto de ver uno?

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