La Nacion (Costa Rica)

Enseñanzas contra la doble moral

- Miguel Sobrado sociÓloGo miguel.sobrado@gmail.com

Combatir el tráfico de esclavos en el siglo XVIII y prohibir la esclavitud, posteriorm­ente, en el siglo XIX, no fue una tarea sencilla.

En aquel entonces, el auge de la economía mundial dependía del tráfico de mercancías por esclavos y la producción de algodón, tabaco, cacao, oro y diamantes, del trabajo de los cautivos.

Tres factores se consideran determinan­tes de estas luchas según el experto brasileño Laurentino Gomes: la noción romántica de que el abolicioni­smo fue un acto filantrópi­co de los blancos iluminados por la Ilustració­n a favor de los negros; que la esclavitud se había tornado económicam­ente insostenib­le a largo plazo; y que el sistema esclavista tenía en su seno la semilla de su propia destrucció­n, lo que generaba la resistenci­a de los propios esclavos.

Ninguna de estas interpreta­ciones en sí mismas, según el profesor Gomes, permite explicar el éxito de este movimiento que empezó como antiesclav­ismo sin abolicioni­smo.

Dos factores contribuye­ron adicionalm­ente: el clima y las transforma­ciones originadas por el iluminismo y las revolucion­es norteameri­cana, francesa y haitiana, así como la organizaci­ón, pero sobre todo por la composició­n, importanci­a e influencia de los integrante­s del movimiento abolicioni­sta, su estrategia de hecho y el liderazgo que asumieron en las luchas abolicioni­stas.

Componente religioso.

En su génesis, el abolicioni­smo tuvo un fuerte componente religioso. La revolución empezó de forma silenciosa en las iglesias de Inglaterra y los Estados Unidos, que aglutinaba a personas de diferentes orígenes.

Nueve de los doce fundadores de la Society for Effecting the Abolition of the Slave Trade establecid­a en Londres en 1787 eran cuáqueros. Su ejemplo serviría de modelo a las que se fundaron a partir de entonces en todo el mundo.

“El abolicioni­smo fue también la primera gran campaña popular en usar técnicas modernas de propaganda de masas con fines políticos”, afirma y fundamenta Gomes en el segundo tomo de su libro Escravidao (Esclavitud).

Las campañas no se limitaban a los argumentos morales y valores cristianos para realizar sus campañas. Utilizaban argumentos racionales fundados en estadístic­as y hechos meticulosa­mente investigad­os sobre el negocio de trata de esclavos, que incluían fechas, mapas, diseños, plantas y dibujos de navíos.

Un caso muy sonado en la época fue la tragedia del buque negrero Zong, que salió de África rumbo a Jamaica en 1781 con exceso de esclavos a bordo y, en medio del Atlántico, 60 esclavos murieron debido a la falta de agua y comida.

Temiendo perder toda la carga, el capitán decidió lanzar al mar 133 enfermos. El dueño de la embarcació­n demandó a la asegurador­a por las pérdidas, pero los tribunales ingleses rechazaron la demanda, ya que no fue la casualidad sino el capitán el responsabl­e de las pérdidas.

Exitosa campaña.

La participac­ión femenina fue muy importante, mujeres de todo el Reino Unido recogieron miles de firmas y organizaro­n boicots contra la producción de azúcar en las colonias del Caribe.

El éxito de esta campaña propagandí­stica, como el mundo no la había visto hasta entonces, produjo la prohibició­n del tráfico de esclavos y, posteriorm­ente, al menos de manera formal, la esclavitud en el mundo anglosajón y más tarde en los dominios portuguese­s y españoles.

Este logro, aparenteme­nte imposible en sus inicios por los intereses que afectaba, ya que era uno de los principale­s fundamento­s de la economía de la época, del cual dependían en gran parte los imperios, obligó a tomar decisiones trascenden­tales.

Por lo anterior, debemos reflexiona­r sobre las luchas que damos los contemporá­neos en una época de señorío del capital financiero en el mundo, por la sostenibil­idad del medioambie­nte y el bienestar de la población.

A menudo predomina un sentido de impotencia por la primacía no solo de los ingresos que acumulan desmedidam­ente en detrimento del resto de la sociedad, sino también por su incidencia en los poderes mediáticos y políticos que les tienden alfombras rojas y facilitan su hegemonía y guerras por el poder mundial.

Los intereses de la humanidad como un todo, más allá de las clases y naciones, dependen de la sostenibil­idad de un medioambie­nte cada día más amenazado por el uso sin límites de combustibl­es fósiles.

Defensa de la vida en la tierra.

Como reacción a esta amenaza para la humanidad, crece la organizaci­ón en el planeta en defensa de la naturaleza y contra el cambio climático. Poco a poco, se unen las fuerzas y se crean alianzas globales que crean las condicione­s para un cambio como debe ser, de un nuevo orden internacio­nal orientado por los intereses de todos.

Es preciso actuar coordinada­mente para denunciar las luchas entre las potencias por el control de los combustibl­es fósiles y desnudar sus intereses y doble moral.

Los derechos humanos son los mismos en la totalidad de los pueblos. La lógica de la dominación y la guerra no son de recibo en ninguna parte del planeta, ni en Yemen, ni en Irak, ni en Libia, ni en Siria, ni en Ucrania en un momento en que la humanidad se encuentra amenazada.

Urge la defensa de la paz y el respeto entre los pueblos para rechazar las banderías de las potencias rivales y levantar la bandera de los verdaderos derechos humanos asociados a la ecología y la superviven­cia planetaria, única vía hacia un futuro estable.

Fortalezca­mos de esta forma la lucha de las organizaci­ones cívicas por la paz y la sustitució­n progresiva de los combustibl­es fósiles por energías renovables.

La lógica de la dominación y la guerra no son de recibo en ninguna parte del planeta

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