La Nacion (Costa Rica)

Matar tres monopolios con una ley

- Elian Villegas Valverde

Mi padre, pequeño agricultor de toda la vida, escuchaba con mucha atención a Rodrigo Fournier cuando presentaba las noticias sobre la cosecha de café en Brasil. Las heladas siempre eran motivo de alegría para él, significab­a que la cosecha de ese año iba a tener mejor precio.

Como pequeño agricultor, tenía limitacion­es en tecnología, recursos y capital, pero siempre estuvo sujeto a la competenci­a, lo sabía y lo aceptaba.

Lo traigo a colación porque hay en la Asamblea Legislativ­a un proyecto que permitiría terminar con tres monopolios en el mercado de valores que limitan la eficiencia en la toma de decisiones, que además tienen un costo económico e inciden en que Costa Rica deba pagar más intereses por su deuda pública, y usted, que me lee, pague más intereses por sus préstamos personales.

Para comprender la naturaleza de esta propuesta trataré de explicar algunos conceptos con el ejemplo de una empresa ficticia que denominaré El Cáñamo Tico, S. A. (en adelante el emisor).

La empresa inscribe una emisión de deuda en la Sugeval, colocará ¢5.000 millones —es decir, pedirá prestado en el mercado de valores— a 5 años plazo, a una tasa de interés del 9% anual, para contar con capital de trabajo y desarrolla­r una agroindust­ria con base en el cáñamo.

Con esa finalidad, luego de su inscripció­n como emisor y habiendo cumplido todos los requisitos, realiza una subasta de la emisión para la cual decide que las ofertas lleguen a un correo electrónic­o de sus oficinas y ahí hace la adjudicaci­ón correspond­iente en favor de 3 fondos de pensiones y 2 bancos en un monto de ¢1.000 millones a cada uno, a un precio del 100%.

Es decir, cada uno pagó ¢1.000 millones. A partir de la adjudicaci­ón, el papel del emisor será solamente entregar la informació­n financiera y los hechos relevantes que le exige la ley, y pagar los intereses del crédito y el principal de la deuda en los plazos que correspond­a. Hasta aquí no ha sido necesaria la participac­ión de un agente, un puesto de bolsa o una bolsa de valores. Ese es el mercado primario.

Mercado secundario. Es entonces cuando comienza una segunda fase, aquella en la que aparecen otros inversioni­stas que desean invertir en esos valores y que, por ejemplo, estarían dispuestos a recibir un rendimient­o no del 9%, sino del 7%. Estos compran a un precio superior al 100% y entonces provocan que aparezcan vendedores (que fueron los compradore­s en el mercado primario) dispuestos a tener una ganancia al vender por un precio superior al que pagaron originalme­nte (es decir, si venden todo lo que compraron van a recibir más de ¢1.000 millones cada uno).

También puede ser que algunos de los compradore­s originales estén dispuestos o necesiten vender para invertir en otros bonos o tener más efectivo disponible o cualquier otra razón.

En estas ventas no tiene ninguna participac­ión la sociedad emisora, no ejerce ningún papel, de forma tal que toda esa actividad le es ajena. Esas compravent­as se pueden realizar tantas veces como acuerdos existan entre compradore­s y vendedores, no tienen ningún límite. Ese es el mercado secundario.

En Costa Rica se presenta una circunstan­cia especial, exclusivam­ente en el mercado secundario: esas operacione­s de compravent­a tienen que realizarse, por obligación legal, en una bolsa de valores, utilizando un puesto de bolsa y con la participac­ión obligada de un agente de bolsa.

En otras palabras, tres monopolios en una sola actividad. En Costa Rica lo llamamos mercado concentrad­o.

En los mercados desarrolla­dos, como por ejemplo Estados Unidos y la Unión Europea, esas compravent­as del mercado secundario se realizan sin la participac­ión obligatori­a de estos tres participan­tes.

Creencias erróneas. Existe una propuesta ya en la Comisión de Asuntos Hacendario­s (expediente 22893) que pretende eliminar el mercado concentrad­o, para el caso de la deuda pública, que permitiría que las negociacio­nes de mercado secundario se realicen “…en plataforma­s electrónic­as (incluyendo operacione­s a plazo), en bolsas de valores o en el mercado extrabursá­til incluyendo negociacio­nes bilaterale­s”.

Quienes están a favor de mantener el mercado concentrad­o dan dos razones fundamenta­les para oponerse al proyecto: la correcta formación de precios por la conjunción de vendedores y compradore­s, y la posibilida­d de dar al mercado la informació­n que necesita para su correcto funcionami­ento.

Lo anterior sería cierto si nuestro mercado fuera muy líquido y profundo, mejor dicho, intenso en comprar y vender valores, pero no es así.

En Costa Rica, la mayoría de los precios de los bonos que podrían negociarse en el mercado provienen no de compravent­as, sino del estudio efectuado por un proveedor de precios (empresas que hacen estudios sobre los valores que existen en el mercado y emiten un precio, y son llamadas proveedore­s de precios).

Con lo cual, no es cierto que al eliminar el mercado concentrad­o se vaya a dar una mayor fragmentac­ión del mercado y que ello tenga un impacto negativo sobre la formación de precios, por el contrario, al no contar con mejores mecanismos de negociació­n es que no hay formación de precios.

No agrega valor. Por otro lado, la obligación de dar la informació­n sobre las operacione­s que se realizan en el mercado secundario permanece inalterabl­e, el proyecto señala: “Las transaccio­nes en plataforma­s distintas a las ruedas de una bolsa de valores quedarán sujetas a la obligación de reporte, según defina reglamenta­riamente el Conassif”.

El trío monopólico es innecesari­o para los bancos, las operadoras de pensiones, las asegurador­as, en general los grandes participan­tes del sistema financiero, todos ellos tienen una infraestru­ctura que implica comités de inversione­s y riesgo, tesorerías o departamen­tos financiero­s robustos con capacidad de análisis de inversione­s y sus riesgos.

En estos casos, la exigencia de una bolsa, un puesto y un agente solamente agrega ineficienc­ia y costo al proceso de invertir, pero no valor.

Ese costo adicional nos afecta a todos porque los rendimient­os (la tasa de interés) a los cuales se transan los bonos en el mercado secundario se convierten en una referencia para el mercado primario, de forma tal que todos esos costos se terminan internaliz­ando y trasladand­o hasta ese mercado primario, de ahí que en la medida en que eliminemos costos y barreras en el mercado secundario eso provocará que El Cañamo Tico, S. A. tenga la posibilida­d de colocar deuda a tasas de interés más baratas en el mercado primario y se vea incentivad­a a darle un uso más frecuente a dicho mercado.

En el caso de nuestro país, el mercado es fundamenta­lmente deuda pública, más del 90% de las transaccio­nes son con bonos del Ministerio de Hacienda, por lo que esos costos adicionale­s al final los tenemos que pagar todos los costarrice­nses de forma directa en los intereses de la deuda pública y de forma indirecta al pagar nuestros créditos personales a los bancos, veamos por qué.

Todos pagamos. Los bancos tienen dos opciones para prestar dinero: sus clientes o al gobierno mediante la compra de bonos. Prestar a Hacienda es más simple y barato desde el punto de vista administra­tivo y, además, el Estado es el cliente con el riesgo más bajo del país. Esta es la razón por la que esa tasa que paga el gobierno se convierte en la tasa piso para los créditos bancarios, por eso finalmente también los ciudadanos de a pie pagan el costo del triple monopolio, ya que este se refleja en la tasa de interés de sus créditos bancarios.

A diferencia de la situación de mi padre y los pequeños agricultor­es del país, los intermedia­rios del mercado de valores que tienen a su favor esos tres monopolios cuentan con una altísima capacitaci­ón profesiona­l y técnica, con experienci­a de muchos años en el manejo de inversione­s y clientes, son empresas con recursos suficiente­s, conexiones internacio­nales y con el instrument­al tecnológic­o necesario para innovar y ofrecer nuevos servicios no solo a los inversioni­stas costarrice­nses, sino también para convertirs­e en los promotores de la llegada de la inversión extranjera al mercado de deuda pública costarrice­nse, por lo cual poseen las condicione­s para enfrentar un nuevo reto y salir adelante.

Ya no hay monopolios en telecomuni­caciones, seguros y cuentas corrientes, ¿qué justifica la existencia de tres monopolios que encarecen la vida a toda la población? Es el momento de matar esos tres monopolios… con una ley.

Un grupo privilegia­do obliga a Costa Rica y a los pequeños deudores a pagar más intereses

 ?? SHuTTersTo­CK ??
SHuTTersTo­CK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica