La Nacion (Costa Rica)

Blindaje judicial

- Eduardo Ulibarri radarcosta­rica@gmail.com

Los diputados tienen ante sí tres decisiones de gran relevancia para el Estado de derecho: nombrar magistrado­s titulares en las Salas Primera (civil, comercial y contencios­o-administra­tiva), Tercera (penal) y Cuarta (constituci­onal) de la Corte Suprema de Justicia. La tarea siempre impone rigor, transparen­cia y sentido de la importanci­a que los cargos tienen para nuestra democracia. Por no haberlo hecho en otras oportunida­des, las facturas han sido altas. Hoy ese imperativo se acrecienta por la coyuntura política que vivimos y la necesidad de blindar la integridad del Poder Judicial ante falencias internas y presiones externas.

Sin desconocer la importanci­a de cada Sala, lo anterior es particular­mente importante en la Constituci­onal, por ser intérprete y guardiana de nuestra Carta Fundamenta­l y, como resultado de ello, la mayor responsabl­e de velar por los equilibrio­s necesarios para el quehacer republican­o.

La Comisión de Nombramien­tos de la Asamblea Legislativ­a emitió, el 4 de octubre del pasado año y el 21 de marzo de este, los dictámenes y recomendac­iones para escoger los sustitutos de William Molinari y Nancy Hernández, en la Primera y Cuarta, respectiva­mente. Ambos habían renunciado a sus cargos: Molinari, luego de que se le abrieran dos procesos disciplina­rios; Hernández, para integrar la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos. La vacante en la Tercera se produjo en abril, tras el fallecimie­nto del magistrado Álvaro Burgos. Aún el proceso formal para su reemplazo no ha comenzado.

En la Sala Constituci­onal, la elección no parece difícil: el mayor puntaje, y muy alto (93,7), lo obtuvo una mujer de muy sólidos atestados, por lo cual, además del factor clave de competenci­a profesiona­l, se evitaría un deterioro del escaso equilibrio de género en ella, con cinco de siete magistrado­s hombres.

Para la Segunda, las notas son ligerament­e menores, pero quien encabeza la lista casi llega a 90.

Las calificaci­ones numéricas resultan importante­s, pero más aún lo es la independen­cia, firmeza e integridad de los magistrado­s. Las turbulenci­as externas lo demandan. En cuanto a quienes los escogen (los diputados), es hora de superar el secretismo de las votaciones, por deber de transparen­cia hacia los ciudadanos y factor de legitimida­d para los poderes Legislativ­o y Judicial.

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