La Nacion (Costa Rica)

Casa club unió a inquilinos de 26 torres de apartament­os y censistas

››Complejo alberga a más de 1.000 habitantes en Concepción

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

Cinco censistas llegaron la mañana de este lunes a un complejo de apartament­os en condominio en Concepción de La Unión, Cartago. Su misión no era diferente de la que han realizado desde el pasado 8 de junio, pero la logística era distinta para un lugar en el que viven más de 1.000 personas.

Esta vez no fueron caminando de casa en casa ni tocaron puertas. No subieron las cuestas que llevan a cada una de las 26 torres de apartament­os ni entraron a los edificios de los cinco subcondomi­nios.

En su lugar, la casa club del condominio madre se transformó en la oficina de los censistas. Allí contaban con mesas, sillas, electricid­ad, Internet, baño y hasta microondas para calentar su almuerzo.

Aviso.

Los vecinos, en cuenta quien escribe estas líneas, ya sabían que iba a ser así. Desde el viernes anterior habían recibido varios correos donde se les explicaba que tenían dos opciones: llenar el formulario en línea o acercarse a la casa club a hacerlo de forma presencial.

El administra­dor de estos edificios manifestó que esta es una forma de resguardar la privacidad de quienes viven en cada recinto de tres pisos.

La seguridad no es un asunto que se tome a la ligera en este lugar. No solo hay una casetilla con guardas a la entrada y cada dueño o inquilino tiene las llaves de su apartament­o. Además, las puertas de cada edificio permanecen cerradas y solo quienes viven o trabajan allí poseen llaves para ingresar.

Es uno de los factores que también motivan a las personas a residir ahí, pero que también ponía a los censistas a preguntar detalladam­ente la ubicación de cada uno de los apartament­os.

Marcar dónde vivía cada persona en medio de esa miniciudad de condominio­s tampoco era sencillo. No es tan simple como decir “este es el barrio”.

Cada uno de nosotros ha adoptado una nomenclatu­ra. Algunos le decían que venía de la torre I, o la L, la quinta etapa o la tecera... en mi caso incluso el nombre es más compuesto porque la torre es la 1-B. Todos, sin excepción, señálabamo­s con nuestro brazo desde dónde habíamos llegado caminando.

Todo esto también representa­ba acomodar las cosas en la aplicación de celular que cada uno de los censistas utilizaba. “Va, es para saber cómo clasifico esto, como son varios subcondomi­nios uno mejor se asegura”, expresó la censista Rebeca Vega mientras comenzaba a entrevista­r.

Con cuentagota­s.

El ingreso estaba programado para las 8 a. m., pero no sucedió así. La misma dinámica de trabajo en el censo provocó atrasos y los cinco trabajador­es ingresaron a las 10:45 a. m. Luego de 15 minutos de acomodo, se pusieron manos a la obra.

Una logística como estas tiene la facilidad de que las personas que trabajan desde casa puedan programar su día y acomodar la mejor hora para llegar, aunque para los censistas tiene la desventaja de que se depende de la voluntad de los inquilinos.

Sin embargo, la llegada de residentes se mantuvo constante, poco a poco, con cuentagota­s. Con dos o tres vecinos a la vez, sin filas, pero de forma constante.

“Vine a esta hora que me quedaba bien, justo antes de irme a la escuela por mi hija”, comentó una de las vecinas que llegó cerca de las 2 p. m.

Mi vecino del frente más bien me comentaba que, como está recién pensionado, fue de los primeros en llegar, con la consigna de que si veía mucha fila simplement­e dejaba pasar a quien necesitara el lugar.

“Hasta un libro me llevé, y ya hasta me había imaginado un lugar donde sentarme, pero la verdad es que ni fila hice. Todo muy rápido. No conté el tiempo, pero sentí que no pasaron ni 15 minutos”, me dijo.

Las personas que no pudieron llegar por motivos de trabajo o algún otro saben que, como cualquier otra persona del país, pueden llenar sus datos en el formulario de Internet. Una tecnología de la que los censos anteriores no echaron tanta mano, pero que las circunstan­cias actuales permiten aprovechar.

¿Qué sucede con las calcomanía­s si los censistas no pueden llegar a las ventanas de las viviendas? Cada vecino es libre de llevarse su calcomanía o no. Son pocos los que se la llevan, según me dijeron. Creo que a mí me vieron muy emocionada al decir que sí, porque me dieron dos.

“Una para que tenga de recuerdo también”, me dijo Marco, el muchacho que me censó, este lunes

 ?? IrEnE rodrÍGuEZ ?? Rebeca Vega fue una de las censistas que conversó con los vecinos la tarde de este lunes.
IrEnE rodrÍGuEZ Rebeca Vega fue una de las censistas que conversó con los vecinos la tarde de este lunes.

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